15 minutos de fiesta, horas de terror: lo que la pirotecnia provoca realmente en los animales

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Esta Nochevieja, mientras brindas, tu perro puede estar sufriendo un dolor físico real. No es «nerviosismo». La ciencia ya lo ha documentado: es una agresión sensorial directa.

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Llega la medianoche. Descorchas el cava, brindas, y el cielo estalla en luz y estruendo. Pero mientras tú celebras, tu mascota puede estar sufriendo un dolor que la ciencia ya ha documentado con precisión: no es miedo, no es «nerviosismo». Es una agresión sensorial directa a un sistema auditivo que no está diseñado para soportarla.

El oído de tu perro no es el tuyo

Hay un dato que lo cambia todo: un petardo puede alcanzar los 150-170 decibelios a distancias que los humanos consideramos «seguras», con picos de hasta 190 dB en el punto de detonación. El umbral de dolor en humanos está en 120-140 dB. En perros, el daño por estrés acústico comienza a los 85 dB.

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Pero el problema no es solo el volumen. Es la frecuencia. Y aquí la biología es implacable:

EspecieRango auditivoComparativa
Humano20 Hz – 20.000 HzReferencia
Perro40 Hz – 60.000 HzCapta incluso los ultrasonidos del cohete al ascender
Gato45 Hz – 79.000 HzRango superior a perros y humanos
Roedores200 Hz – 91.000 HzComunicación en frecuencias inaudibles para nosotros

Los perros captan sonidos de hasta 60.000 Hz; los gatos, hasta 79.000. El límite humano ronda los 20.000. Esto significa que cuando tú escuchas un petardo, ellos perciben la onda expansiva con una «textura» acústica mucho más agresiva: matices y ultrasonidos que para nosotros simplemente no existen.

Hay otro factor que agrava todo: el reflejo de protección del oído (el reflejo estapedial) necesita una fracción de segundo para activarse. La explosión de un petardo es tan instantánea que la onda de choque golpea el oído interno antes de que el mecanismo de defensa pueda actuar. Es como recibir un puñetazo sin poder levantar los brazos.

El resultado no es abstracto: tinnitus permanente, perforación de tímpano, pérdida irreversible de audición. Y eso solo en el plano físico directo.

infografía explicativa del artículo titulada El estruendo que no vemos, la ciencia detrás del trauma animal por pirotecnia, realizada por GasteizBerri.com

El pánico que mata

A nivel neurológico, el animal no puede predecir ni racionalizar el estallido. No sabe que es Nochevieja. No sabe que la locura solo durará quince minutos. Solo sabe que algo explota, le golpea, una y otra vez, sin patrón ni lógica.

Esa imprevisibilidad impide cualquier habituación. El estruendo activa la amígdala cerebral sin pasar por la corteza frontal —el razonamiento— y desencadena una respuesta de pánico puro. Estudios científicos lo cuantifican: en perros expuestos a pirotecnia, los niveles de cortisol en saliva aumentan un 207%, manteniendose elevados durante más de 40 minutos después de que cese el ruido.

Las consecuencias físicas: taquicardia severa, temblores, salivación excesiva, micción y defecación incontroladas. En casos graves, paro cardíaco.

Y no hablamos de casos aislados. Se estima que entre el 49% y el 50% de los perros sufren algún grado de fobia a los fuegos artificiales. En gatos, el 64% de los propietarios que observaron a sus animales durante eventos pirotécnicos reportaron signos claros de estrés, aunque la cifra real probablemente sea mayor: los gatos tienden a esconderse y a mostrar un «terror silencioso» que muchos dueños confunden con tranquilidad.

El 6% de los animales sufre lesiones físicas directas durante estos episodios. Y en Estados Unidos, el 5 de julio —el día después del Día de la Independencia— es el día con más animales perdidos del año en los refugios.

Las víctimas que no ves

Tu mascota, al menos, tiene un refugio. La fauna silvestre de los parques urbanos, los humedales, las zonas periurbanas, no.

Las aves son las más vulnerables. El estallido provoca vuelos de pánico nocturnos masivos. Estudios con radar meteorológico en los Países Bajos han documentado que, en los minutos posteriores a la medianoche de Año Nuevo, cientos de miles de aves acuáticas levantan el vuelo simultáneamente, ascienden a altitudes anormales y permanecen volando entre 45 y 90 minutos, desplazándose kilómetros lejos de sus dormideros.

Al no estar adaptadas para volar de noche a alta velocidad, colisionan contra edificios, cables, árboles. Muchas mueren de fallo cardíaco antes siquiera de estrellarse. Otras abandonan los nidos definitivamente, dejando morir a las crías por hipotermia.

