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Diez años de ‘Gora Gasteiz’: el cambio político que hizo caer a Javier Maroto

Hace diez años nació Gora Gasteiz, una plataforma ciudadana que defendió la convivencia y propició el cambio político que desalojó a Javier Maroto del Ayuntamiento. Así fue su historia.

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Imagen de Javier Maroto en la Plaza Nueva el día del pleno de investidura.

Este viernes 13 de junio se cumplen diez años de uno de los momentos más tensos de la política local reciente en Vitoria-Gasteiz. Aquella mañana de sábado de 2015 no fue una más en la Plaza Nueva. Mientras dentro del Ayuntamiento se decidía quién sería el nuevo alcalde, fuera se vivía una de las jornadas de mayor polarización social que se recuerdan. El entonces alcalde, Javier Maroto, del Partido Popular, se enfrentaba a un bloque opositor que amenazaba con arrebatarle el bastón de mando pese a haber sido el candidato más votado. Lo que acabó inclinando la balanza no solo fue una suma de partidos, sino también una movilización ciudadana sin precedentes. Nacía el movimiento Gora Gasteiz.

Cuando unas declaraciones encendieron la mecha en 2014

A mediados de 2014 el clima político en Vitoria-Gasteiz se enrareció. El alcalde Javier Maroto realizó unas declaraciones que marcarían un antes y un después. Dijo que “los inmigrantes magrebíes vienen a vivir de las ayudas sociales” y que “no tienen ningún interés en integrarse ni en trabajar”. No aportó pruebas, pero sí generó un ambiente de tensión y desconfianza hacia la población migrante. Asociaciones locales y defensores de los derechos humanos alertaron de que aquellas palabras podían tener consecuencias graves. No tardaron en llegar. Pintadas xenófobas, símbolos nazis en espacios públicos y amenazas a colectivos migrantes comenzaron a aparecer. El discurso del alcalde había dejado de ser solo político. Había activado una fractura social.

Años más tarde el Consejo de Europa incluiría esas palabras como ejemplo de retórica xenófoba en España. Pero ya entonces una parte importante de la ciudadanía reaccionó con firmeza.

El nacimiento de Gora Gasteiz

Ante esa deriva, el 19 de noviembre de 2014 se presentó en sociedad Gora Gasteiz. Era una plataforma ciudadana que reunía a personalidades del ámbito cultural, académico, deportivo y social. El mensaje era claro. “Frente al odio, convivencia. Frente a la exclusión, diversidad. Frente al miedo, alegría”. El acto fundacional tuvo lugar en un centro cívico de la ciudad y reunió a referentes como José Ángel Cuerda, Blanca Urgell, Bernardo Atxaga, Karra Elejalde, Igor González de Galdeano, Mikel Urdangarin o Gorka Moreno, entre muchos otros.

El manifiesto fundacional, leído en euskera, castellano y árabe, fue una declaración de intenciones. Se defendía una Vitoria plural, inclusiva y justa. Rosabel Argote, activista de CEAR e integrante del movimiento, lo explicó con claridad: “Hemos sido capaces de desligarnos de siglas y juntarnos en este colectivo en el que todos tienen cabida”.

Una campaña ciudadana con creatividad frente al odio

Gora Gasteiz no se quedó en el manifiesto. Durante los meses siguientes desplegó una campaña participativa, festiva y pedagógica. Se organizaron charlas, concursos de fotografía, carreras solidarias y hasta una carroza en carnavales. Cada acción llevaba un tono constructivo y positivo. “Podíamos haber reaccionado al odio con odio, pero decidimos poner en marcha una dinámica ciudadana democrática, participativa, abierta y constructiva”, recordaba Argote.

Una de las acciones más potentes fue el evento del 18 de abril de 2015. A pocas semanas de las elecciones municipales, más de seis mil personas llenaron la Plaza de la Virgen Blanca en una jornada festiva y reivindicativa. Hubo globos de colores, actuaciones artísticas y mensajes de convivencia. Fue la despedida de la plataforma, que cerraba una etapa, pero dejaba el testigo a la ciudadanía. “La persiana baja, pero el movimiento sigue vivo”, declararon entonces.

