
Vitoria-Gasteiz se prepara para recibir mañana jueves en el Teatro Félix Petite la obra Caperucita en Manhattan, una adaptación teatral de la célebre novela de Carmen Martín Gaite. La propuesta forma parte de la programación especial por el centenario del nacimiento de la autora, una de las grandes figuras de la literatura española del siglo XX.
“Está muy bien reencontrarnos otra vez con esta escritora no recordada”, comentan desde la red de teatros local, destacando el valor de rescatar su voz desde las tablas. La obra, dirigida por Lucía Miranda y producida por el Teatro de la Abadía, cuenta con un elenco de primer nivel, entre ellas Carolina Yuste, Miriam Montilla, Mamen García, Carmen Navarro y Marcel Miok.
Caperucita viaja a Manhattan… y al corazón del público
Una versión libre, tierna y actual
La historia parte del libro publicado por Carmen Martín Gaite en 1990, una reinterpretación del cuento clásico en clave urbana y feminista. La directora lo define como “una historia sobre los niños que fuimos y los abuelos que seremos. Sobre la libertad y la soledad de ejercer tu libertad”. Miranda confiesa: “Quiero hacer Caperucita en Manhattan para el teatro desde que empecé a hacer teatro”.
La puesta en escena mezcla el universo literario de Gaite con el imaginario neoyorquino de las películas. Las cinco intérpretes dan vida a más de veinte personajes en un cuento de hadas contemporáneo, con música en directo y un estilo visual llamativo.
Un proceso creativo abierto y colectivo
La esencia de Lucía Miranda en cada decisión
Miriam Montilla explica que trabajar con Lucía Miranda es adentrarse en un proceso participativo y vivo: “Ya había una escritura hecha, pero no estaba terminada porque Lucía le gusta trabajar sin cerrar nada. Y hablo, literalmente, sin cerrar nada, casi hasta el estreno”.
Todo el elenco participa activamente en el desarrollo escénico. “Nos conocimos todo el elenco. De ahí salieron muchas cosas. Ella se fue a seguir escribiendo en casa y empezamos a trabajar”, detalla Montilla.
Una obra para todas las edades, sin etiquetas
Teatro intergeneracional y accesible
Lucía Miranda apuesta por romper barreras en el acceso a la cultura. “Mi objetivo es que no exista un teatro para niños, un teatro para adolescentes y un teatro para adultos. Yo quiero que a mis obras venga la gente con sus hijos, con sus sobrinos”, subraya la directora.
La obra se representa tanto en funciones matinales para institutos como en sesiones abiertas al público general. “Han venido niños de cinco años con sus padres y se lo han pasado pipa”, comenta el equipo. La propuesta se adapta a cada espectador, permitiendo múltiples lecturas según la edad.
Ternura, humor y música en escena
Un montaje arriesgado y emotivo
Carolina Yuste reconoce que al principio le cuesta conectar con el personaje: “Yo tengo 34 años. Y Caperucita en la novela tiene 9 o 10. Me costaba mucho ponerme más dulce, más tierna… tenía mucho miedo a la palabra moñas”. Sin embargo, tras ver un ensayo desde fuera, logra comprender que el papel se trata de “permitirme a mí misma ser tremendamente libre en el escenario”.
La actriz destaca el enfoque no elitista de Miranda: “No concibe la cultura como un espacio para la burguesía que se puede pagar una entrada. También trabaja con hospitales, colegios, personas en situaciones diversas”.
Además, el montaje combina teatro y música. “Hay mucha música durante toda la función. Marcel es el contrabajista que está todo el rato en escena. Hay música grabada, y también cantamos en directo”, señala Montilla.
Un elenco que rompe estereotipos
Mujeres mayores, actrices protagonistas
La obra reivindica también la presencia de actrices mayores en papeles diversos. “Lucía quiso apostar porque la mayoría de las actrices fuéramos mayores de 50 años, encarando muchos personajes y lanzándonos al barro”, dice Montilla. “Se lo agradezco infinitamente. Nos saca del encasillamiento que siempre nos tienen por nuestra edad”.
El teatro como espacio de verdad
Escenas que se quedan en el corazón
El montaje acumula momentos inolvidables. “Yo llevaba sin hacer teatro desde Prostitución. Tenía muchas ganas. El teatro es nuestra salvación. Nunca morirá”, afirma Yuste.
La emoción también se cuela en escena. El día después de recoger el Goya, Carolina vuelve al escenario: “Hice la función en la Abadía y lloré mucho. Mamen improvisó y dijo: ‘Tú estás muy conectada porque tú eres una galardonada’. El público lo entendió y empezó a aplaudir. Me puse a llorar. Es que son estas cosas que tiene el teatro”.
También Montilla vive algo parecido: “Me casé por la mañana y por la tarde fui a hacer la función. Llevé a todos mis invitados. En medio de la función, mi marido me pidió matrimonio otra vez desde el escenario”.
Una oportunidad única para el público de Vitoria-Gasteiz
Mañana, el Teatro Félix Petite será testigo de un espectáculo que une ternura, compromiso y libertad escénica. Caperucita en Manhattan llega como un homenaje vivo a Carmen Martín Gaite, pero también como una llamada a romper miedos, prejuicios y etiquetas.
“Venir a Vitoria es uno de los bolos más placenteros que hay. Es una plaza muy habitada y nos recibís muy bien”, dice el equipo artístico. Las entradas están agotadas, pero la emoción ya está servida.