
Ha pasado más de un año desde que el Gobierno estatal tomara cartas en el asunto y se tomara en serio los bochornosos beneficios que estaba obteniendo la banca gracias a las contantes subidas de tipos de interés que marcaba el Banco Central Europeo (BCE). Cuatro fueron en 2022 (y seis más al siguiente año). Durante la segunda mitad de año tomaba forma la Ley que iba a establecer el nuevo impuesto para las entidades de crédito y establecimientos financieros.
En países vecinos es algo que lleva muchos años haciéndose. Básicamente, consiste en gravar al 4,8% el margen de beneficio que los bancos que facturen más de 800 millones por estos conceptos obtienen. Es decir, aplicar un tipo del 4,8% al margen de intermediación (la diferencia entre los intereses que cobra el banco a sus clientes y los que paga la entidad cuando recibe financiación). La misma fórmula afecta a las comisiones bancarias. Hasta el 28 de diciembre no se pudo publicar, pero mucho antes ya se había puesto a funcionar la maquinaria para enfangar y adulterar la opinión pública.
Varios fueron los artículos de opinión disfrazados de noticia que anunciaban futuros apocalípticos en los que tendríamos menor crecimiento de la actividad y del empleo, una recaudación por debajo de lo esperado y caídas estrepitosas en bolsa por culpa de este impuesto que el consejero delegado de CaixaBank, el señor Gonzalo Gortázar, calificó como “injusto, distorsionador y contraproducente”. Nada de esto es novedad. Los poderosos en cuanto algo les molesta azuzan a sus perros para que ladren a todo lo que se mueva.
Lo curioso es que hubo un movimiento que descolocaba un poco. En noviembre del 2022, a petición del Banco de España, el BCE (al que supone cierta imparcialidad y criterio técnico) emitió un dictamen sobre la proposición de Ley y advirtió de varios riesgos. Con el tiempo se ha podido comprobar que la argumentación utilizada solo puede responder: a medias verdades interesadas, a realidades tergiversadas y/o a desconocimiento. No sé cuál de las situaciones me da más miedo.
Pero hay una conclusión que llama la atención por encima del resto. El texto dice así “es posible que esta sentida desregistren unos beneficios bajos o pérdidas en el momento en que se recaude de forma efectiva”, por lo que se entiende que preveían que las cosas no iban a ir muy bien. Parecía que el futuro de los bancos no era nada halagüeño. El que los controlaba había puesto por escrito que igual perdían dinero.
La verdad es que la realidad es tozuda y durante este año la banca española no parece haberse resentido de ningún modo (¡Oh! ¡SORPRESA!). Los resultados del primer pago que las principales entidades han realizado (Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter, Unicaja, Kutxabank o Cajamar) han supuesto una recaudación para las arcas del Estado de 637 millones de euros. El impacto ha sido mucho menor de lo anunciado por parte del BCE al haberse compensado no solo con una revalorización de sus acciones (un 38%), sino también con un incremento histórico de sus beneficios. En el año 2022 fueron de casi 21.000 millones de euros, un 28% más que el 2021, y este año se prevé que la cuantía final ronde los 25.000 millones.
Y ya llegamos al presente, a noviembre de 2023. Pedro Sánchez acaba de ser elegido presidente y se espera que en breve anuncie a las personas que conformarán el Gobierno. Con total seguridad, una de ellas será Yolanda Díaz y con ella tiene firmado un acuerdo que recoge más de 200 medidas a desarrollar durante los próximos años. La que es objeto de este artículo dice así “revisaremos los gravámenes sobre la banca y las empresas energéticas con el objetivo de readaptarlos y mantenerlos
una vez que expire su periodo de aplicación actual para que ambos sectores sigan contribuyendo a la justicia fiscal y al sostenimiento del Estado de bienestar”. La verdad es que ha pasado desapercibido entre: tanta gente disfrazada de don Quijote, espantadas y renuncias, banderas con aguiluchos y señoras de bien gritando como ciervo durante la berrea. No dudo que SUMAR reclamará con urgencia la reformulación y puesta en marcha, tampoco dudo que el PSOE se hará el remolón e intentará retrasarlo todo lo posible y una vez aprobado, se anotará el tanto.
Cuando esto suceda, la banca volverá a poner en marcha su maquinaria de difamación. Volverá a intentar quedarse con los beneficios caídos del cielo mientras restringe el crédito a las familias. Seguirá cerrando oficinas y dando peor servicio a la vez que nos cose a comisiones. Seguirá mirando a otro lado mientras nuestras hipotecas suben como la espuma (la de un servidor cerca del 40%). Volverán demostrar que ellos siguen siendo unos hijos de… perdón, a ellos también les gusta la fruta.
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