La Plaza de la Provincia como refugio de memoria
La Plaza de la Provincia de Vitoria-Gasteiz se transformó ayer en algo más que un espacio urbano. Al compás de canciones, poemas y banderas tricolores, diversas asociaciones conmemoraron los 93 años de la proclamación de la Segunda República Española. No fue un acto masivo, pero sí cargado de simbolismo, de memoria compartida y de una emoción contenida que, en tiempos de desmemoria , ya es toda una victoria.


“Tenemos una constelación de crisis”
Allí, como no podía ser menos, estaba José Mari del Palacio, portavoz del Ateneo Republicano de Álava y autor de un libro sobre las secuelas de la Guerra Civil.
En conversación con GasteizBerri, Josemari puso palabras a una sensación compartida por muchos allí presentes: que «la memoria republicana sigue siendo incómoda», y precisamente por eso, «necesaria».

“Tenemos en España una constelación de crisis: crisis de la monarquía, crisis de la política, crisis de las autonomías… crisis de valores”, explicó. Y ante ese panorama, recordó qué representó de verdad la Segunda República: “Fue un proyecto que miró a las clases populares. Les habló, les atendió. Dio voz a los que no la tenían, y por eso la gente se organizó. Participar en política se convirtió en un signo de modernidad”.
Pero esa historia, según lamentó, ha sido borrada de la enseñanza: “Nos educan para trabajar, no para ser ciudadanos con derechos. La República apenas se menciona en los currículums, y si se hace, es siempre asociada a la guerra”.
Xabier, Víctor y Gaizka: “Estamos aquí por la causa”
Pese a ello Josemari no pierde la esperanza. Al contrario: se mostró emocionado al ver entre los asistentes a tres chicos de poco más de 19 años. “O la República la trae el pueblo, o no la trae nadie. Ver a estos jóvenes aquí, por su cuenta, es esperanzador”.
Xabier (20), Víctor(19) y Gaizka(19) vinieron solos. Nadie los trajo. No han sido empujados por una tradición familiar ni por una educación especialmente comprometida. Lo hicieron porque quieren saber. “Estamos aquí por la causa”, dijeron. “Lo que pasa es que no nos esperábamos llegar y no encontrar casi nadie de nuestra edad”.
Lo contaron sin lamentos, pero con cierta tristeza. En sus entornos no es común hablar de historia, y menos aún de la República. “Mi padre es de Asturias y su familia era minera, pero no me han transmitido nada de esto”, explicó uno de ellos. Aun así, han leído, han investigado, han preguntado. Y sobre todo, se han atrevido a ser críticos. “En clase, cuando la profesora dice que el rey salvó a España del golpe de Estado… nos reímos. Por lo menos somos críticos”, zanjaron entre risas.

Uno estudia Nutrición, otro un ciclo de Robótica, y el tercero Relaciones Internacionales. Ninguno Historia. Ninguno vino por obligación.
María y Ángeles: “La extrema derecha está desatada”
Quienes sí llevan años sosteniendo esta memoria en la calle son María del Castillo y Ángeles, dos mujeres que forman parte de ese activismo constante que no necesita focos para existir. Cada año recorren Gasteiz cantando por las calles donde hubo represión. Cada año ponen voz a una historia que no cabe en los libros de texto.

“Este sábado salimos, como siempre, a cantar. Pero al pasar por la zona del Corte Inglés, donde estaba la antigua cárcel, nos gritaron ‘¡Viva Franco!’, ‘¡Viva el Caudillo!’, ‘¡Viva España!’, desde detrás de un contenedor”, relataron. Lo preocupante, dicen, no es solo el insulto, sino la tendencia. “Llevamos muchos años saliendo, y esto no había pasado. Sin embargo, en los dos últimos años se ha repetido. La extrema derecha está desatada”, lamentaron.
El año pasado nos llamaron asesinas en los Fueros, esto nos ha pasado los dos últimos años, no nos había pasado nunca.

Y eso es lo que quedó ayer en la Plaza de la Provincia: una afirmación colectiva de que la memoria no es una carga, sino una brújula. De que recordar es también reclamar. Y de que, incluso cuando parece que todo se ha olvidado, siempre queda alguien que lo recuerda.
Terminados los actos, la plaza fue quedando en silencio. Pero algo quedó flotando en el aire. Porque mientras haya quien recuerde —quien cante, quien pregunte, quien se acerque por curiosidad o por convicción— la memoria republicana seguirá viva. Aunque sea a contracorriente.