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El lado más poeta de los concejales, desde Gloria Fuertes hasta Kirmen Uribe pasando por Mónica Betancur

Un concejal de cada partido ha leído un poema, iniciando con Elisa Rueda, directora del festival Poetas en Mayo

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En el marco del festival Poetas en Mayo, el Pleno municipal del Ayuntamiento de Vitoria celebró una emotiva sesión poética. Un concejal de cada partido ha leído un poema, iniciando con Elisa Rueda, directora del festival, quien ha presentado un poema de su próximo poemario «Nidos sin techo», inspirado en su experiencia acompañando a personas sin hogar en las calles de Vitoria.

Óscar Fernández, de Elkarrekin, recitó «Deshacer lo injusto» de Gloria Fuertes, seguido por Beatriz Artolazabal con «Amesgaiztoa» de Kirmen Uribe. Ainhoa Domaica, del PP, leyó «En tus manos» de Mónica Betancur, Jon Armentia, del PSE-EE, compartió «Lo que puede el dinero» de Juan Ruiz Arcipreste de Hita y Amancay Villalba de EH Bildu «Nosotros enseñamos vida, señor» de Rafeef Ziadah- Palestina. La alcaldesa Maider Etxeberria cerró la sesión con «Algo sucede» de Gloria Fuertes.

Elisa Rueda, directora del festival

«Nidos sin techo»

Unas décimas de fiebre
de mi nieto hacen que no vaya a la ikastola.
Es un jueves de primavera adelantada,
un día perfecto para paladear con él
el centro de la ciudad,
despacio, de la mano.

Nidos sin techo nos ven pasar.

La calle Postas nos detiene.
Sentada en el suelo, ha preparado un pequeño altar.
Apoyada en la pared de piedra,
preside el centro de un retablo
tallado con tres ventanales
que enmarcan anuncios del banco Sabadell.
-Por ti, que quieres lo mejor para tu empresa-
-Por ti que buscas las mejores soluciones-
-Por ti que quieres que tu empresa llegue cada día más lejos-

Un arco iris de pulseras,
de los mismos colores de los anuncios,
se abraza a un tubo de cartón.
-Acepto comida, gracias- y una carita sonriente en otro cartón.
-Producto artesanal. Pulseras a la voluntad.

Nos paramos.
Miramos cómo está trenzando una pulsera.
No necesita sus ojos
para hacer los movimientos precisos
para avanzar en la cadeneta roja,
son sus manos las que tejen, las que ven.
Son manos, que hablan,
que son un manifiesto,
que gritan su identidad.
G-I-R-L cada sílaba tatuada
en las falanges de sus dedos de la mano izquierda,
R-U-D-E tatuada cada sílaba
en las falanges de su mano derecha.

Martín, mi nieto, tres años,
quiere aprender a hacer pulseras.
-Te molesta que te hable, que te pregunte- le digo-, no quiero molestar.

Una dentadura hecha para sonreír
me invita a conversar.
-No, para nada, puedes preguntarme.

De Barcelona.
35 años, con 18 se fue de casa.
Llegó a la calle por amor
y continuó a la intemperie
cuando llegó el desamor y el abandono.

-La calle es mi casa.
Hay cosas que crees indispensables y no lo son.
Se puede vivir sin apenas nada.
Al principio no sabía ni pedir,
aún hoy, me cuesta.
Por eso acepto comida, hago pulseras,
pinto cajas a cambio de la voluntad.
¿Familia?
Los compañeros de la calle.
Uno de ellos es como mi hermano mayor.
Soy sociable, pero a la vez, antisocial.

¿Mañana?
Mañana no sé dónde me podrás encontrar.
Busco para dormir un lugar techado por si llueve
y mejor que esté concurrido.
Por la mañana estaré cerca de ese lugar.

¿Mi nombre?
Mi nombre es Alma.
Ahora me cuido
y me quiero.
Mi nombre anterior no quiero recordarlo.
Siempre me sentí diferente.
En la adolescencia ya sabía que era mujer.
Estoy haciendo la transición,
y desde que inicié el proceso de cambio,
digo lo que pienso.

Se sufre en la calle
transfobia, misoginia.

Esta ciudad es muy guay.
Algún problema con los municipales.
Mis papeles tienen escrito un nombre que no me identifica.
Aunque diga que soy mujer, que soy trans,
me siguen hablando en masculino.

