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Los vascos siguen discriminando a la población gitana

Así, el grado de simpatía, en una escala de 0 a 10, asciende a 5,79 puntos de media

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Viviendas

Un nuevo estudio realizado por la organización Ikuspegi ha revelado que, a pesar de que la sociedad vasca tiene conciencia sobre la discriminación y falta de integración que sufren las personas gitanas en Euskadi, todavía existe un antigitanismo estructural que dificulta la convivencia intercultural. La encuesta, titulada Neurtu 2022, fue realizada con el objetivo de conocer cómo se percibe la diversidad en Euskadi. Esta es la primera vez que se lleva a cabo un estudio específico sobre las percepciones y actitudes de la sociedad vasca hacia las personas gitanas.

Tal y como ha explicado Julia Shershneva, directora de Ikuspegi, la mayoría de la población se declara abierta hacia la diversidad en general, al tiempo que reconoce la existencia de realidades discriminatorias en Euskadi y manifiesta una actitud de rechazo frente a las mismas.

Sin embargo, estas tendencias generales positivas se vuelven algo más comedidas en relación con algunos grupos, entre los que destacan las personas gitanas, las musulmanas y las de origen extranjero, sobre todo en lo que se refiere a los espacios de relación íntimos. Respecto a las actitudes y creencias acerca de las personas gitanas, en general, la sociedad reconoce y denuncia mayoritariamente la existencia de discriminación hacia la población gitana en diferentes dimensiones, al tiempo que mantiene posturas ambivalentes en cuanto a diferentes creencias e ideas estereotipadas, así como expresa menor comodidad en los ámbitos de relación y convivencia más íntimos y cercanos.

En torno al ámbito residencial, por ejemplo, destaca que son menos del 40% quienes declaran que aceptarían vivir en el mismo barrio o bloque en el que vivan muchas personas gitanas, mientras que otro 40,9% intentaría evitarlo y el 15,3% rechazaría este supuesto de relación. Además, algo más de cuatro de cada diez personas reconocen que evitarían alquilar o no alquilarían su vivienda a una persona gitana.

En el laboral, casi tres de cada diez personas declaran que, si tuvieran que contratar a alguien, a igualdad de formación y experiencia, evitarían contratar o no contratarían a una persona gitana.

En cuanto a supuestos de convivencia e interacción, la gran mayoría, más de nueve de cada diez personas encuestadas, manifiesta no tener problema en cuanto a relacionarse con personas gitanas en el contexto laboral y educativo, ocupen estas un rol superior (de dirección) o igual (compañera o compañero de trabajo o estudios). Este grado de aceptación de convivencia baja significativamente, sin embargo, ante la opción de elegir para sus hijas e hijos un centro escolar en el que estudien muchos menores de etnia gitana, supuesto de relación que intentarían evitar o rechazarían casi cuatro de cada diez personas encuestadas.

En relación con la discriminación indirecta vivida, más del 40% de la población declara haber sido testigo de comentarios negativos o rumores sobre alguna persona gitana, mientras que más del 34% dice haber presenciado burlas, bromas, chistes, imitaciones o similares. Es significativo que el 21,1% refiera haber presenciado insultos, el 12,5% amenazas y el 10,7% agresiones físicas.

Por último, cuando se pregunta a la sociedad por la simpatía hacia las personas gitanas, su grado de tolerancia personal y el que percibe que puede tener la sociedad en su conjunto, se observan valores medios o bajos. Así, el grado de simpatía, en una escala de 0 a 10, asciende a 5,79 puntos de media, mientras que la tolerancia personal declarada es de 6,65 puntos sobre 10 y la tolerancia atribuida a la sociedad en conjunto es de 5,3 puntos, tal y como ha indicado Julia Shershneva.

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