Un contexto político cada vez más tenso

Mientras tanto, la ciudad vivía una de las campañas más tensas en años. Javier Maroto centró su discurso en el control del gasto público, con énfasis en limitar el acceso de inmigrantes a ayudas sociales. Su propuesta estrella era reformar la RGI para endurecer los requisitos. Desde sectores sociales se denunció este enfoque como una estrategia para polarizar.

En las elecciones del 24 de mayo el PP fue la fuerza más votada con nueve concejales. Sin embargo, la suma de la oposición formada por EH Bildu, PNV, PSE-EE, Sumando-Hemen Gaude e Irabazi alcanzaba los 18 de los 27 escaños del pleno.

El sábado que cambió Vitoria: memorias de una investidura histórica

La mañana del 13 de junio de 2015 pasó a la historia política de Vitoria-Gasteiz por razones que fueron mucho más allá del cambio de alcalde. Lo que iba a ser un mero trámite institucional se convirtió en una jornada marcada por el vértigo político, la presión social y una decisión que, aún hoy, diez años después, sigue generando valoraciones cruzadas. Mientras en el salón de plenos se dilucidaba si Javier Maroto continuaba o no al frente del Ayuntamiento, en la calle se palpaba una tensión creciente que dividía literalmente la ciudad. Aquella investidura fue el punto culminante de una sucesión de hechos imprevistos que desembocaron en la llegada de Gorka Urtaran (PNV) a la alcaldía, gracias a una mayoría alternativa que se fraguó a última hora. En el centro de esa operación estuvo un actor político inesperado: Irabazi.

Con motivo del décimo aniversario, GasteizBerri ha solicitado expresamente a los principales protagonistas políticos de aquella jornada —tanto a título individual como a través de sus partidos— sus valoraciones sobre lo ocurrido, sus recuerdos personales y su lectura política de aquel momento clave en la historia reciente de la ciudad. A continuación recogemos sus respuestas, que conforman el testimonio coral de un episodio que marcó el rumbo de Vitoria-Gasteiz.


Óscar Fernández: “Fue el momento más duro, pero también el más importante”

Óscar Fernández, entonces cabeza de lista de Irabazi —coalición que integraba a Equo, Ezker Anitza-IU y personas independientes—, vivió aquella investidura como su primer día como concejal. Diez años después, en conversación con GasteizBerri, recuerda la jornada con la nitidez que solo conservan los momentos que marcan una vida política. “Nuestra Asamblea había decidido no apoyar a Gorka Urtaran porque abogábamos por un gobierno de izquierdas liderado por Miren Larrion (EH Bildu). Los números daban para ello. Y además, el PNV ni siquiera se había acercado a nosotros”, explica. Hasta ese momento, Irabazi había mantenido su posición de no dar el voto para Urtaran.

Pero aquella mañana, la ruptura del pacto entre el PNV y el PSE-EE en Andoain lo cambió todo. Un concejal del PNV había facilitado la alcaldía a EH Bildu en ese municipio, y la dirección del Partido Socialista respondió ordenando a su grupo municipal en Vitoria que no votara a favor del candidato jeltzale. La abstención de los cuatro ediles socialistas dejó a Urtaran sin mayoría absoluta. “Ahí entramos nosotros. Nuestro voto pasaba de ser simbólico a decisivo. Si no votábamos a favor, Maroto seguiría cuatro años más”, rememora Fernández.

Lo que siguió fue una sucesión de reuniones improvisadas, tensas y decisivas. Sin espacio propio en el Ayuntamiento, sin despacho, el equipo de Irabazi se reunió en una cafetería cercana. “Allí tomamos la decisión. No teníamos tiempo de convocar otra Asamblea. Fue todo muy rápido, con una presión ambiental tremenda. Los medios nos seguían a cada paso. Cruzar la plaza fue como pasar por un estadio lleno, con gritos, insultos, aplausos, cámaras. Es el momento más duro que he vivido en política”. El contexto social también pesaba. “La ciudad estaba dividida. Los discursos de Maroto habían provocado un clima de confrontación insostenible. Era o seguir por ese camino o apostar por la convivencia. Y decidimos actuar”.

