Opinión
En Euskadi, ahora mismo estamos inmersos en una fase de renovación —o reconstrucción— de los partidos políticos, ante el nuevo escenario que nos dejaron las elecciones autonómicas.
Varios partidos han comenzado sus procesos internos y, como era lógico, eso ha llegado también a Araba. Ya vivimos una pelea bastante intensa por el control del ABB [Araba Buru Batzar: la ejecutiva alavesa del Partido Nacionalista Vasco] entre la candidata de la estructura jeltzale, Jone Berriozábal, y el candidato propuesto por algunos militantes, Gorka Urtaran.
Ni un disimulo en aparentar un funcionamiento poco democrático [···] los partidos no son un cortijo privado donde los militantes y dirigentes hacen y deshacen
La batalla en este caso se resolvió a favor de Berriozábal con algunos trucos viejos a la hora de manipular un proceso democrático interno.
No aspiro a que los políticos de mi Territorio Histórico conozcan los pormenores de un sistema democrático interno, ni a que entiendan que los partidos —por mandato constitucional— están obligados a funcionar democráticamente. Los partidos no son un cortijo privado donde los militantes hacen y deshacen, pero sí me gustaría que, al menos, guardasen las formas y no plasmasen de forma tan clara que tienen evidentes deficiencias democráticas en sus funcionamientos internos.
Me refiero ahora al esperpento más escandaloso que hemos vivido esta semana con la retirada de la secretaria general de los socialistas alaveses, Cristina González, y la asignación de su sustituto, Javier Hurtado.
Ni un disimulo en aparentar un funcionamiento poco democrático. Vamos con la consecución de los hechos:
El jueves conocemos que Cristina González no se presentará a la reelección como secretaria general. 11 años, una gestión en lo interno y en lo externo de balance bastante positivo. Hasta aquí todo bien, una política que se retira como muchas otras.
El problema llega con la designación del sucesor. Es muy posible que en el PSE de Álava ya tuvieran todo el traspaso planificado —incluso la escenificación—, buscando maximizar su impacto comunicativo. Sin embargo, actuando así se han cargado la mínima apariencia de un proceso democrático interno.
Si no hay candidatos alternativos, el único candidato queda designado directamente… así, sin refrendo. ¿Dónde queda la democracia interna?
A las horas de conocer la renuncia de González y sin que medios de comunicación y ciudadanía se preguntase quién sería el sustituto/a, salta la noticia de que el consejero del Gobierno Vasco, Javier Hurtado, sería su sustituto. ¿Perdón? ¿Y el proceso interno? Uno que es politólogo especialmente obsesionado con los procesos de selección de elites que tiene los partidos políticos, empieza a indagar y, efectivamente, hay un proceso interno en el cual otros militantes tienen la posibilidad de optar al cargo, pero, y aquí viene el truco, si no hay candidatos alternativos, el único candidato queda designado directamente, así sin refrendo.
En ese momento, Cristina González aparece en una radio local y a pregunta de la entrevistadora responde que Hurtado le parecería un estupendo secretario general, (ojo, secretario general, no candidato al cargo) buen conocedor del partido y acompañante suyo durante este tiempo.
El mismo día, la alcaldesa de Vitoria-Gasteiz, Maider Etxebarria, salta a la palestra y dice que Hurtado cuenta con su apoyo. Etxebarria es la socialista de más alto rango en Araba al ostentar el cargo institucional más importante de los que ostentan los socialistas.
Resaltamos, queridos lectores, que Hurtado aún no había oficializado ante la militancia del PSE de Álava que quería ser candidato y aunque ya había convocado su comparecencia ente los medios de comunicación y militancia, aún no había nada oficial.
¿Recuerdan el truco que he comentado antes? ¿Ese de «si no hay candidato alternativo, Hurtado es designado de manera directa»? Bien, vamos a hacer el ejercicio de empatía de ponernos en el lugar de un militante del PSE que -por lo que sea- quiere ser candidato a la secretaria general.
Ese militante tiene en su contra: el peso institucional de Hurtado, una estructura jugando a favor del consejero y las declaraciones de apoyo a Hurtado de las dos máximas dirigentes del partido en Álava en un contexto de máximo control de las estructuras internas del partido a nivel estatal de su dirección política.
Comprenderán que no es el mejor incentivo para que ese militante se presente a competir contra Javier Hurtado. Consecuencia, Hurtado designado de forma directa y sin proceso democrático (una pena).
Dejen de priorizar eficiencia, alcance mediático o resultados electorales sobre la democracia interna. Sin democracia, no hay partidos
Y algún lector se preguntará que qué me importa si no soy militante del PSE. Pues me importa y mucho.
Yo no pertenezco a esa cultura política que dice que los partidos son asunto exclusivo de los militantes de estos. Los partidos son organizaciones público-privadas donde se toman decisiones que nos afectan y mucho. Lo lógico es que los ciudadanos nos preocupemos por la vida interna de los partidos y aunque no participemos en sus vidas internas, hagamos críticas públicas si no funcionan de manera adecuada en nuestra opinión.
Los partidos necesitan más regulación pública, más fiscalización ciudadana y lo necesitan ahora más que nunca. El contexto de pelea ideológica y cultural entre democracia y autoritarismo exige que los ciudadanos que optamos por la democracia seamos exigentes con el funcionamiento interno de los partidos.
Mensaje para los partidos: Dejen de priorizar de una vez eficiencia, alcance mediático o resultados electorales sobre la democracia interna. La democracia es el primer valor que hay que cuidar, ya que, sin democracia, no hay partidos.
INFORMACIÓN DEL AUTOR
MIKEL GÓMEZ
Politólogo experto en comunicación política. Ha trabajado en diversas campañas electorales en México y Colombia y ha desarrollado investigaciones sobre el sistema de partidos políticos en Euskadi.