Como contamos el jueves, poco después de que el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco hiciera un llamamiento a otras localidades para ayudar en la crisis ambiental que estalló con el derrumbe, Gasteiz ofrecía los servicios del vertedero de Gardelegi para ubicar los residuos que generaron la rotura del colector propiedad de Verter Recycling.
La oposición al completo rechazó la idea y cuestionó al Gobierno sobre qué tipo de residuos, qué medidas de seguridad y cómo pretendía llevar a cabo dicha operativa. La respuesta del Concejal de Gestión Ambiental apostillaba ese primer ofrecimiento: Gardelegi no recibirá en ningún caso residuos peligrosos y todo se hará (o haría) dentro de la legalidad. La ayuda se daría para ubicar los materiales no peligrosos que cayeron a vías públicas y que recogieron diversas empresas.
Algo que respondía en palabras de Gorka Urtaran a un acto de solidaridad para hacer frente a las consecuencias que está dejando la avalancha (anunciada dos días antes por uno de los dos fallecidos). De manera similar a los altos cargos de su partido (PNV) ha querido centrar la atención en que la situación requiere del apoyo de todos, y culpar o buscar culpables no aporta nada a la causa.
Sin embargo gracias a la labor de numerosas personas (periodistas, trabajadores, vecinos) el derrumbe y posterior rescate, inendio y crisis de gestión se redimensiona cada vez más claramente a solo «la punta del iceberg«.
Y es que las consecuencias del derrumbe, que en principio parecían simplemente medioambientales, han pasado a ser sanitarias, políticas e incluso penales; como muchas voces empiezan a clamar con cada nuevo detalle que se conoce sobre este «accidente«.
«El amianto (en todas sus variedades) está clasificado según la Legislación Española como cancerígeno de primera categoría, es decir, «sustancias que se sabe, son carcinógenas«
Un derrumbe (agravado por el posterior descubrimiento de que el lugar contenía grandes cantidades de amianto) que ha causado la muerte de dos personas y consecuencias para la salud de los vecinos y la naturaleza colindante -porque hay más de un río cerca- que todavía a día de hoy se desconocen.