No hay rencor, no hay rabia,
no hay odio en sus palabras.
Mueve la cabeza con resignación
y los aros que adornan sus orejas
salpican luz del mediodía.

Martín elige una pulsera verde,
su color favorito.

Ayer, mi nieto me dijo que quería jugar,
él sería la chica que hacía pulseras
y yo le podía preguntar

-¿Cómo te llamas?

-Me llamo Alma,
vivo en la calle,
ahora me cuido y me quiero
.

Y lo abrazo
y abrazo a Alma.
Alma
Alma
Alma

¡Que la ciudad, que la vida te abracen!


Óscar Fernández, Elkarrekin.

“Deshacer lo injusto” de Gloria Fuertes

No sé escupir,
pero voy a aprender
para escupir sobre las tumbas
de todos los culpables de las guerras.

No tengo uñas,
pero quisiera tener garras
para atrapar desde mi altura
a los hombres reptiles.

No tengo poder,
pero tengo la fuerza de los pueblos
que sufren.

No tengo cultura,
pero tengo el corazón sabio
de estar con los que no tienen nada.


Beatriz Artolazabal, PNV

«Amesgaiztoa» de Kirmen Uribe

Haurrekin amets egin dut, gaur ere,
gerrako haurrekin.
Automobil batean zihoazen
muga zeharkatzeko asmoz, nagusirik gabe
bakarrik, gidatzen ere doi-doi zekitela.
Gurasoek, etsiturik,
nahiago zuten haurrak autoistripuz hiltzea
egunero bonbek urratzen
duten hirian baino.
Ihesi zihoazen, halabeharrak utzitako
azken aukera profitatu
nahian.

Esnatzeko eginahalak egin,
baina
behin eta berriz hondoratzen nintzen amesgaizto hartan. / Beti amets bera.
Haurrekin egin dut amets. Gerrako
haurrekin.
Neu ere haurra nintzen. Eta
ihes egiten genuen,
mugarantz, kantari:
“Nora goaz? Ez dakit!
Nora goaz? Gu pozik!”.


Ainhoa Domaica, Partido Popular

«En tus manos» de Mónica Betancur

Está en tus manos las ilusiones
y el término que le designes,
el trabajar para que crezcan,
con ánimo y designio.

Está en tus manos las ganas
de hacerle frente a la vida.
Buscar soluciones,
indagar por nuevos caminos.

Está en tus manos alcanzar retos,
sostenerlos y crecer con ellos,
ser tu propia fuerza,
te llevará lejos.

Está en tus manos luchar
por todos tus anhelos,
buscar alternativas
y escuchar buenos consejos.

Está en tus manos lograr
lo que quieres que tu vida sea,
solo da el primer paso
pero nunca retrocedas.


Jon Armentia, PSE-EE. 

«Lo que puede el dinero» de Juan Ruiz Arcipreste de Hita.

Hace mucho el dinero,
mucho se le ha de amar;
al torpe hace discreto
y hombre de respetar;
hace correr al cojo
y al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos
bien lo quiere tomar.

También al hombre necio
y rudo labrador
dineros le convierten
en hidalgo doctor;
cuanto más rico es uno,
más grande es su valor,
quien no tiene dinero
no es de sí señor.

Y si tienes dinero
tendrás consolación,
placeres y alegrías
y del Papa ración,
comprarás Paraíso,
ganarás la salvación;
donde hay mucho dinero
hay mucha bendición.

Él crea los priores,
los obispos, los abades,
arzobispos, doctores,
patriarcas, potestades,
a los clérigos necios
da muchas dignidades,
de verdad hace mentiras,
de mentiras hace verdades.

Él hace muchos clérigos
y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas,
religiosos sagrados,
el dinero les da
por bien examinados,
a los pobres les dicen
que no son ilustrados.

Yo he visto muchos curas
en sus predicaciones
despreciar al dinero,
también sus tentaciones,
pero, al fin, por dinero
otorgan los perdones,
absuelven los ayunos
y ofrecen oraciones.

Dicen frailes y clérigos
que aman a Dios servir
más sí huelen que el rico
está para morir,
y oyen que su dinero
empieza a retiñir,
por quién ha de cogerlo
empiezan a reñir.

