La eterna culpa a los jóvenes

Breve comentario sobre la raíz de los problemas sociales

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Opinión

En el discurso mediático y en las conversaciones cotidianas, hay un patrón que se repite con frecuencia: la culpa de muchos de los problemas sociales parece recaer, una y otra vez, sobre los jóvenes. El uso excesivo de móviles, el consumo de drogas, la exposición al porno o la falta de compromiso en distintos aspectos de la vida son temas cuya conversación siempre se centra en la juventud actual.

Sin embargo, este enfoque es simplista y, lo que es más peligroso, distorsiona la realidad de manera conveniente para evitar enfrentarse a problemas mucho más profundos y complejos que afectan a la sociedad en su conjunto.

Es como si se quisiera tratar un cáncer metastásico eliminando solo una parte del tumor. Los problemas sociales no surgen de una franja de edad específica, sino que están arraigados en toda la población. Pretender solucionarlos abordándolos únicamente a la población joven es una estrategia fallida desde su base.

Las dinámicas de comportamiento de la juventud no son más que un reflejo de lo que ven y aprenden en su entorno. Entonces, si realmente se aspira a un cambio, ese cambio debe surgir desde el conjunto de la sociedad, y no desde una criminalización cansina a las nuevas generaciones.

El uso de la tecnología es un claro ejemplo de este sesgo. Es común escuchar que los jóvenes están «hiperconectados», atrapados en el mundo virtual de las redes sociales y los videojuegos, pero se suele pasar por alto el hecho de que el uso excesivo de móviles y tecnología no es un problema exclusivo de ellos. La tecnología no discrimina por edad. Las cifras muestran que, en realidad, todas las generaciones son cada vez más dependientes de sus dispositivos electrónicos.

El consumo de drogas es otro tema en el que los jóvenes parecen cargar con el peso de la preocupación pública. Las campañas de prevención a menudo se enfocan en advertir a los adolescentes sobre los riesgos del consumo de estupefacientes, presentándolos como el grupo más vulnerable. Sin embargo, las estadísticas muestran que las generaciones más jóvenes son las que menos drogas consumen (tanto comparando con las generaciones mayores actuales, como éstas cuando tenían su edad), en contraposición con edades maduras en los que se han disparado algunos consumos.

El acceso fácil al porno a través de internet es otro de los temas que despiertan preocupación. La conversación pública está centrada en cómo los adolescentes están siendo influenciados negativamente por este contenido, pero poco se habla de que esta industria, y su inmenso alcance, existe porque es sostenida por personas adultas. La pornografía no es un fenómeno nuevo, y el hecho de que hoy esté más accesible no lo convierte en un problema exclusivo de los jóvenes.

Es fácil culpar a los jóvenes. Representan el futuro y, por tanto, sobre sus hombros recae la responsabilidad de mejorar la sociedad. Pero esta dinámica de culpabilización ignora el contexto en el que crecen.

Olvidamos que los jóvenes no son los responsables de crear las estructuras sociales en las que viven. Ellos repiten y reflejan comportamientos que han visto a lo largo de su vida, casi siempre, en los mismos adultos que los critican. Si los jóvenes beben, es porque lo han aprendido en celebraciones familiares. Si acceden a porno violento, es porque los adultos lo producen y lo consumen. No se puede pedir a los jóvenes que vayan en sentido contrario al que ven caminar al resto de la sociedad.

Si queremos generar un cambio verdadero, debemos asumir que todos somos parte del problema y, por lo tanto, también debemos ser el motor de la solución. Dejar las campañas dirigidas a los adolescentes, y asumir que las generaciones somos el rol de ejemplo y modelo de comportamiento. Cambiar primero nosotros, y automáticamente, cambiarán ellos. Porque los jóvenes aprenden de lo que ven, y solo si nosotros, como sociedad, empezamos a comportarnos de manera diferente, ellos tendrán una base sólida sobre la cual construir un futuro mejor.

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