Alfredo Vázquez, presidente de la asociación Accionistas Albiazules, se pronuncia con firmeza en una entrevista concedida al podcast de GasteizBerri para denunciar lo que considera un «ninguneo sistemático» hacia los pequeños accionistas del Deportivo Alavés. Desde la falta de diálogo con la directiva hasta la preocupación por los proyectos de futuro del club, Vázquez no deja un tema sin abordar, con un enfoque especial en la posible desaparición de Mendizorroza como hogar del alavesismo.
Una lucha que empezó en 2003
«Accionistas Albiazules nació en 2003, en un momento en el que la sociedad anónima deportiva comenzaba a mostrar signos de debilitamiento económico», recuerda Vázquez. Por entonces, el club estaba bajo el control de Gonzalo Antón, pero su salida parecía inminente.
«Decidimos juntarnos, un grupo de pequeños accionistas, con la idea de defender nuestros derechos y tener algo de maniobrabilidad en las juntas, aunque fuese desde la endeblez del pequeño accionista», explica. La asociación está formada actualmente por unos 70 socios, que poseen en conjunto el 0,5% del accionariado del club, una cifra que en su día llegó al 1%, pero que se ha diluido con las ampliaciones de capital.
«En su momento compramos acciones no para controlar el club, sino por amor al Alavés, por el sentimiento de pertenencia. Queríamos ser parte de algo que consideramos nuestro, aunque el modelo actual no sea el que nos gustaría», añade.
La exclusión del pequeño accionista
El modelo de gestión del Alavés, controlado por las sociedades Kiroletako Bazkideak SL (70,44%) y Lazkaokoa, S.L. (8,57%), deja poco espacio para la participación de accionistas minoritarios. «Siempre hemos estado en manos de una mayoría accionarial que controla al menos el 51%. Esto es legal, pero no significa que nos guste», subraya Vázquez.
El presidente de esta asociación de accionistas también critica duramente la falta de interlocución con la directiva: «El señor Josean Querejeta no nos recibe desde junio de 2012, y Alfonso Fernández de Trocóniz, desde diciembre de 2019. Nos sentimos apartados y ninguneados».
Este aislamiento se ha hecho evidente en la reciente presentación del proyecto Ondare, donde no se ha contado con la presencia de los pequeños accionistas. «No se nos invitó ni se nos consultó. Es algo que consideramos un desprecio absoluto», afirma.
Mendizorroza: la casa del alavesismo en peligro
Uno de los temas que más inquieta a la afición es el futuro de Mendizorroza. Mientras la directiva baraja la posibilidad de construir un nuevo estadio fuera del centro urbano, Vázquez defiende la reforma del actual. «Mendizorroza no es solo un estadio, es la casa del alavesismo. Junto con El Molinón y Mestalla, es uno de los pocos estadios que siguen en su ubicación original. Hay un vínculo sentimental muy fuerte que no se puede ignorar».
Pero la defensa de Mendizorroza no es solo emocional. Según Vázquez, su ubicación estratégica beneficia a la ciudad de múltiples maneras: «Ir al estadio permite que miles de personas se desplacen a pie o en transporte público. Esto activa la hostelería y el comercio local. Cuando juega el Alavés, la ciudad lo nota. Eso no ocurre con el Buesa Arena en Salburua, donde todo depende del vehículo privado».
Además, cuestiona la viabilidad de construir un nuevo estadio: «La Liga, a través de los fondos CVC, recomienda invertir solo en infraestructuras de propiedad de las SAD, pero otros clubes como la Real Sociedad con Anoeta o Osasuna con El Sadar han reformado estadios municipales. ¿Por qué aquí no es posible?».
Un presupuesto histórico, pero con dudas
En la junta de accionistas celebrada la semana pasada, el club presentó unas cuentas que reflejan un superávit de 2,5 millones de euros y el mayor presupuesto de su historia: 77 millones de euros. Sin embargo, Vázquez muestra sus reservas: «Sobre el papel, parece que la salud económica es buena. Pero cuando escarbas en los informes, surgen dudas sobre la sostenibilidad de los proyectos».
Alfredo Vázquez destaca que buena parte del futuro financiero del Alavés depende de recursos públicos, algo que exige una transparencia que, según él, no siempre se cumple. «No ponemos en duda la veracidad de las cifras, pero sí la letra pequeña que esconden. Hay demasiadas incógnitas sobre cómo se sostendrán los proyectos a largo plazo».
La afición y su papel en el futuro
Para Vázquez, el debate sobre Mendizorroza ha logrado unir a la afición como pocas veces antes. «El pasado 10 de mayo, antes del partido contra el Girona, todos los colectivos albiazules, incluidas las peñas y nuestra asociación, leyeron un manifiesto conjunto en defensa del estadio. Fue una muestra de unidad que debe ser tenida en cuenta».
Sin embargo, también alerta sobre una «rabia contenida» en parte de la afición, que se siente impotente frente a las decisiones de la directiva. «Muchos piensan: ‘¿Para qué hacer nada si no va a servir de nada?’. Pero es fundamental alzar la voz. Aunque no podamos cambiar las decisiones directamente, influimos fiscalizando y dando visibilidad a lo que piensa la calle», subraya.
Ataques personales y mala gestión de la crítica
La labor de Vázquez al frente de Accionistas Albiazules no ha estado exenta de dificultades. «He sufrido ataques personales por mi labor crítica. La crítica tiene muy mala digestión por parte de algunos en este club. Pero nosotros seguimos aquí porque creemos que es lo correcto», confiesa.
Un llamamiento a las instituciones
Vázquez también apela a las instituciones locales para que actúen como garantes del futuro de Mendizorroza y del Deportivo Alavés. «La titularidad del estadio es pública y se sostiene con dinero público. Las instituciones tienen la obligación de garantizar que cualquier decisión respete el legado del club y aporte valor a la ciudad», concluye.
El Alavés tiene que seguir jugando en Mendizorroza.