La decisión de la multinacional Guardian de adelantar el apagado del horno de su planta en Llodio para este miércoles 29 de enero ha desatado una oleada de reacciones entre la plantilla y liderada por los sindicatos. Este paso, considerado por los representantes de los trabajadores como «una maniobra para reducir las posibilidades de encontrar alternativas«, amenaza con hacer irreversible el cierre definitivo de la fábrica.
Movilización sindical frente al cierre
Los sindicatos han tomado la iniciativa para frenar los planes de la empresa, convocando hoy dos asambleas donde la plantilla votará si iniciar una huelga indefinida este jueves, el primer día permitido por los plazos legales. Esta medida busca presionar a la dirección para detener el cierre y mantener abierta la posibilidad de negociar una solución que permita conservar la actividad.
El adelanto del apagado del horno, que estaba inicialmente programado para el 3 de febrero, ha sido interpretado por los representantes sindicales como una estrategia para bloquear cualquier reacción efectiva por parte de los trabajadores y de las instituciones.
Intentos institucionales para salvar la planta
El Gobierno Vasco y la Diputación de Álava han mostrado su preocupación por el impacto social y económico que tendría el cierre de la planta en la comarca de Aiaraldea, donde trabajan 171 personas directamente afectadas. Desde el Ejecutivo se ha ofrecido a la empresa contratar una asesoría técnica independiente que evalúe la viabilidad de la planta, con el objetivo de buscar posibles compradores interesados en mantener la actividad. Sin embargo, esta solución depende de que el horno no se apague, ya que una parada complicaría significativamente el reinicio de la producción.
Una industria histórica
La fábrica de Guardian en Llodio, fundada en los años 30, ha sido un pilar económico de la comarca durante décadas. En su época de mayor esplendor, empleó a más de 1.500 personas y se consolidó como uno de los mayores productores de vidrio plano en Europa. Sin embargo, en las últimas décadas ha sufrido un progresivo declive, marcado por decisiones estratégicas como la venta de su división de parabrisas en 2020, que culminó en un concurso de acreedores.
El anuncio de este cierre definitivo supone un golpe no solo para los trabajadores actuales, sino para toda la economía local, que depende en gran medida de la actividad industrial de la planta.