Entre los fondos históricos del Archivo de Álava se conserva un manuscrito singular que despierta el interés de lingüistas, historiadores y amantes de las curiosidades locales. Se trata del Vocabulario de palabras usadas en Álava y no incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española (décima tercia edición), o que lo están en otras acepciones o como anticuadas, elaborado por D. Federico Baraibar y Zumárraga, uno de los grandes estudiosos del lenguaje y la cultura alavesa de finales del siglo XIX y principios del XX.
El documento reúne, a mano y con una caligrafía minuciosa, decenas de voces que Baraibar consideró propias del habla popular del territorio o, al menos, características de su uso cotidiano. Muchas no aparecían en el diccionario académico de la época; otras sí figuraban, pero con sentidos diferentes o ya marcados como arcaísmos.
Un esfuerzo por fijar un habla que se transformaba
En las páginas iniciales, Baraibar advierte que no todas las palabras recogidas pueden considerarse exclusivamente alavesas. Explica que la posición de Álava, cruce de caminos entre Castilla, Navarra, Gipuzkoa y Bizkaia, hizo que su vocabulario absorbiera términos de territorios vecinos y variantes populares poco documentadas.
También subraya que algunas voces proceden del euskera, otras del latín romanceado y varias llegaron a la provincia a través de movimientos migratorios. Por ello, más que un diccionario purista, el manuscrito es un retrato vivo del lenguaje tal como se hablaba en la calle, en las labores del campo y en los oficios tradicionales.
El autor añade que muchas de esas palabras estaban desapareciendo y que su intención era “no dejar perder lo que pertenece al habla popular”, una preocupación habitual entre los estudiosos de la época.
Un vocabulario lleno de ejemplos curiosos
El manuscrito avanza letra por letra, siguiendo un orden alfabético. Entre las primeras voces aparecen:
- Abarra, definida como “rama de árbol larga y delgada que se corta para hacer fuego o para apoyar plantas”, con un detallado análisis etimológico que la vincula al vascuence y a términos celtas.
- Abi, usada para referirse al arándano, acompañada de una descripción botánica exhaustiva.
A lo largo del documento se repiten palabras agrícolas, rurales, domésticas y de uso cotidiano que hoy resultan familiares, poco comunes o incluso desconocidas, lo que convierte el manuscrito en una ventana a la vida diaria de la Álava de hace más de un siglo.
Una obra pensada para complementar —y corregir— al diccionario académico
Baraibar deja claro desde el inicio que su trabajo surge como complemento crítico al Diccionario de la Real Academia Española de su época. Parte de la idea de que “una nueva acepción equivale a una palabra nueva” y, por tanto, sostiene que el habla viva del territorio debía quedar fijada por escrito, aunque no contara con el aval oficial.
Esta postura refleja un interés temprano por documentar el patrimonio lingüístico local, una sensibilidad que hoy forma parte del trabajo habitual de los archivos y centros de investigación.
Un manuscrito que invita a seguir investigando
El Vocabulario de palabras usadas en Álava no solo aporta definiciones: ofrece también notas etimológicas, comparaciones con lenguas romances, referencias a autores clásicos y menciones a vocablos en proceso de desaparición. Pese a su carácter inacabado, es un testimonio excepcional del modo en que se hablaba en el territorio en torno a 1900 y una prueba del esfuerzo de Federico Baraibar por dejar constancia de ese patrimonio antes de que se diluyera.

