Esta mañana, en el mirador del embalse de Ullibarri-Gamboa, la Diputación Foral de Álava ha rendido homenaje a los pueblos que desaparecieron bajo sus aguas y a las personas que los habitaron. El acto ha contado con la participación del diputado general, Ramiro González, y con la asistencia de familias afectadas, representantes institucionales y vecinos comprometidos con la memoria del territorio.
“Nunca olvidaremos las vidas que el agua cubrió”
Durante su intervención, Ramiro González ha recordado el profundo impacto que supuso la construcción del embalse, entre 1947 y 1957, bajo la dictadura franquista. “Nunca olvidaremos las vidas que el agua cubrió, ni la historia que reposa en sus profundidades”, ha declarado.
El acto ha servido, según sus palabras, para “rendir homenaje a la memoria histórica de los pueblos sumergidos en el embalse de Ullibarri-Gamboa” y para “reflexionar sobre el pasado y la huella imborrable que han dejado las decisiones tomadas en tiempos difíciles en nuestra tierra”.
Un valle desmembrado y cientos de personas desplazadas
La construcción del embalse transformó radicalmente el Valle de Gamboa, formado por los ayuntamientos de Gamboa, Barrundia y Arrazua-Ubarrundia. Más de 600 personas se vieron obligadas a dejar atrás sus hogares, sus tierras y su modo de vida. El municipio de Gamboa fue disuelto oficialmente el 10 de mayo de 1957 y sus pueblos quedaron divididos.
Mendizábal y Orenin quedaron completamente sumergidos. Otros como Garayo y Zuazo de Gamboa sufrieron daños irreparables. “Desaparecieron recuerdos, tradiciones y la esencia de las personas que habitaban dichos municipios. La mayor parte de aquellas poblaciones afectadas se vieron forzadas a emprender una nueva vida, en muchos casos en condiciones penosas”, ha recordado el diputado general.

Vecindad actual en torno al embalse
El homenaje ha reunido a descendientes de aquellas familias, vecinas y vecinos de la zona, y autoridades locales. Hoy en día, el embalse comparte vecindad con los municipios de Arratzua-Ubarrundia, Elburgo y Barrundia, así como con los pueblos de Mendixur, Marieta-Larrintzar y Ullibarri-Gamboa.
Una deuda con quienes lo perdieron todo
González ha hecho hincapié en el papel que estos sacrificios tuvieron para el desarrollo de otras zonas urbanas: “Nuestro deber hacia aquellas gentes es no olvidar el sacrificio que se vieron obligados a hacer, para que en los centros urbanos del Gran Bilbao y de Vitoria-Gasteiz dispongamos del agua suficiente para nuestro bienestar”.
Un símbolo permanente: el tótem de la memoria
El acto ha concluido con la interpretación del ‘Agur jaunak’ a cargo de la Banda de Txistularis de la Diputación y una ofrenda floral en compañía del diputado Iñaki Gurtubai. Después, Ramiro González ha descubierto el tótem de la memoria, que quedará instalado en el mirador del embalse.
La placa recuerda a las familias desplazadas y a los trabajadores que fallecieron durante la obra. “El embalse marcó un hito en la ingeniería vasca, pero también significó el sacrificio de un valle surcado por el río Zadorra y con identidad propia”, ha señalado González.
“Construir un futuro donde el desarrollo y la dignidad vayan de la mano”
En su intervención final, González ha lanzado un mensaje de futuro: “Que este homenaje nos recuerde la importancia de valorar nuestras raíces, de proteger la memoria de nuestros pueblos, nuestra memoria colectiva, y de construir un futuro donde el desarrollo y la dignidad de las personas vayan de la mano”. Y ha concluido: “Que todo lo que ocurrió pase a formar parte de la memoria de Álava y, en consecuencia, sea recordado”.