Fernández relata que, en ese momento, ni siquiera tenían el teléfono de Gorka Urtaran. “Fuimos nosotros los que nos acercamos a su despacho. Queríamos saber si estaba dispuesto a liderar una alternativa real. Le pedimos compromisos en materia de igualdad, medio ambiente, políticas sociales. Algunos se cumplieron, otros no. Pero eso no era lo importante en ese momento. Lo importante era evitar que continuara un discurso xenófobo institucionalizado desde la alcaldía”.

A nivel personal, Fernández reconoce el coste emocional. “Recibí amenazas por redes sociales. Gente que me dejó de hablar. Me fui a casa aquel sábado y no salí en todo el fin de semana. Me costó recuperarme. Pero no me arrepiento. Actuamos con responsabilidad. Éramos nuevos, sin experiencia, y nos tocó decidir en un momento crítico. La historia, creo, nos ha dado la razón”. Aquel voto, afirma, no fue por el PNV, sino contra el proyecto de exclusión que representaba Maroto. “Había mucho más en juego de lo que parecía”.

Esa misma mañana se reunió con los portavoces del PSE, de EH Bildu, y finalmente con Urtaran. El PSOE estaba abatido. “Peio López de Munain estaba hundido. No compartía la orden del partido, pero tuvo que acatarla. La sensación era de caos”. En paralelo, fuera del Ayuntamiento, el movimiento Gora Gasteiz había demostrado semanas antes la potencia de una ciudadanía movilizada en defensa de la convivencia. “Esa presión social también estuvo presente. Fue determinante para tomar la decisión. Nosotros solo canalizamos lo que se estaba gritando en la calle”, recuerda.

Hoy, una década después, Fernández sigue guardando un recuerdo físico de aquellos días: una de las baldosas con el logo de Gora Gasteiz que se entregaban a quienes apoyaban el movimiento. “La guardo como recordatorio de lo que fue aquello. Un momento durísimo, pero necesario. Si hubiéramos fallado, Vitoria habría seguido otros cuatro años por un camino muy peligroso. Y no sabemos hasta dónde habría llegado”.


El Partido Popular: “El pacto fue un cambio a peor”

En declaraciones facilitadas a GasteizBerri, el concejal del Partido Popular Iñaki García Calvo afirma que “la consecuencia de aquello, diez años después, es la decadencia de la ciudad”. A su juicio, “el único objetivo de PNV, PSOE, EH Bildu y Podemos fue echar a Javier Maroto”, pese a que había sido el candidato más votado y “había transformado Vitoria con más de 25 proyectos históricos”.

García Calvo sostiene que la ciudad pasó de tener “un rumbo claro y un gobierno eficaz” a vivir una década de “inercia institucional, parálisis política y falta de liderazgo”. Critica que la gestión posterior “no ha sabido continuar el proyecto transformador que impulsó el PP” y acusa a los gobiernos sucesivos de haber llevado a Vitoria a una situación de “pérdida de competitividad, falta de oportunidades y deterioro de los servicios”.

En su valoración, el PP considera que el acuerdo de 2015 fue “un error histórico”, cuyas consecuencias aún se arrastran. “La ciudad ha perdido relevancia económica, cultural y social”, afirman.


El Partido Socialista: “Hicimos lo que debíamos”

Desde el PSE-EE han trasladado a GasteizBerri una valoración serena de aquella jornada, que recuerdan como “una jornada de mucha tensión, reflejo del clima de división que entonces se vivía en la ciudad”. Atribuyen ese contexto al “discurso del Partido Popular, que alentaba la fractura social y el enfrentamiento”. Su decisión de votar en blanco en el pleno fue, aseguran, “lo correcto en aquel momento”.

El motivo, explican, fue el incumplimiento del pacto entre el PSE y el PNV en Andoain. “Allí el PNV entregó la alcaldía a EH Bildu, rompiendo un acuerdo de gobernabilidad. Por eso nos desmarcamos”, argumentan. Con todo, destacan que “un año después nos comprometimos con la estabilidad de la ciudad y entramos en el Gobierno municipal junto al PNV”.

Esa colaboración se ha mantenido hasta hoy. “Hemos gobernado ya tres legislaturas junto al PNV, y ahora lideramos la alcaldía con Maider Etxebarria”, subrayan. Destacan que se han alcanzado “más de cien compromisos de gobierno, acuerdos en vivienda, sanidad, ordenanzas fiscales y el nuevo Plan General”.

