
El transporte público en Vitoria-Gasteiz está atravesando una crisis que afecta directamente a la calidad del servicio y a los usuarios. Tras años de gestión deficiente, tanto a nivel político como técnico, el deterioro del sistema es palpable, lo que ha derivado en un aumento del uso de alternativas privadas.
Este artículo busca analizar las causas de estos problemas, los retos a los que se enfrenta el transporte público y proponer soluciones concretas.
El deterioro del transporte público en nuestra ciudad ha sido evidente en los últimos años, coincidiendo con la gestión del PNV en el gobierno municipal. Durante los mandatos de figuras como Borja Belandia, Itziar Gonzalo, Amaia Barredo, Raimundo Ruiz de Escudero e Iñaki Gurtubai, Tuvisa ha sufrido un declive evidente. Los autobuses cada vez más viejos suponen un gasto millonario en reparaciones, con incidentes tan graves como autobuses quemados y constantes averías. Los viajeros, decepcionados por el mal servicio, recurren a soluciones privadas, lo que beneficia a empresas del sector privado en detrimento del sistema público.
Las modificaciones recientes en las líneas no han hecho más que evidenciar la incapacidad para gestionar el transporte público. Los recortes en algunas líneas y la falta de atención a zonas clave como el polígono industrial de Jundiz demuestran una planificación deficiente. A esto se suma la construcción de infraestructuras de alto coste, como el BEI, que, aunque prometía mejorar la movilidad, ha desviado fondos que podrían haberse invertido en solucionar problemas urgentes como el deterioro de la flota.
A nivel técnico, la gestión del transporte público también ha dejado mucho que desear. La falta de personal ha provocado incumplimientos en los horarios, y las horas extras acumuladas son un síntoma de una mala planificación. En 2018, 11.840 horas acumuladas a compensar son prueba de esta gestión ineficaz. Los autobuses híbridos, a menudo averiados, han sido una muestra clara de esta ineficacia, y aunque las autoridades insisten en que las averías son normales, los usuarios sufren las consecuencias.
La atención al usuario ha dejado de ser una prioridad. El servicio, que en su día fue nombrado como el mejor, ahora es uno más del montón. Las ampliaciones de las líneas han aumentado los tiempos de viaje, y esta carga recae sobre los conductores, generando estrés y descontento. El déficit de revisores también ha agravado problemas como el fraude y la disminución de la seguridad, especialmente en el BEI.
La solución pasa por corregir los errores cometidos. Es necesario ofrecer un transporte atractivo, eliminando las penalizaciones en los tiempos de viaje mediante carriles exclusivos y mejorando la regularización de los ciclos semafóricos, como en la Plaza de Lovaina. Una correcta planificación de infraestructuras y servicios es crucial para modernizar y mejorar la experiencia de los usuarios. Además, se requiere un control efectivo por parte de revisores que atiendan las necesidades de los pasajeros y no se limiten a enmascarar las deficiencias del servicio.
Reducir los tiempos de viaje es fundamental para que el transporte público sea competitivo frente a las alternativas privadas. Esto se logra con una mayor oferta de transporte y el uso de carriles reservados. También es necesario mejorar el diseño de la red para reducir el tiempo empleado en transbordos y facilitar la adquisición de billetes, por ejemplo, permitiendo que los turistas puedan obtener el bono diario en los hoteles, no solo en las oficinas de Tuvisa.
Lamentablemente, problemas como la falta de recursos para cubrir incidencias y averías, que en agosto dejaron varios servicios sin realizar, siguen siendo un obstáculo para la mejora del transporte.
Los problemas que enfrenta el transporte público en Vitoria-Gasteiz son el resultado de una mala gestión política y técnica. Los políticos prometen soluciones que no se materializan, como ha quedado demostrado tras los acuerdos alcanzados tras la huelga hace seis meses, que aún no se han cumplido. Es hora de dejar de lado las promesas vacías y actuar con responsabilidad para ofrecer un servicio de calidad a los ciudadanos.