2020, la navidad más extraña

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OPINIÓN


«Con la que nos está cayendo, me parece un error que estemos pensando en cómo pasar las próximas navidades que ya están a la vuelta de la esquina»

No podemos ni debemos olvidarnos que hay muchos hombres y mujeres que han fallecido por esta pandemia, muchos hombres y mujeres que se encuentran aislados en las en las UCIs , en las camas de los hospitales o en sus propios domicilios. Tampoco podemos dejar de acordarnos de todos los trabajadores y trabajadoras que se encuentran en ERTE y que algunos todavía no han cobrado ni un euro y las están pasando, como se dice coloquialmente, “putas”.

Creo que debemos de ser más responsables que nunca, que el mundo no se va a terminar cuando pasen estas fechas, y debemos de pensar y desear que las del 2021, podamos disfrutarlas como hemos hecho otros años y como ha dicho el presidente del gobierno, “es mucho más importante celebrar las Navidades en los próximos años que en este”.

Creo que nuestros dirigentes no deberían de abrir la mano en estas fechas, y más cuando seguramente se duplicara el número de personas que estarán más pendientes que nunca de todos nosotros, y que ellos tampoco podrán tener unas navidades como otros años, sanitarios, policías para evitar desmadres, y como no quiero olvidarme de nadie no pongo más ejemplos.

Rémi Salomon, experto y presidente de Salud Pública de París, ha propuesto una idea para que las familias puedan reunirse en Navidad de forma segura. En declaraciones realizadas a France Info, ha explicado que se podrá cenar con nuestros mayores, aunque de una forma peculiar. «Podemos ver a los abuelos en Navidad, pero no comer con ellos. Cortamos el tronco de Navidad por la mitad. Ellos en la cocina y nosotros comemos en el comedor» señaló. Y ¿yo me pregunto porque no al revés? Nosotros en la cocina y ellos en el comedor.

Según la idea lanzada por Salomon, se les podrá visitar, aunque habrá que llevar mascarilla, guardar distancia de seguridad y tomar todas las precauciones posibles, es decir lo que la mayoría hemos hecho hasta ahora.

Para justificar por qué no se podrá comer o cenar junto a ellos, ha alertado que «el coronavirus es muy peligroso. Pero yo creo que no es cuestión de dejarles solos, debemos comer o cenar con el abuelo y la abuela, siempre que antes hayamos tomado precauciones».

Los cierres perimetrales decretados de las ciudades y pueblos, en la práctica totalidad de las comunidades pretenden en parte controlar la creciente propagación del virus y «salvar» así las Navidades.

Aún es pronto para saber cómo podremos celebrar las que con toda seguridad son las fiestas más familiares del año, pero lo que es seguro es que habrá que tirar de sentido común y olvidarse de reunir en una mesa a abuelos, hermanos, hijos, nietos y demás familia, quizá lo más complicado de asumir en estas fechas, pero creo que tenemos que desear a todos los que pensábamos reunirnos estos días, que podamos hacerlo en años venideros.

Mucha de la gente que estuvo confinada, cuando acabo el estado de alarma se lanzó a la calle como si no hubiera un mañana, como si el peligro del coronavirus hubiese desaparecido y pudiéramos volver a los hábitos sociales de intenso contacto humano?. El resultado está a la vista. El número de contagios se ha disparado y estamos temiendo que la situación se complique sino somos conscientes de lo que tenemos encima.

La influencia del virus en nuestro modo de vida ha sido brutal. Este año no hubo Carnavales, ni Fallas, ni Semana Santa, ni Feria de Abril, ni Romería del Rocío, ni San Isidro, ni Sanfermines, ni fiestas de la Blanca, ni fiestas patronales en pueblos, ni conciertos multitudinarios, ni público en los partidos de fútbol, ni tan siquiera las añoradas y esperadas vacaciones veraniegas. Solo nos queda reflexionar, sobre cómo serán las Navidades.

No consigo evitarlo. Me encuentro a un amigo por la calle y me lanzo a abrazarlo. Pero me paro de repente y “ostras”, el bicho puede estar rondando. Inmediatamente siento vergüenza de esa reacción tan peligrosa, pero instintiva. Me pongo tirante. Esbozo una media sonrisa tonta, que claro no se ve por la mascarilla, justificando la debilidad irremisible y hago algo parecido a una reverencia. Cuando yo era un niño, mis padres me decían: “no seas antipático saluda a “menganito”, dale un beso a “menganita,”. Y ahora ese abrazo o ese beso podrían matar a alguien querido.

Este cabrón de bicho no va a acabar conmigo. Dicen que es chino, que si habrá salido de un laboratorio, pero yo estoy seguro de que es marciano. No hay quien lo entienda. No toques, no grites, no cantes, no tosas, no corras, no fumes, no seas un gran contagiador, no estornudes, porque si antes te decían “Jesús”, ahora te puedes llevar un cachetazo, no salgas a la calle, que salgas a la calle que al ser al aire libre tienes menos riesgos, no vayas a los bares, que vayas a los bares, aunque sea a pedir un café o un “caldito”, para quitar el frio mañanero, aunque lo que no es para nada normal es que salgas del portal de tu vivienda y tengas que dar un rodeo porque la gente recoge su consumición y se queda en los laterales del bar, de “charleta” y fumando, sin importarle la distancia de seguridad y la prohibición de fumar a menos de 2 metros de distancia, una autentica irresponsabilidad y una vergüenza.

La vida se va encogiendo en una botella cada día más pequeña, un sin vivir. Y la familia se va alejando. Y los amigos se les ve más desanimados. Y la Navidad la tenemos ya casi encima

La Navidad. ¿Qué demonios vamos a hacer estas Navidades?, lo mejor es que con la disculpa de Covid, podemos dejar fuera a la suegra y al toca pelotas del “cuñao” , sin poder abrazarnos, besarnos y cantar villancicos, mientras rascamos una botella de anís “el mono”. Algo así como el fútbol televisado o la cenas de empresa por videoconferencia. Vaya mierda. Menos mal que nos quedan los paseos y el encontrarnos al aire libre con los amigos.

Lo malo es que como soy de Vitoria y aquí hace un frío, que como dice el refrán “cuando el grajo vuela bajo, hace un frio del carajo”, los paseos cortos para sacar a mis perrillos. Lo mejor es que por culpa del cambio climático hasta ahora no ha hecho demasiado frío. Al fin una buena noticia, lo notaremos en el bolsillo que bajara el gasto en calefacción.

Visto como están las cosas, no es arriesgado profetizar que el virus nos obligará a confinar a todo el portal de Belén, empezando por el niño Jesús y terminando por los pastores que acudieron a adorarlo y los Reyes Magos.

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