El miércoles 24 de diciembre ha amanecido distinto en Álava. No es solo una cuestión de calendario. Desde primera hora de la mañana, en Vitoria-Gasteiz y en los cerca de 300 pueblos del territorio, el día se vive con otra calma, como si el tiempo se hubiera ajustado a lo que está a punto de ocurrir.
Las calles empiezan a moverse pronto, pero sin prisas. Hay persianas que se suben antes de lo habitual, panaderías con más trajín y conversaciones breves que siempre acaban igual: “esta noche ya es Nochebuena”. En pueblos grandes y pequeños, el ambiente se repite con matices propios.
Un día que avanza con expectación
El 24 de diciembre no necesita grandes anuncios. A medida que avanza la mañana, se van cerrando pendientes y se organizan las últimas horas antes de la noche. En muchos hogares alaveses, el día se reparte entre tareas sencillas y esperas silenciosas.
Es una jornada que no corre. Sabe que la tarde marcará el punto de inflexión, cuando la tradición vuelva a recorrer plazas, barrios y calles.
Cuando la tradición baja del monte
En Álava, este día está inevitablemente ligado a Olentzero y Mari Domingi. No llegan a un único escenario ni se quedan en un solo lugar. Su presencia se reparte por el territorio, adaptándose a cada pueblo, a cada barrio y a cada forma de celebrar.
En algunos municipios, la llegada es colectiva y visible; en otros, más discreta y cercana. Pero el mensaje es el mismo en todos: la Navidad ya está aquí.
La noche que reúne a los pueblos
Con la llegada de la Nochebuena, Álava se recoge. En cada uno de sus pueblos, la noche se vive a su manera, pero con un hilo común. Mesas preparadas, casas abiertas y calles que se vacían poco a poco mientras la vida se traslada al interior.
Es una noche de reencuentros, de conversaciones largas y de recuerdos compartidos, en la que el invierno acompaña desde fuera.
Un 25 que llegará sin prisa
Tras la intensidad del 24, el 25 de diciembre se abrirá paso con otro ritmo. El Día de Navidad será una prolongación natural de la víspera: más tranquilo, más pausado, pensado para quedarse.
Así, desde primera hora de este 24 de diciembre, Álava entra de lleno en los días centrales de la Navidad. Desde la capital hasta el último de sus pueblos, la historia se repite cada año, casi sin darse cuenta, como si siempre hubiera estado ahí.

