El Departamento de Hacienda y Economía, a través de la Dirección de Economía y Planificación, ha publicado el Informe Trimestral correspondiente al tercer trimestre de 2018, en el que se recoge que a pesar de que la desaceleración de la economía vasca en el tercer trimestre ha sido una décima mayor a la prevista- 2,6% de crecimiento frente al 2,7% – se mantienen las previsiones de crecimiento del PIB y del empleo para 2018 y 2019. De esta forma, en estos ejercicios el crecimiento del PIB será del 2,8% y el 2,3%; y el del empleo del 2% y del 1,4%, lo que supondrá la creación de 19.000 y 13.500 puestos de trabajo, respectivamente.
En el tercer trimestre de 2018, la economía vasca dio continuidad a la suave desaceleración que se inició en el trimestre anterior y anotó un incremento del PIB del 2,6%, tres décimas inferior al valor precedente. Esta desaceleración no es exclusiva de la economía vasca, sino que se produce también en la mayoría de los países del entorno. Así, la Unión Europea (1,8%) ha perdido ocho décimas desde finales de 2017, la zona del euro (1,6%) un punto y una décima, la economía española (2,5%) seis décimas y tanto Francia (1,4%) como Alemania (1,2%) moderan más de un punto su avance.
El inicio de la actual moderación de la economía vasca llegó de la mano del sector exterior, que restó dos décimas al crecimiento del PIB. Sin embargo, en el tercer trimestre el saldo exterior mantuvo un perfil neutro, por lo que las tres décimas de menor crecimiento se debieron a una pérdida de tono de la demanda interna.
Efectivamente, tanto las exportaciones como las importaciones suavizaron su crecimiento (2,2% y 2,1%, respectivamente), condicionadas por un entorno exterior menos dinámico y preocupado por las tensiones comerciales.
La demanda interna en la primera mitad de 2018 registró un avance más contenido, del 2,5%. Los dos grandes componentes de ese agregado redujeron su tasa interanual en el tercer trimestre, si bien la evolución de la formación bruta de capital indica todavía un fuerte dinamismo. En concreto, ese componente aumentó un importante 4,0% en el periodo, ocho décimas menos que el trimestre anterior, pero significativamente más que en 2017. Se aprecia una pérdida de tono en la inversión en bienes de equipo (2,9%) que se compensa con el cada vez mayor ímpetu del resto de la inversión, gracias al impulso de la construcción.
Dentro del gasto en consumo final, tanto el consumo de las administraciones públicas (1,2%) como el de las familias (2,3%) moderaron sus tasas de variación. En este último caso, la compra de productos duraderos que se aplazó durante la crisis parece que ya se ha realizado, por lo que el consumo se está ajustando más a su capacidad de gasto. Este comportamiento es compatible con una reducción de la deuda acumulada en los años previos.
La evolución del valor añadido sectorial muestra que, por un lado, la industria sorprendió con un recorte importante en su ritmo, de tasas superiores al 3,0% a tan solo un 1,9%, condicionado por la situación de algunas empresas grandes, pero también por la incertidumbre que se ha generado respecto al entorno económico y a los intercambios comerciales. Por el contrario, la construcción aceleró su ritmo hasta el 4,8%. Por último, los servicios ofrecieron una imagen de estabilidad y mejoraron un 2,7% su valor añadido, en línea con sus resultados de 2016 y 2017.
Con todo, se aprecia una suave desaceleración en los apartados de comercio, hostelería y transporte (2,5%), por un lado, y de administración pública, educación, sanidad y servicios sociales (2,1%), por el otro, que se compensa con un mayor dinamismo del resto de servicios (3,2%).
Como suele ser habitual, la respuesta del empleo a las variaciones del PIB se está produciendo con un pequeño retraso. Así, el crecimiento del empleo en el tercer trimestre fue del 2,0% interanual, tan solo una décima menos que el trimestre anterior y que la media de 2017. Esa tasa significa que en el último año la economía vasca ha generado unos 18.500 empleos netos a tiempo completo, con los que se aproxima ya a los 960.000 puestos de trabajo. La mayor parte de ellos se concentran en los servicios (1,9%), pero también la industria (1,8%) y la construcción (3,8%) participan de ese aumento del empleo.
Poco a poco el dinamismo de la actividad económica se va trasladando a los precios. En concreto, el deflactor del PIB aumentó en el tercer trimestre un 1,3%, un valor todavía modesto pero que es el más elevado de los últimos siete años. Por otro lado, los precios de consumo se encarecieron algo más del 2,0% en los últimos meses, condicionados por el componente energético, aunque en noviembre se moderaron al 1,5%.
Además, la inflación subyacente se situó ese mes en el 0,9%, lejos del objetivo del 2,0%. Por último, es esperable que el IPC se modere algunas décimas en el mes final del año, como consecuencia del abaratamiento del petróleo en los mercados internacionales.