El 1 de abril de 1937 el franquismo asesinó a 16 personas que se encontraban detenidas y encarceladas en la prisión provincial de Vitoria-Gasteiz, situaba en el punto donde se cruzan la calle La Paz y la calle Postas. Los fusilamientos de Azazeta se produjeron de madrugada y fueron ordenados por el General Mola en su visita a Vitoria-Gasteiz el 27 de marzo, con el objetivo de ultimar la inminente ofensiva de las fuerzas sublevadas franquistas.
Con estos fusilamientos, además de querer mantener atemorizada a la población alavesa, se quiso también lanzar una advertencia de terror dirigida a Bizkaia, y a las fuerzas políticas contrarias a los sublevados. Por ello, los 16 asesinados -personas comprometidas políticamente-, representaban a distintas corrientes ideológicas y formaciones políticas del momento que se oponían a la sublevación.
La noche del 31 de marzo fueron puestas en libertad por mandato del delegado de Orden Público. Pero, en el exterior de la prisión, fueron de nuevo detenidas por un grupo de guardias civiles, requetés y falangistas. Los ataron «codo con codo» para, seguidamente, subirlos a dos vehículos dispuestos para la ocasión. La comitiva abandonó la ciudad y se encaminó hacia Estella. Se detuvo en el punto kilométrico 16 de la carretera A-132. Una vez abandonados los vehículos, los detenidos fueron llevados, monte arriba, a un lugar situado aproximadamente a 70-80 metros de la cuneta derecha. Allí los fusilaron, sin juicio previo, y fueron semienterrados en una fosa cavada previamente.
La ejecución fue silenciada por la prensa local pero la noticia de la barbarie, así como la identidad de las víctimas, se difundieron rápidamente y conmocionaron a la ciudad.
El impacto de los asesinatos de Azazeta pudo provocar el replanteamiento de las formas de represión de las fuerzas franquistas, sustituyendo, en parte, los paseos y asesinatos por el asesinato legal, mediante fusilamiento, de los presos previamente condenados por la justicia militar previo consejo de guerra.
Los restos de Teodoro González de Zarate, José Luis Abaitua, José Collell Aguilá y Manuel Hernández fueron sigilosamente exhumados y enterrados en el cementerio de Santa Isabel de Vitoria-Gasteiz en 1939 por el sacerdote Pedro Anitua. Los otros 12 se encuentran enterrados en El Salvador tras su exhumación en 1978.
Entre las víctimas había afiliados a partidos políticos y sindicatos, barberos, trabajadores de telégrafos e incluso aceituneros.
– Teodoro González de Zarate, alcalde de Vitoria-Gasteiz, afiliado a Izquierda Republicana.
– Francisco Díaz de Arcaya, tornero, concejal de Vitoria-Gasteiz, afiliado al PSOE.
– José Luis Abaitua Pérez, burukide del ABB, EAJ-PNV.
– Víctor Alejandre, de Valdegovía, militante del Partido Republicano Radical Socialista.
– Eduardo Covo González, vitoriano, empleado de Telégrafos.
– Jaime Conca Amorós, aceitunero vitoriano.
– José Domingo Elorza San Vicente, pintor vitoriano, afiliado al PSOE.
– Constantino González Santamaría, barbero vitoriano.
– Francisco Garrido Sáez de Ugarte, ajustador, de Apellaniz, afiliado a CNT.
– Prisco Hermua Arrízola, jornalero vitoriano afiliado a CNT.
– Antonio García Bengoetxea, mecánico vitoriano.
– Jesús Estrada Ábalos, mecánico y afiliado al PCE.
– Daniel García de Albéniz Azazeta, labrador de Maestu, afiliado CNT.
– Manuel José Collel Aguilá, ferroviario vitoriano afiliado a Unión Republicana.
– Manuel Hernández Ibañez de Garaio, ferroviario vitoriano.
– Casimiro Cerrajería Zarranz, pirotécnico vitoriano afiliado a UGT.