El Palacio Álava-Esquivel, un edificio renacentista ubicado en el Casco Medieval de Vitoria-Gasteiz, podría convertirse en un espacio cultural destinado a «fortalecer los lazos entre Marruecos y Euskadi». Esta iniciativa surge en un contexto de renovación de las relaciones entre el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y el de Tánger, que habían estado tensas debido al deterioro del palacio y una deuda acumulada por parte de la municipalidad marroquí.
El edificio, que data del siglo XV y es conocido por haber albergado a figuras históricas como Francisco I de Francia y el Duque de Wellington, actualmente pertenece al Ayuntamiento de Tánger. Sin embargo, su estado de conservación ha sido motivo de preocupación debido a la falta de mantenimiento, lo que ha llevado al consistorio a realizar trabajos subsidiarios y a reclamar el pago de más de 400.000 euros en multas por la situación del inmueble.
El alcalde de Tánger, Mounir Laymouri, ha expresado en una entrevista concedida a Radio Vitoria su intención de resolver estos problemas y avanzar en un proyecto cultural que convierta al Palacio Álava-Esquivel en un «puente cultural» entre Marruecos y el País Vasco. «Nuestra voluntad de solucionar el problema del palacio, que tiene una historia, este palacio, y también para mantener una cooperación cultural entre la ciudad de Tánger y la ciudad de Vitoria» ha declarado el alcalde.
Abderrahim Zebbakh, el encargado de cooperación internacional y Comunicación del Gobierno municipal de Tánger, ha explicado que «Queremos que sea el Hub, un puente que este palacio puede jugar en el futuro. Un puente cultural entre el norte de Marruecos y la ciudad de Tánger y el País Vasco, con su capital administrativa»
Está previsto que antes de finalizar el año se celebre una nueva reunión entre las autoridades de Vitoria-Gasteiz y Tánger para concretar los detalles de este proyecto cultural. Este encuentro podría ser clave para determinar el futuro del palacio, que actualmente funciona como casa de vecindad.
El Palacio Álava-Esquivel, que ha pasado por diferentes manos a lo largo de su historia, llegó a ser propiedad de Tánger debido a una cláusula en el testamento de su último propietario, el II duque de Tovar, quien lo legó al National Cancer Institute de Estados Unidos, con la condición de que, en caso de renuncia, la propiedad pasara a la ciudad marroquí. Esta disposición se activó tras la renuncia del instituto, lo que convirtió al Ayuntamiento de Tánger en el actual propietario del inmueble.
La situación actual del palacio no solo preocupa a los residentes del edificio y a los expertos en patrimonio, sino que también representa un desafío para las autoridades de ambas ciudades, que buscan una solución que preserve el valor histórico del inmueble y, al mismo tiempo, promueva el entendimiento cultural entre Marruecos y Euskadi.