OPINIÓN | Izaskun Bilbao es una de las europarlamentarias más conocidas del PNV. Lleva muchos años en la institución y su utilización de las redes sociales es bastante adecuada, informando sobre su actividad en el Parlamento Europeo y lanzando mensajes políticos bastante bien enmarcados.
Sin embargo, el pasado 25 de febrero publicó un tuit en su cuenta de Twitter que me llamó la atención.
Inmediatamente, le envié el tuit a un compañero politólogo y experto en comunicación. Su respuesta fue significativa: No pretendo centrarme en este post en la publicación de Izaskun Bilbao, como he dicho, me parece una política buena y que comunica bien en sus redes sociales. El error de la europarlamentaria, y que mi amigo y yo vimos rápidamente (y que al parecer, nadie del equipo de Bilbao vio), fue su expresión facial en la fotografía que acompañaba el tuit.
La conversación con mi compañero continuó. Hablamos sobre su expresión facial y lo que comunicaba, ambos sorprendidos por el error que suponía y el poco impacto que había generado (en otros contextos esta foto sería un buen material de meme).
Concluimos que la verdad es que los errores de este tipo son bastante habituales en Euskadi. Todos los partidos, tarde o temprano, los cometen y lo peor es que no parecen darse cuenta de ello. Parece que les importa muy poco.
¿Qué habría pasado en otros contextos con este tuit?
Por mi experiencia en campañas, os puedo decir que a la política le habría acompañado no solo su community manager, sino también su fotógrafo. Este habría hecho posiblemente cientos de fotos de la reunión, habría hecho una selección de las mismas con las mejores fotografías y le habría enviado al community manager esas imágenes. El community habría seleccionado la imagen más adecuada para el mensaje y se habría publicado en redes sociales. Un proceso largo, pero que hace que los errores que se puedan cometer sean menos.
El principal error que cometen los políticos vascos es la falta de tiempo. Fijaos que la reunión no tenía una gestión muy corta. No era una crisis, no se necesitaba publicar con inmediatez, y, sin embargo, parece que el proceso ha sido rápido y sin revisión. Posiblemente, haya sido el propio community manager quien ha realizado una sola foto del encuentro.
¿Pero por qué digo que esta foto es el síntoma más evidente de que a los políticos vascos les importa una mierda la comunicación política?
La comunicación política da importantes réditos electorales, de marca y de engagement a quien la ejecuta bien, pero tiene un problema: es cara.
Requiere contar con equipos de profesionales y un organigrama y funciones bien definidas y estructuradas. Procesos de elaboración, toma de decisiones y ejecución que suelen ser más lentos de lo que nos exige la inmediatez de las redes sociales. El primer y principal síntoma de que algo no está funcionando bien en un equipo de comunicación política es la imagen y sí, todos los partidos vascos cometen el mismo error tarde o temprano. Lo hacen porque, en su afán de ser rápidos y de ahorrarse los sueldos de los profesionales, asignan funciones a los perfiles profesionales no adecuados para ellas.
Pero el asunto va mucho más allá. Últimamente, he tenido conversaciones con militantes de varios partidos y todos me han trasladado la preocupación de que de cara a la campaña electoral, las decisiones se están tomando sin datos encima de la mesa. Yo no digo que las encuestas tengan que ser lo único a tener en cuenta para tomar decisiones estratégicas, pero ignorarlas me parece tremendamente desafortunado. En Euskadi, los mal llamados «war rooms» electorales (organismos internos de una campaña donde se toman decisiones estratégicas y se lleva el día a día de la campaña) están compuestos principalmente por perfiles políticos poco o nada profesionales, no cuentan con sociólogos o expertos en encuestas o estadística, a la hora de elaborar discursos no se tienen en cuenta cuestiones históricas con un historiador, el estratega en redes sociales suele ser un «sobrinity manager» que tiene muchos seguidores en Instagram, pero que no sabe cómo recoger e interpretar las métricas que dan esas redes sociales.
En esos «war rooms», las funciones de cada miembro no están bien definidas y los procesos de toma de decisiones y de gestión del día a día son difusos y poco concretos. Los partidos políticos vascos lo hacen así por dos razones: en primer lugar, porque estructuran sus campañas desde los partidos y trabajan con lo poco y malo que tienen, y en segundo lugar, porque prefieren ahorrarse los sueldos de buenos profesionales que podrían realizar un buen trabajo.
Siento decirlo, pero esto es un problema común en todos los partidos políticos vascos. La conclusión es sencilla: en Euskadi, la comunicación política nos importa poco. El problema es que mientras a los partidos políticos les importe poco su propia imagen y resultados, a los ciudadanos no les afectará demasiado. El drama llega cuando llevan estas formas de actuar a las instituciones que van a gobernar. Ahí es donde la democracia sufre.
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