Este domingo 23 de noviembre, más de 30.000 personas están llamadas a participar en las elecciones a concejos que se celebran en 333 pueblos de Álava. Se trata de un proceso electoral único, que renueva las juntas administrativas encargadas del gobierno más cercano en el mundo rural alavés.
Un sistema propio que hunde sus raíces en la historia
Los concejos son entidades locales menores con personalidad jurídica propia. Cada uno está gestionado por una Junta Administrativa compuesta por un presidente o presidenta —también llamado regidor o regidora— y varios vocales, elegidos por el vecindario. Aunque hoy se vota, muchas decisiones se toman habitualmente en asambleas vecinales abiertas, lo que convierte este modelo en una forma de democracia directa poco común.
No hay listas de partidos, ni campañas al uso. Las candidaturas son individuales, y en la mayoría de pueblos ni siquiera hay personas inscritas previamente. Eso obliga a utilizar papeletas en blanco, en las que el votante escribe el nombre de su candidato o candidata.
Solo 55 concejos tienen candidaturas registradas
De los 333 concejos que celebran hoy elecciones, solo 55 cuentan con personas candidatas presentadas oficialmente. En los 278 restantes, las urnas reciben papeletas vacías en las que los vecinos y vecinas deben escribir manualmente los nombres de quienes proponen para la Junta Administrativa.
Este sistema permite que cualquier persona con derecho a voto pueda ser elegida, sin necesidad de inscripción previa. La persona más votada se convierte en presidenta o presidente del concejo, y las demás vocalías se reparten según los siguientes resultados.
Baja participación y falta de relevo generacional
Aunque el modelo concejil es valorado por su cercanía y tradición, los niveles de participación suelen ser bajos. En anteriores convocatorias, la media apenas superó el 35%. Además, el envejecimiento de la población rural y la falta de relevo generacional han llevado a la desaparición de algunos concejos, como Guinea (Valdegovía) o Arriaga (Vitoria-Gasteiz), que ya no tienen suficientes habitantes para mantenerse activos.
Desde la Diputación Foral y desde asociaciones como ACOA-AKE se insiste en la importancia de mantener viva esta forma de autogobierno, incluso en contextos de despoblación. Para muchas personas, los concejos son la única estructura que asegura que el pueblo se cuide a sí mismo.
Las mujeres ganan presencia, pero aún son minoría
La presencia de mujeres en las juntas administrativas ha ido creciendo con el tiempo. En 2021, las mujeres representaron el 40% de las personas elegidas. Aun así, solo una de cada cinco presidencias concejiles está actualmente en manos femeninas. La Diputación Foral ha lanzado campañas específicas para animar a más mujeres a presentarse y asumir responsabilidades.
Hacia una nueva ley de concejos
La Diputación trabaja en una nueva Ley de Concejos que previsiblemente se aprobará en 2026. Esta normativa fusionará en un único texto la ley electoral de 1984 y la organizativa de 1995. Entre sus novedades, se prevé que los propios vecinos puedan promover la destitución de un presidente o presidenta a través de una moción de censura, algo no regulado hasta ahora.
También se quiere asegurar que, incluso si hay candidaturas registradas, cualquier persona vecina pueda seguir siendo elegida. El objetivo es reforzar el carácter abierto y comunitario del sistema.
También en Vitoria-Gasteiz
Aunque los concejos están asociados normalmente al medio rural, Vitoria-Gasteiz cuenta con más de 60 concejos propios: Abetxuko, Armentia, Andollu, Gardelegi, Betoño… También en estos barrios rurales hoy hay elecciones. Al igual que en el resto del territorio, se eligen las personas que dirigirán las juntas administrativas durante los próximos cuatro años.
Democracia vecinal en pleno siglo XXI
Las elecciones de hoy domingo son el reflejo de una tradición viva. Un sistema que ha sabido adaptarse al presente manteniendo la esencia de siglos pasados: la autogestión desde la comunidad. En muchos de estos pueblos no hay mítines, ni redes sociales, ni disputas partidistas. Solo vecinas y vecinos decidiendo a quién confiar la llave del pueblo durante los próximos cuatro años.

