En conmemoración del Día Internacional de la Mujer este 8 de marzo, rendimos homenaje a una figura trascendental en la historia de la educación y el feminismo en España: María de Maeztu y Whitney. Nacida en Vitoria el 18 de julio de 1881 y fallecida en Mar del Plata el 7 de enero de 1948, Maeztu dejó una huella indeleble como pedagoga, humanista, y defensora incansable de la educación femenina.
Desde sus primeros pasos académicos, Maeztu se distinguió por su brillantez y su compromiso con la mejora educativa. Su formación la llevó desde la Escuela Normal de Magisterio hasta la Universidad de Salamanca y, finalmente, la Universidad de Madrid, donde se licenció en Filosofía y Letras. Impulsada por una beca de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Maeztu amplió sus horizontes en Inglaterra, Bélgica, y Alemania, lo que enriqueció su visión pedagógica y la consolidó como una figura pionera en la educación española.
Su mayor legado fue la creación y dirección de la Residencia de Señoritas en Madrid (1915-1936), un proyecto innovador que abrió las puertas de la educación superior a las mujeres en España. Este espacio no solo ofrecía residencia y clases, sino que también se convirtió en un centro de encuentro cultural, atrayendo a figuras destacadas como Concha Méndez, Victoria Kent, y Gabriela Mistral, entre muchas otras. La Residencia de Señoritas simbolizó un faro de progreso y un modelo de educación inclusiva, marcando un antes y un después en la historia de la educación femenina en España.
Maeztu también jugó un papel crucial en la internacionalización de la educación española, estableciendo lazos con instituciones y universidades norteamericanas. Su dedicación a la causa feminista y su convicción en la importancia de la contribución femenina a la cultura y la ciencia la llevaron a fundar, junto a Clara Campoamor, la Asociación Española de Mujeres Universitarias, y a participar activamente en congresos internacionales.
Su exilio durante la Guerra Civil Española y su posterior establecimiento en Argentina no mermaron su espíritu ni su compromiso con la educación y el feminismo. Hasta su muerte, Maeztu continuó impartiendo conferencias, escribiendo, y trabajando por la educación, dejando un legado que trasciende fronteras y generaciones.
Hoy, en su honor, recordamos a María de Maeztu no solo como una educadora y humanista excepcional, sino también como un símbolo de la lucha por la igualdad de género y la emancipación de la mujer a través de la educación.
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