En el corazón de Vitoria-Gasteiz, cada jueves y sábado, la Plaza de Santa Bárbara se transforma en un hervidero gracias al tradicional mercado municipal. Con una veintena de puestos, los productores locales presentan sus productos frescos y de calidad, desde frutas y verduras hasta exquisiteces como miel, queso, repostería, aceite, vino y pan.
Sin embargo, a pesar de su relevancia, los vendedores sienten que son los «grandes olvidados» por parte del Ayuntamiento. Con el inicio del mal tiempo, sus preocupaciones aumentan, ya que los puestos se encuentran bajo una pérgola sin paredes que no brinda suficiente protección contra las inclemencias climáticas.
La reciente lluvia del pasado jueves 26 dejó evidencia -una vez más- de esta situación: muchos productos, incluidos pan, vino y queso, acabaron empapados.

Ante esta situación, los vendedores reclaman la instalación de toldos desplegables adicionales, similares a los ya presentes en uno de los lados de la pérgola. «Un mercado en Vitoria debe estar protegido y no a la intemperie», reclaman.
«Se estropea el género, las cajas de cartón se mojan, siempre hay corriente», lamenta una vendedora, invitando a los responsables del Ayuntamiento a experimentar en primera persona las condiciones en las que trabajan. Otro vendedor advierte sobre los riesgos del viento, recordando incidentes pasados en los que los puestos han llegado a volarse.
Adicionalmente, la noticia sobre los dos millones de euros otorgados por los fondos europeos Next Generation al Ayuntamiento, destinados a potenciar los mercados locales y zonas comerciales, ha generado incertidumbre. Alejandro Sainz, presidente del mercado, señala que desconoce si parte de ese dinero beneficiará al Mercado de Santa Bárbara y critica la falta de comunicación tras el reciente cambio de gobierno en el Ayuntamiento.
Otro de los asuntos que preocupan en el mercado es el público que acude a él. «Hemos notado que cada vez viene menos gente, y eso supone que este punto de venta está dejando de ser un lugar atractivo para los vendedores». «Cada vez hay más huecos libres de puestos que han dejado de venir y que no se vuelven a ocupar» explica Sainz. «Tenemos la sensación que el Ayuntamiento apoya más a la Plaza de Abastos que a nosotros» remata.
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