La inflación da síntomas de aproximarse a su techo en Europa, el encarecimiento del coste de la vida y su consecuencia más nefasta, la pérdida de poder adquisitivo, están entre las grandes preocupaciones a pie de calle, la subida de la electricidad, el petróleo y el gas, pero lo peor de todo los precios de los alimentos que al final son productos sin lo que no podemos pasar.
Perdemos poder adquisitivo cuando los precios suben y ganamos poder adquisitivo cuando los precios bajan. Pero no es posible hablar sobre poder adquisitivo sin profundizar también en la «inflación», que cambia el valor de los precios e impacta en la moneda del país con el paso del tiempo.
Si no se puede ahorrar, no podrán invertir. Si las ventas de las empresas disminuyen, habrá un menor crecimiento económico. Aumentará el desempleo, ya que, a mayor Poder Adquisitivo, se tendrá un mayor nivel de empleo, todo ello debido al mayor gasto, una cosa creo que todos tenemos claro y es que cuanto más ganemos, más gastaremos.
Con la misma cantidad de dinero se pueden comprar menos productos que en un contexto con una inflación tan alta. Si la subida de los precios no se ve compensada por un incremento en los salarios tendremos más dificultades para llegar a fin de mes.
Sin embargo, no todas las personas se ven afectadas de la misma manera. Aunque la inflación tiene una relación clara con la pérdida de poder adquisitivo, según los expertos, no son equivalentes. El poder adquisitivo depende también del salario y del contenido de la cesta de la compra que, a veces, los consumidores varían para ajustarse al nuevo contexto de precios.. La inflación puede impactar de distintas formas sobre los bolsillos de las familias.
Pero el golpe no duele igual. La actual escalada de la inflación se ceba especialmente con las rentas más bajas, y esto se debe a que los productos que más suben de precio tienen un peso mayor en la cesta de la compra de estos hogares.
Por el momento hay cierto consenso entre los expertos en que los precios irán disminuyendo a medida que avance el año, especialmente con la llegada de la primavera. No obstante, una inflación aún más prolongada de lo esperado agravaría la situación. Si esta tasa de inflación que hemos visto en términos interanuales en el último mes continuase sería una pérdida económica sobre todo para la clase media-baja, teniendo grandes dificultades para cubrir los gastos del día a día, sobre todo si esto se alarga en el tiempo. Venimos de una situación en la que los salarios han estado mucho tiempo estancados, había inflación muy baja.
Afrontar la pérdida de poder adquisitivo de los salarios es fundamental, porque las rentas del trabajo son la fuente con más peso en los hogares españoles, si no son los únicos ingresos. Para aumentar los ingresos de los hogares más pobres, deberíamos de empezar por reducir la temporalidad laboral, y que disminuyan muchos de los contratos a tiempo parcial, con jornadas súper reducidas, que es de lo que más carecen las familias de escasos recursos.
Como ocurre casi siempre, quienes menos margen de maniobra tienen para hacer frente a las subidas de precios son los más vulnerables. Un breve repaso a cómo han ido evolucionando algunas de las principales rentas en el siglo presente apunta a que aquellos que más poder adquisitivo han perdido han sido los parados y quienes dependen de las ayudas públicas para vivir.
Los de la parte más baja se llevan la peor parte. Hay un efecto no redistributivo de la riqueza y estos son los grandes perdedores. El peligro de ahora es que hay muchísima gente formada con salarios bajos y esta es la gran trampa o la gran ruptura del ascensor social. Un trabajador en cualquier empresa grande en los años ochenta tenía proporcionalmente un nivel adquisitivo más elevado que actualmente su hijo/a, que han cursado estudios superiores y a los que les salen empleos precarios.
Con salarios congelados y que rozan el salario mínimo, las trabajadoras y trabajadores que muchos de ellos/as demostraron ser esenciales durante la pandemia reclaman una mejoría salarial y de condiciones, con mucha carga laboral. Las patronales se han parapetado hasta la fecha para rechazar cualquier subida salarial.
Tras muchos años de devaluación salarial, con especial importancia entre los salarios más bajos tras las importantes subidas del salario mínimo interprofesional en los últimos ejercicios. La pandemia ha supuesto un bache en el mercado laboral que va superándose, por ejemplo, mediante una gran creación de empleo. Los sindicatos llaman a que las mejoras lleguen también a los salarios, punto débil en España en comparación con otros países europeos. Proponen negociar las subidas a varios años, dos o tres, en los que se garantice que al final del periodo los trabajadores no habrán perdido poder adquisitivo, pero tienen la gran traba de que las asociaciones empresariales no quieren saber nada del tema, mientras que las grandes corporaciones se reparten millones de euros entre los accionistas.
Celebración y reivindicación, así fue el pasado 1 de mayo, día grande de los trabajadores y trabajadoras que volvió a las calles sin restricciones por la pandemia. Fue una jornada festiva y reivindicativa de los derechos laborales a nivel internacional, la gran mayoría de sindicatos han centrado sus reclamaciones en las subidas de salarios dado el contexto de precios disparados. Los mayoritarios, se ha destacado también los avances conseguidos en recuperación de derechos en la reforma laboral, los ERTE, el salario mínimo y otros acuerdos del diálogo social.
La crisis y la incertidumbre por la guerra en Ucrania no la pueden pagar los trabajadores y trabajadoras y es por ello que la negociación debe de continuar a pesar del bloqueo patronal y pese a que ahora puedan acordarse subidas más moderadas, se garantice el poder adquisitivo de los trabajadores con cláusulas de revisión salarial, esto sería lo más correcto para evitar esa pérdida de poder adquisitivo.
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