Álava ya cuenta con su propio atlas de los odonatos del territorio que recoge las 51 especies de libélulas y caballitos del diablo que habitan en el territorio. Se trata de un completo y exhaustivo trabajo de diez años llevado a cabo por Jose Antonio Gainzarain, del Instituto Alavés de la Naturaleza (IAN), que incluye fotografías de alta calidad, fichas, mapas y citas actualizadas. En sus 165 páginas a color, recoge con todo detalle cada una de las 51 libélulas y caballitos del diablo que habitan en Álava.
Sólo en el lago Arreo
Entre ellas, destacan algunas especies tales como Aeshna isoceles, también conocida como libélula de ojos verdes, que vive sólo en el lago Arreo, espacio natural protegido de la Red Natura 2000; o la Brachytron pratense (libélula de primavera) que sorprendió incluso a los expertos cuando la localizaron en la Sierra de Entzia -también espacio Red Natura 2000- por hallarse a 1.000 metros de altitud y a 65 kilómetros de Urdaibai, pese a que se trata de una libélula que suele vivir siempre cerca del mar. Destaca también la libélula de kirbyi (Trithemis kirby) que apareció en Álava hace dos años. Es una pequeña libélula procedente de África de color rojo escarlata, muy común en el continente africano y que, en agosto de 2016, fue observada en el río Ebro, a su paso por la localidad de Baños de Ebro.
Son sólo algunos ejemplos de las especies identificadas y descritas en el nuevo atlas, que forman parte de la rica biodiversidad alavesa. Se trata, además, de “fieles indicadores del estado ecológico del territorio y, por lo tanto, un silencioso recordatorio de nuestra responsabilidad para cuidarla y conservarla”, tal y como ha recordado Galera. Es por ello, que ha animado a alaveses y alavesas a acercarse a nuestros ríos y masas de agua “con mucho respeto” para conocer mejor estas especies.
“Esta publicación aporta información de gran valor científico pero, a su vez, es didáctica e ilustrativa y sirve para acercar a la ciudadanía alavesa el desconocido y atractivo mundo de las libélulas, así como su importante papel en los ecosistemas, como indicadores del cambio climático”