Preguntados por la figura de Gorka Urtaran, evitan valoraciones personales. “Es su partido quien debe hacerlo”, afirman. El PSE-EE prefiere destacar que los acuerdos alcanzados “sirvieron para dar estabilidad, impulsar políticas sociales y consolidar un modelo de ciudad más justo y convivencial”.


EH Bildu: “Se cerraron las puertas al racismo”

En su respuesta a GasteizBerri, EH Bildu reivindica aquel acuerdo como “una decisión ética, ciudadana y necesaria” para impedir que “el alcalde racista del PP, Javier Maroto, volviera a gobernar”. La coalición abertzale interpreta que el cambio político fue consecuencia directa de “la movilización ciudadana que reclamaba en las calles una Gasteiz más plural, solidaria y antirracista”.

Subrayan el papel determinante del movimiento Gora Gasteiz, al que consideran “el verdadero motor de aquel cambio”. Según explican, “fue una respuesta coral de movimientos sociales, generaciones nuevas y una ciudadanía activa que no estaba dispuesta a tolerar más políticas de odio”. La cesión de la alcaldía al PNV, explican, fue una muestra de responsabilidad. “Se antepuso el interés general de la ciudad al interés de partido”.

EH Bildu defiende que aquella operación política fue también una experiencia de colaboración estratégica entre fuerzas diversas. “Los movimientos sociales, los sindicatos, los colectivos de barrio y partidos políticos entendieron que había que actuar juntos ante una amenaza a la convivencia”, señalan. Esa unión, añaden, “logró desinflamar la burbuja excluyente que había impulsado el PP”.

Uno de los actuales portavoces del grupo recuerda además que aquel momento supuso un punto de inflexión personal: “Yo en aquel momento no formaba parte de EH Bildu, pero fue precisamente lo que ocurrió en 2015 lo que me llevó a dar el paso. Ver cómo se trabajaba con discreción, sin hacer ruido, priorizando el bienestar de la ciudad por encima de cualquier cálculo partidista, fue lo que me convenció para implicarme políticamente desde ese espacio”.

A diez años vista, alertan de que muchas de las dinámicas que motivaron la reacción de 2015 están volviendo a aparecer. “Lo estamos viendo en el debate actual sobre migración. Se vuelve a instrumentalizar el miedo. Se vuelve a utilizar lo diferente como amenaza. Por eso, hoy como entonces, hay que defender la convivencia con claridad y sin ambigüedad”.

EH Bildu considera que lo que ocurrió entonces debe seguir sirviendo de referencia. “Los valores de igualdad, diversidad y solidaridad no pueden ser moneda de cambio. Son la mejor vacuna contra el fascismo. Y tenemos que protegerlos entre todas y todos”.


El PNV: “El acuerdo fue una respuesta ética y necesaria”

Por su parte, el EAJ-PNV ha transmitido a GasteizBerri que recuerda la jornada del 13 de junio como “el cumplimiento de una apuesta política responsable para evitar la consolidación de un modelo excluyente”. Consideran que el acuerdo que llevó a Gorka Urtaran a la alcaldía fue “una respuesta ética a un discurso que había cruzado una línea roja”.

El partido reconoce que, pese a ser la tercera fuerza en votos, lideró el acuerdo “ante la necesidad de frenar un modelo de ciudad basado en la confrontación”. Destacan que fue “una situación excepcional”, pero que demostró su capacidad para articular mayorías estables frente a una EH Bildu que, dicen, “no la tuvo entonces ni la tiene ahora”.

Desde el PNV alertan de que los discursos populistas y de extrema derecha han crecido desde entonces. “Lo que era una amenaza incipiente ahora es un fenómeno extendido en toda Europa”, señalan. En ese contexto, consideran que la experiencia de 2015 ofrece una enseñanza: “la respuesta no puede ser el miedo, sino la firmeza en los valores de cohesión social”.

Por último, subrayan que gobernar “no es solo sumar escaños”. Es, añaden, “tener visión, proyecto y compromiso con la ciudadanía”. Y aseguran que el PNV sigue comprometido con “una Vitoria de acogida, que proteja, integre y ofrezca oportunidades, sin simplismos ni eslóganes vacíos”.

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