Este miércoles ha desaparecido de la plaza de la Virgen Blanca el muro instalado como parte de la Bienal Internacional de Arquitectura Mugak. Concebido como un espacio de participación ciudadana y expresión libre, ha terminado convirtiéndose en uno de los elementos más polémicos del año en Vitoria-Gasteiz.
Aunque su retirada estaba prevista inicialmente para el 13 de noviembre, el muro se ha mantenido algunos días más antes de ser desmontado con grúa. La decisión no responde oficialmente a la controversia generada, sino al calendario previsto por la organización. Aun así, la instalación ha dejado tras de sí un tenso debate sobre los límites de la libertad de expresión en el espacio público.
Pintadas sobre ETA, Israel y el Gobierno municipal
En apenas unas horas desde su colocación, el muro fue cubierto de grafitis, dibujos, eslóganes y mensajes de todo tipo. Entre ellos, varios despertaron una fuerte polémica, como las pintadas que decían “Gora ETA”, otras con insultos como “Puta”, las siglas “A.C.A.B.” y frases críticas contra el Estado de Israel. Estas últimas también fueron tapadas, al igual que las referencias a ETA, por miembros de la organización mediante brochazos.
Además, se escribieron mensajes de crítica hacia el Gobierno municipal. A diferencia de otros casos, estas pintadas no fueron retiradas directamente, pero sí quedaron cubiertas por nuevas capas de grafitis realizados por otras personas, haciendo que finalmente desaparecieran de la vista.
“No es libertad creativa, es una distopía moral”
La organización Mugak defendió que el muro fue creado como un soporte libre para que la ciudadanía expresara lo que quisiera. Sin embargo, al poco tiempo de su instalación, emitieron una valoración señalando que “lo que se ha podido ver en ese muro no es libertad creativa, sino los últimos coletazos de una distopía moral que el terrorismo dejó en Euskadi durante décadas”.
Esta reacción vino acompañada de acciones inmediatas para tapar ciertos mensajes, aunque no todos corrieron la misma suerte. La mezcla de voces, críticas y respuestas en forma de grafitis terminó generando una imagen caótica, símbolo de una ciudad dividida por una misma pared.
El muro ha sido desmontado sin ser destruido. Sus paneles serán conservados como “memoria activa”, según ha explicado la organización, siguiendo el ejemplo de los fragmentos del muro de Berlín distribuidos por distintas partes del mundo.