El caso más documentado ocurrió en la víspera de Año Nuevo de 2010 en Beebe, Arkansas: aproximadamente 5.000 mirlos de alas rojas cayeron muertos del cielo. Las necropsias revelaron trauma contundente masivo. La conclusión científica: las aves, asustadas por los fuegos artificiales, volaron a baja altura en la oscuridad total y colisionaron fatalmente con casas, árboles y vehículos.

Los pequeños mamíferos —roedores, liebres— pueden morir por lo que se conoce como miopatía de captura: muerte por estrés metabólico al intentar huir desesperadamente sin rumbo.

Todo esto sucede mientras brindamos.

Cada ciudad, sus reglas (y sus contradicciones)

La regulación de la pirotecnia en España es un mosaico de criterios dispares. Algunas ciudades optan por prohibiciones estrictas; otras, por lo que podríamos llamar «ventanas de tolerancia».

En Euskal Herria, por ejemplo, Donostia e Iruñea prohíben el uso de pirotecnia en vía pública sin autorización expresa. Vitoria-Gasteiz permite cohetes y petardos solo entre las 00:00 y las 00:15 de Nochevieja —fuera de ese cuarto de hora, sanción—. Bilbao se limita a «recomendaciones» y solo prohíbe los lanzamientos que se hagan apuntando a personas o animales.

La pregunta incómoda es si quince minutos de pánico concentrado son realmente una solución o simplemente una forma de lavar la conciencia colectiva. Y si tiene sentido que ciudades vecinas apliquen criterios tan distintos para el mismo problema.

Y luego está el humo

Más allá del ruido, la pirotecnia deja un rastro químico que también afecta a los animales. Para generar los colores brillantes se utilizan sales metálicas que son inherentemente tóxicas:

ElementoColor que produceEfecto tóxico
BarioVerdeCardiotóxico: causa arritmias e hipertensión
EstroncioRojoSe incorpora a los huesos, alterando el desarrollo
CobreAzulTóxico para peces e invertebrados acuáticos
PercloratoPropulsorDisruptor endocrino: bloquea la glándula tiroides

El perclorato es quizás el más preocupante. Es altamente soluble en agua y persiste en el medio ambiente. Un estudio del Servicio Geológico de Estados Unidos en el Monte Rushmore —donde se celebraban fuegos artificiales cada año— encontró concentraciones de perclorato 270 veces superiores a los niveles naturales en las aguas subterráneas.

En peces y anfibios, el perclorato interfiere con la metamorfosis y el desarrollo. Se ha observado hermafroditismo en peces y fallos en la transformación de renacuajos en aguas contaminadas. Estos contaminantes se bioacumulan en la cadena alimentaria.

Los animales respiran ese aire. Beben esa agua. Comen en ese suelo.

¿Hay alternativas?

Sí, y cada vez más ciudades las adoptan.

La pirotecnia silenciosa, utilizada en localidades como Collecchio (Italia), reduce drásticamente la carga sonora manteniendo el espectáculo visual. No elimina el impacto en aves —los destellos también las desorientan— pero es un avance significativo.

Los espectáculos de drones iluminados van un paso más allá: eliminan el ruido explosivo, la contaminación química y el riesgo de incendios. Ciudades que se precian de ser «smart», sostenibles o innovadoras ya los incorporan. Quizá sea hora de preguntarse si nuestro modelo de celebración está a la altura de esas etiquetas.

Esta noche

Si tienes mascota, ya sabes lo que toca: refugio seguro, música o televisión de fondo para amortiguar, mucha calma, nada de forzar contacto si el animal se esconde.

Pero quizá lo más importante sea otra cosa: ser consciente de que esos quince minutos de luz y estruendo tienen un coste que no pagamos nosotros. Lo pagan los que no pueden taparse los oídos, ni entender qué está pasando, ni votar en las próximas elecciones para cambiar la ordenanza.

Feliz Año Nuevo. También para ellos.


Consulta la normativa de tu municipio sobre pirotecnia. En muchas ciudades existen restricciones horarias o prohibiciones que la policía local puede hacer cumplir con sanciones.

Fotografía cortesía de Depositphotos.

Fuentes: Este artículo se basa en investigaciones del Col·legi Oficial de Veterinaris de Barcelona (COVB), la British Veterinary Association (BVA), la RSPCA, estudios publicados en Frontiers in Veterinary Science sobre respuestas de estrés en perros, investigaciones de la Universidad de Bristol sobre prevalencia de fobias sonoras, datos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) sobre contaminación por perclorato, estudios de radar del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos (KNMI) sobre vuelos de pánico en aves, informes de World Animal Protection, y el análisis del incidente de mortalidad masiva de aves en Beebe (Arkansas, 2010) documentado por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU.

Nochevieja

El coste de 15 minutos

Lo que la ciencia ha documentado sobre el impacto de la pirotecnia en los animales

Fuentes: Frontiers in Veterinary Science, RSPCA, Universidad de Bristol, USGS

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