Vitoria, la ciudad de las flores marchitadas

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OPINIÓN


Pues sí, nuestra entrañable y emblemática ciudad se convertirá en la Ciudad de las Flores; y a mí, que presumo de tener algo de memoria, aunque cada vez más débil o centrada en lo que no debe estar centrada, me cuesta recordar cuántos apellidos ha tenido nuestra urbe en las últimas décadas.

Hagamos memoria: En los últimos años, Vitoria-Gasteiz ha sido la “Ciudad Verde Europea” (tal vez el único título que en su día mereció la pena), “Ciudad Gastronómica”, “Ciudad del Café”, “Ciudad de la Juventud” (permítanme una risa sarcástica), “Ciudad del Deporte”, “Ciudad del Vino” y ahora parece que seremos la “Ciudad de las Flores”. Caramba, si después de ser la Wuhan de Europa, nos autoasignamos el sobrenombre de “Ciudad 0COVID”.

Nos lo podemos tomar como un chiste, el típico chascarrillo con el que bromean los vecinos de las ciudades cercanas, aunque seguimos siendo conocidos (de manera injusta) como la “Ciudad de las Rotondas”. El problema es que el chiste ya no tiene ninguna gracia. Esta moda de buscar una identidad efímera nos está suponiendo un gasto en dinero público que puede que tenga un retorno (solo para algunos muy centrados), pero deja muy clara la falta de inteligencia estratégica de nuestra clase política; y eso que durante algunos años la hubo.

Nuestra decepcionante clase política se seguirá empeñando en pequeñas marcas efímeras vacías de contenido 

Sigamos haciendo memoria: En el momento en el que las ciudades de Euskadi salían del desierto del franquismo y comenzaban a labrar su nueva identidad, llegó Cuerda y fijó un horizonte por el cual la ciudad era reconocida a nivel estatal. Éramos la ciudad de los servicios públicos y de la calidad de vida. El ayuntamiento hizo un esfuerzo titánico por llegar a todos los lugares de la ciudad y empeñó en ello mucho dinero y mucho tiempo. Eso es lo que más me impresiona de aquella ciudad y su clase política, la capacidad de generar estrategias a largo plazo. No es que fuésemos muy conocidos entre el público general, pero nos daba igual; en Gasteiz presumíamos de vivir bien de puerta a dentro y de tener un ayuntamiento más preocupado en sus ciudadanos que en el nombre de cara al exterior, y eso era lo que nos daba una marca de ciudad fuerte.

Los tiempos cambian, las sociedades evolucionan y el esfuerzo titánico por generar y consolidar esa marca se fue desvaneciendo y apareció un nuevo reto, anclado en nuestros parques, en la calidad de nuestro aire y de nuestra agua, en un transporte público de calidad y respetuoso con el medio ambiente y, sobre todo, tuvimos dos alcaldes (ninguno santo de mi devoción, pero oigan, al César lo que es del César), que se fijaron un objetivo a largo plazo y unieron a toda la ciudad en torno a ese objetivo. Fue un momento importante en nuestra historia y la apoteosis del triunfo y la consecución del título Green Capital nos hizo sentirnos orgullosos del camino y de la ciudad.

Pero los tiempos cambian, las sociedades evolucionan y nuevamente nos vemos en la necesidad de buscar una identidad que nos defina. El problema es que hoy nos falta lo que antaño tuvimos, una clase política que tenga visión de conjunto, a largo plazo y que se empeñe como niño enfadado en definir, pensar e implementar una nueva marca de ciudad.

Para el problema que se nos plantea encima de la mesa, tenemos varias soluciones (spoiler: ninguna es perfecta).

Cada vez estoy más convencido de que esta ciudad necesita algo nuevo

La primera, la que se está implementando: cada año, tener una o dos o tres o las que sean, marcas de ciudad diferentes. Nefasto y producto de una clase política, sin ideas, sin principios y, lo que es más preocupante, sin inteligencia estratégica. Parece que más que definirnos de cara al exterior y generar una marca de la cual sentirnos orgullosos, buscamos el beneficio rápido, llenar hoteles, bares y calles sin ningún sentido. Puede servir si el objetivo es llenar las arcas de los empresarios de hostelería de la zona centro, pero poco más aporta a la ciudad y agota en exceso a la vecindad.

La segunda es seguir con la marca ciudad Green. Sé que es la opción preferida de muchos, pero seamos sinceros, en crisis climática, todas las ciudades o un número importante de ellas son Green. Vamos, lo verde está de moda y si te pones una camisa verde en un baile lleno de camisas verdes, ¿qué sucede? Pues que no destacas. Que no se me entienda mal, creo que Gasteiz tiene que seguir siendo Green y las políticas verdes centrales dentro de la acción de un ayuntamiento, pero eso ya no nos diferencia ni nos identifica.

La tercera opción es buscar una nueva marca, definir un objetivo a conseguir al cabo de muchos años (y no tiene por qué ser un título) e insistir, aglutinar y construir una historia común.

Humildemente, yo había apostado por aprovechar nuestro patrimonio histórico, nuestra larga historia y la facultad de historia de la UPV y apostarle a la ciudad histórica como marca identificativa. En Pamplona tuvieron más visión que nosotros y ya han hecho ese camino. Además, no sé por qué extraños intereses, alguien se ha empeñado en convertir nuestro patrimonio histórico y arquitectónico en un Airbnb. Una pena y una oportunidad perdida de exponernos al mundo con todo lo que hemos sido y lo que somos.

Mientras tanto, nuestra decepcionante clase política se seguirá empeñando en pequeñas marcas efímeras, vacías de contenido, que no les supongan mucho riesgo y les permita continuar en el poder (unos) y volver al mismo (otros).

Cada vez estoy más convencido de que esta ciudad necesita algo nuevo y no parece que vaya a pasar mucho tiempo para que llegue.

GasteizBerri no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores.


INFORMACIÓN DEL AUTOR

MIKEL GÓMEZ

Politólogo experto en comunicación política. Ha trabajado en diversas campañas electorales en México y Colombia y ha desarrollado investigaciones sobre el sistema de partidos políticos en Euskadi.


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1 COMENTARIO

  1. En mi opinión lo que acabamos de perder es lo de «Green Capital». En el momento que se ha dejado construir en el mayor valor ecológico que tenemos que es la reserva de Salburua, hemos dado el mayor paso atrás que se puede dar. Todos aquellos que apreciamos la naturaleza conocemos como afecta esta situación a la biodiversidad. Si no estoy equivocado, este departamento es de la Concejala Beatriz Artolazabal. Pero como el que construye es el Sr. Querejeta, pues a callar. Los intereses de los políticos, son ellos mismos. ¿Dónde están ahora los supuestos partidos buenistas de nuestra ciudad? Lo dicho, hace muchos años que estas cosas no se dan en ningún lugar de nuestra geografía, y las reservas naturales son intocables y construir totalmente pegado, es inconcebible, Ya hubo un desmán al dejar construir la Ciudad Deportiva y la sede de Kutxabank. La torpeza ha ido a mayores y da vergüenza ajena. Mis respetos a quienes opinen que eso es progreso, para mi es un fracaso y una decepción de quienes no lo tenían que permitir y de los que callan o lo comentan por quedar bien.

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