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A pesar del apagón ayer, 28 de abril de 2025, el centro de Vitoria-Gasteiz se convirtió en un escenario de ritmo y emoción con la tamborrada infantil de San Prudencio. Desde las cinco de la tarde, los más pequeños recorrieron las calles con sus tambores, barriles y coreografías. Días de ensayos dieron como resultado uno de los momentos más tiernos y alegres de las fiestas de San Prudencio que, una vez más, conquistó a vecinos y visitantes.
El desfile, encabezado por los más pequeños vestidos de cocineros, sorprendió a todos con la aparición inesperada de Los Regüeveros, los gigantes de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos que simbolizan a los portavoces de los pueblos. Su presencia, que el equipo de Cultura de la Diputación guardaba con exquisito cuidado, arrancó expresiones de asombro entre los niños y niñas, que no podían contener su entusiasmo. Seis miembros de la comparsa animaron el recorrido, manejando a los gigantes con un esfuerzo especial en un día con altas temperaturas para hacer el espectáculo aún más memorable.
Un desfile repleto de dedicación
La organización pidió a las familias que dejaran espacio para que los pequeños brillaran por sí mismos, mostrando el fruto de semanas de ensayos. A partir de las cinco y veinte, los participantes desfilaron con confianza, demostrando su compromiso. Cocineros, aguadoras, cantineras, majorettes y tambores llenaron las calles de color y sonido, acompañados por los aplausos y el cariño de los viandantes.
Entre los tambores, muchos debutaban este año, motivados por la ilusión de participar en una tradición tan especial. Los ensayos, realizados en el Iradier Arena, requirieron esfuerzo, pero el entusiasmo de los pequeños superó cualquier desafío.
Majorettes, cantineras y un final inolvidable
Las majorettes, con sus movimientos coordinados, y las cantineras, con su elegancia, añadieron un toque especial al desfile. Algunas repetían experiencia, aunque los ensayos fueron obligatorios para todas, garantizando un espectáculo impecable.
El momento cumbre llegó en la plaza de la Provincia, donde una animada diskodantza cerró la actuación que tanto esperaban. La aparición sorpresa de dos cabezudos provocó risas y algún susto entre los más pequeños, poniendo el broche perfecto a una tarde llena de magia.
La tamborrada infantil de San Prudencio demostró una vez más que la ilusión de los más jóvenes es también corazón de las fiestas de Álava, dejando un recuerdo -seguro- imborrable en todos los presentes.
