Esta semana se cumplen siete años desde que Javier Maroto perdió la alcaldía de Vitoria-Gasteiz y comenzará la debacle del Partido Popular en Álava y en Vitoria. Era un sábado por la mañana y todo podía ocurrir.
Habían pasado tres semanas desde las elecciones municipales. El Partido Popular fue el partido más votado, pero la oposición unida les superaba en votos. Ahí fue cuando Maroto comenzó a ver peligrar su puesto como alcalde y cuando, se podría decir, comenzó su mudanza a Sotosalbos como premio.
Los días anteriores a aquel sábado 13 de junio del 2015 se rumoreaba de todo en Vitoria. ¿Se van a unir todos los partidos para desplazar a Maroto? ¿Gobernará EH Bildu (segunda fuerza más votada) o PNV (tercera fuerza)?. ¿Qué votarán en Irabazi? ¿Entrará el PSE-EE en la coalición? ¿Qué pasará con Podemos?.
Corrían las dos de la tarde del sábado cuando desde la puerta del balcón del Ayuntamiento salió una mano con un pulgar en alto anunciando el fin de la “era popular” en Vitoria y con la oposición más unida que nunca. Era la primera vez que Podemos e Irabazi entraban en el Ayuntamiento, situación que les puso contra las cuerdas, ya que todo dependía del voto positivo del único concejal de Irabazi.
A lo largo y ancho de la geografía vasca, el PNV y el PSE habían acordado apoyarse para gobernar en todos los municipios donde tuvieran la opción, pero en cierto momento todo se truncó tras conocerse que los jeltzales no iban a apoyar al PSE en Andoain después de que uno de los concejales del PNV votará en blanco dando la alcaldía a EH Bildu. Tras este suceso, ambas formaciones estuvieron a punto de romper todos los acuerdos de gobierno en Euskadi.
En Vitoria-Gasteiz aquella noticia, publicada el viernes, cayó como un vaso de agua fría, Maroto podría volver a ser alcalde. Los nervios se notaban, la posible oposición recién elegida tenía que acordar un pacto dejando de lado sus diferencias.
Pero el pulgar llegó. Ese signo en el balcón del Ayuntamiento quería decir que se había firmado un acuerdo de Gobierno municipal que dejaba al PP fuera. Pero aún quedaba lo más importante: ¿Quién ocupará el puesto de edil?. En este momento comenzaron las disputas, ya que pese a que EH Bildu salió como segunda fuerza más votada, el PNV se negaba a apoyarles. El PSE, que se abstuvo, también prefería apoyar a los jeltzales. Ambos partidos querían evitar dar la alcaldía a los soberanistas, morados y verdes. El PSE-EE no entró al Gobierno municipal hasta un año después.
El famoso pulgar, que todo el mundo vio, enloqueció la plaza Nueva en la que se habían concentrado seguidores de Maroto, y por otro lado, del resto de partidos. Al ver este panorama “violento”, según declaró el exalcalde, Javier Maroto decidió pedir la presencia de los antidisturbios de la Ertzaintza, situación que caldeó más el ambiente y en la que se produjeron empujones por parte de la policía hacia los concentrados a favor de quitar al popular de la alcaldía.
Esta fue una oportunidad única para el PNV. Gracias a este cambió consiguió la alcaldía y quedar como el partido más votado desde entonces en nuestra ciudad.