Esta semana, os presento una nueva historia de Vitoria en formato breve, que puede resultar algo escatológica, pero, en mi opinión, es de interés. Desde la Edad Media y durante muchos siglos después, en Vitoria era habitual que los cuerpos de los fallecidos se enterraran dentro de los cementerios ubicados en las propias iglesias. Esto significaba que cada templo contaba con su propio camposanto, uno por cada iglesia. No solo estaban situados dentro de la ciudad, sino que las tumbas se abrían directamente en el interior de las parroquias.
La instauración del cementerio municipal tuvo lugar entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Este cambio provocó numerosos disturbios en Vitoria, ya que desde entonces se hizo obligatorio enterrar a todos los difuntos en dicho cementerio, y casi nadie estaba de acuerdo con esta medida.
Un siglo más tarde, a finales del siglo XIX, cuando esta nueva costumbre ya había sido aceptada, otro cambio volvió a alterar la tranquilidad de la ciudad. Tradicionalmente, el traslado de los cadáveres desde el casco urbano hasta el cementerio municipal se realizaba a hombros de amigos y sepultureros. Sin embargo, a partir de ese momento, se hizo obligatorio el uso de un vehículo, concretamente un carro fúnebre. Tanto el obispo como el Partido Carlista de Vitoria se opusieron a esta práctica, considerándola indecorosa.
Como forma de protesta, el prelado prohibió a los clérigos de la diócesis acompañar a los cadáveres hasta el cementerio. No obstante, todo este alboroto resultó inútil, ya que en 1901 el Ministro de la Gobernación impuso sanciones a quienes no respetaran este nuevo procedimiento. Esto nos muestra cómo han evolucionado las costumbres a lo largo del tiempo, ¿no os parece?
INFORMACIÓN DEL AUTOR
ISMAEL GARCÍA
Doctor en Arqueología. Colaborador de GasteizBerri desde 2021 en temas relacionados con la historia. También le puedes seguir en www.historiadevitoria.com
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