Entramos por la puerta principal del Paseo de la Florida, una entrada que solo se abre en ocasiones especiales, como jornadas de puertas abiertas o eventos de gran relevancia política. Normalmente, el acceso se realiza por la calle Becerro de Bengoa, donde se encuentra la garita de seguridad. Este viernes, sin embargo, el Parlamento ha recibido a los visitantes de una manera excepcional.
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Nada más cruzar la puerta, nos reciben Elena y Vanesa, miembros del equipo de prensa y comunicación, y algunos parlamentarios, quienes nos preguntan si queremos una visita guiada. Al aceptar, nos adentramos en un edificio que es mucho más que un lugar de debate político: es historia viva de Euskadi.

Un recorrido por la historia
Lo primero que encontramos es el vestíbulo principal, donde la luz se filtra a través de sus ventanales y se refleja en el mármol del Duranguesado, el cristal y el aluminio dorado. Aquí comienza la explicación sobre la evolución del edificio. Construido a mediados del siglo XIX como instituto de enseñanza media, también ha servido como colegio y prisión antes de convertirse en la sede del Parlamento Vasco en 1982, tras la aprobación del Estatuto de Autonomía de 1979.
Tanto Elena como Vanesa nos detallan cómo fue el proceso de transformación del edificio y las reformas necesarias para adecuarlo a su nueva función. Nos explican que en su adaptación se respetaron ciertos elementos originales, como la estructura central y parte de la ornamentación, pero se añadieron elementos modernos para mejorar su funcionalidad.
Desde el vestíbulo nos dirigimos a una de las áreas más curiosas del edificio: el acceso a un pasadizo subterráneo que lo conecta con la calle Prado. Según nos explican, esta salida «secreta» fue utilizada en tiempos de gran tensión política. Durante la época del terrorismo de ETA, los parlamentarios podían salir por este pasadizo. También se ha empleado en protestas multitudinarias para garantizar la seguridad de los políticos.
Arte y simbolismo en cada sala
Avanzamos por los pasillos y nos encontramos con una serie de salones llenos de tapices, esculturas y mobiliario histórico. Entre las piezas más destacadas, vemos la escultura Izaro de Néstor Basterretxea, que representa un árbol y simboliza la tradición vasca de legislar bajo los árboles de las anteiglesias. En el centro de la pieza, se encuentra incrustado un fragmento del antiguo Árbol de Gernika, reforzando su conexión con la historia vasca.
El Parlamento Vasco también alberga piezas de gran valor simbólico, como una mesa de madera que perteneció a Simón Bolívar y una ikurriña cosida a mano que utilizó José Antonio Aguirre en su encuentro con Lluís Companys durante su exilio en la Guerra Civil. Nos detenemos frente a estos objetos mientras el equipo de protocolo nos relata anécdotas sobre su origen y significado.
El Salón de Sesiones es el corazón del Parlamento. Nos rodean escaños de cuero verde oscuro y una estructura en madera noble de roble. En la pared central se encuentra el símbolo del Parlamento Vasco, otra obra de Basterretxea, que refuerza el vínculo entre política y tradición. Este espacio ha sido testigo de momentos cruciales de la historia reciente de Euskadi y es aquí donde se debaten y aprueban las leyes que rigen la comunidad autónoma.
Testimonios y recuerdos de otra época
El equipo de protocolo nos comparte algunas de las historias que han escuchado de los visitantes a lo largo de los años. Una mujer recordó con nostalgia que estudió en el antiguo colegio que funcionó aquí. «Aquí estaba el puesto de las galletas», cuentan entre risas. Otra historia fue la de un hombre que, en una de estas visitas, recordó el edificio como la prisión donde estuvo encarcelado durante la dictadura de Franco. «Esta ventana era la de mi celda», dijo, señalando una de las antiguas estructuras del edificio.
El Parlamento ha sido testigo de muchos cambios y sus muros guardan recuerdos de épocas difíciles. Nos explican cómo, en su etapa como prisión, se utilizaban las aulas reconvertidas en celdas y cómo algunos visitantes han relatado su paso por el edificio desde aquella oscura etapa de la historia.
Una jornada de celebración y cultura
Para cerrar la jornada, disfrutamos de un ambiente festivo con actuaciones de música y danza en honor a Néstor Basterretxea, dentro de los actos organizados por el centenario de su nacimiento. Su obra Izaro se proyectó en la fachada del Parlamento como parte del festival Umbra Light. Además, en la cafetería se ofreció chocolate caliente y caldo a los visitantes, creando un espacio de encuentro entre ciudadanía y representantes políticos.
El Parlamento Vasco no solo es el epicentro de la vida política de Euskadi, sino también un símbolo de la memoria histórica del pueblo vasco. Cada pasillo, cada sala y cada pieza de arte nos recuerdan que este edificio ha evolucionado junto con la sociedad vasca, y que sigue siendo un reflejo de su identidad y cultura. En sus paredes, su mobiliario y sus pasillos, se entrelazan la historia, el arte y la política de Euskadi, ofreciendo una experiencia enriquecedora para todos los que cruzan sus puertas.