El sueño de una conexión directa en autobús entre los dos polos de crecimiento de Vitoria, Zabalgana y Lakua-Arriaga, ha topado de bruces con la frialdad de los números. La sociedad municipal de transportes, Tuvisa, ya tiene sobre la mesa el informe de la consultora Leber Planificación e Ingeniería, y la conclusión es demoledora: la hipotética Línea 11 nacería con una demanda tan exigua que se perfilaría como un servicio residual, destinado a engrosar la lista de rutas con escasa rentabilidad social y económica.
El estudio, que responde a un acuerdo plenario del pasado mes de febrero, arroja cifras que invitan a la cautela. En el mejor de los escenarios, la Línea 11 captaría entre 1.100 y 1.500 viajes diarios. Una cifra «testimonial» si se compara con los más de 20.000 usos que cada día registra el Bus Eléctrico Inteligente (BEI). De hecho, este nuevo trazado, que conectaría equipamientos clave como el Hospital Universitario, la Seguridad Social o la Estación Intermodal, se situaría a la cola de la red. Sería, con diferencia, la línea menos utilizada, muy por debajo de la actual farolillo rojo, la Línea 8, que ya alcanza los 2.000 viajes diarios.
Una redistribución, no una expansión
El informe subraya que esta baja demanda se debe, en gran parte, a la naturaleza de los futuros usuarios. La gran mayoría de los viajes de la Línea 11 no generarían nuevos desplazamientos ni atraerían a usuarios del vehículo privado, sino que serían una mera «redistribución de viajeros de otras líneas existentes». En otras palabras: el nuevo bus no sumaría, solo movería pasajeros de un trayecto a otro.
1.500 usos diarios es el máximo de demanda que se proyecta para la nueva línea, una cifra que contrasta con los 20.000 del BEI. El servicio requeriría de 6 vehículos y 20 nuevos conductores para un recorrido de solo 5 kilómetros por sentido.
El análisis también ha valorado el impacto futuro de la ampliación del tranvía a Zabalgana. Lejos de mejorar las perspectivas del autobús, la puesta en marcha del tranvía añadiría 11.000 viajes diarios a Euskotren, drenando usuarios de líneas troncales de Tuvisa como la 6, la 10 y el propio BEI. En ese contexto, la Línea 11 «mantendría la menor demanda de la red de transporte público y seguiría dependiendo de la redistribución de viajeros de otras rutas», según el documento.
El trazado, que se extendería a lo largo de 5 kilómetros por sentido, incluiría 12 paradas y una frecuencia ambiciosa de 10 minutos. Un nivel de servicio que exigiría la movilización de 6 vehículos y la contratación de 20 personas conductoras adicionales. Un coste operativo que Tuvisa deberá ponderar frente a la escasa rentabilidad de captar poco más de un millar de viajeros al día.
La sociedad municipal, ahora, se enfrenta al dilema de priorizar un acuerdo político que mejora la conectividad de zonas hasta ahora sin servicio (como las calles Iruña-Veleia y Oion o las avenidas Reina Sofía y Zabalgana) o atender las advertencias del informe técnico sobre su escasa viabilidad económica y el riesgo de generar una línea deficitaria y sobredimensionada para el uso real que se le prevé.