En resumen lo digo,
entiéndelo mejor:
el dinero es del mundo
el gran agitador,
hace señor al siervo
y siervo hace al señor;
toda cosa del siglo
se hace por su amor.


Amancay Villalba, EH Bildu

«Nosotros enseñamos vida, señor» de Rafeef Ziadah- Palestina

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada que tenía
que caber en audio digital y límites de palabras.
Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada que tenía que caber
en audio digital y límites de palabras con suficientes estadísticas
como para contrarrestar una respuesta mesurada.
Y yo perfeccioné mi inglés y me aprendí mis resoluciones de la ONU.
Pero aun así, me preguntó:
“Señorita Ziada, ¿no cree que todo se resolvería si dejaran
de enseñar tanto odio a sus hijos?”
Pausa.
Miro en mi interior.
Busco fortaleza para tener paciencia, pero
no tengo paciencia en la punta de la lengua
mientras caen bombas sobre Gaza.
La paciencia me ha abandonado.
Pausa;
sonrisa.
“Nosotros enseñamos vida, señor”.
(Rafif, acuérdate de sonreír).
Pausa.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros los palestinos
enseñamos vida después de que ellos
han ocupado los últimos cielos.
Nosotros enseñamos vida después de que ellos
han construido sus asentamientos y muros de apartheid,
más allá
de los últimos cielos.
Nosotros enseñamos vida, señor.

Pero hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada
para caber en audio digital y límites de palabras.

Y danos sólo un reportaje, un reportaje con lado humano.
Verás, esto no es político.
Sólo queremos hablarle a la gente
de ti y de tu pueblo,
así que danos un reportaje humano.
No menciones las palabras
“apartheid”
y
“ocupación”.
Esto no es político.
Me tienes que ayudar
como reportera
a ayudarte a contar tu historia,
que no es un reportaje político.

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.

¿Y qué tal si me das un reportaje
sobre una mujer en Gaza que necesita medicinas?
¿Qué tal acerca de ti?
¿Tienes suficientes huesos rotos en las extremidades
como para cubrir el sol?
Pásame tus muertos y dame una lista
de sus nombres
en un total de mil doscientas palabras.

Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada que tenía que caber
en audio digital y límites de palabras
y conmover a quienes
son insensibles a la sangre
terrorista.

Pero ellos sintieron pena.
Sintieron pena por el ganado en Gaza.
Así que les di
resoluciones de la ONU
y estadísticas
y deploramos
y rechazamos.
Y éstos no son lados iguales,
ocupadores y ocupados.
Y cien muertos, doscientos muertos, y mil muertos.
Y entre eso,
entre crimen de guerra y masacre,
ventilé las palabras y sonreí,
-no exótica-
-no terrorista-
Y cuento:
Cuento cien muertos, doscientos muertos, mil muertos.

¿Hay alguien ahí?
¿Escuchará alguien?

Quisiera poder llorar sobre sus cadáveres.
Quisiera simplemente
correr descalza
por cada campo de refugiados
y abrazar a cada niño;
cubrir sus oídos
para que no escuchen el sonido
de las bombas
por el resto de sus vidas,
como yo lo escucho…

Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.

Y déjame decirte:
No hay nada que tus resoluciones de la ONU
hayan hecho en absoluto sobre esto.

Y no hay audio digital,
-ningún audio digital que se me ocurra,
no importa cuán bueno mi inglés sea-
no hay audio digital
no hay audio digital
no hay audio digital
no hay audio digital
que los devuelva a la vida.
No hay audio digital que arregle esto.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros enseñamos vida, señor.

Nosotros
los palestinos
nos levantamos
cada mañana
para enseñar
al resto del mundo
vida,
señor.


Maider Etxebarria, alcaldesa.

«Algo sucede» de Gloria Fuertes

Algo me pasa
que en mi pecho existe.
Vuelan hormigas
y discurren peces.
Suena la sangre
y el tambor convoca.
Hay un incendio
cerca de mi pulso.

De nuevo el tigre
lanza su mensaje.
Tiene mi cama
sed de otra figura.
Vuelven las venas
a cantar presagios.
Torna el insomnio
con sus mil disfraces.

Lavo mis manos
para hacerlas suyas,
peino el cabello,
río a las vecinas.
Y cuanto miro
se convierte en agua.

¡Esto es amor
y lo demás miseria!


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