
Un 3 de septiembre de 2005, Tito y Guillermo se dieron el «sí quiero» en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Aquel sábado no fue uno más. Fue el día en que, por primera vez en Euskadi, una pareja homosexual contrajo matrimonio tras la aprobación de la reforma del Código Civil impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
A las 12 del mediodía, los dos gasteiztarras cruzaron las puertas del Consistorio acompañados de un grupo de amigos. Nerviosos, pero decididos, caminaron hasta la sala de recepciones para hacer efectivo el derecho que la ley les acababa de reconocer.
“Nos ha costado conseguir que los homosexuales se puedan casar”
Ya convertidos oficialmente en esposos, Tito y Guillermo compartieron su emoción con la prensa. “Nos ha costado conseguir que los homosexuales se puedan casar, al final, se ha conseguido”, recordaron. También admitieron que el momento lo vivieron con muchos nervios: “Cuando fijamos la fecha de la boda, desconocíamos que íbamos a ser la primera pareja homosexual de Euskadi en casarse, así que temíamos el circo mediático que se podía montar”.
Una ceremonia sin diferencias
La encargada de oficiar el enlace fue la concejala del PNV Beatriz Artolazabal, quien lo hizo “con absoluta normalidad”. Para ella, este tipo de uniones «enriquecen a la sociedad en su totalidad» y suponen “igualar a las personas homosexuales al resto de la ciudadanía”. La edil felicitó a los novios y subrayó que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un paso importante “para eliminar discriminaciones y avanzar hacia mayores niveles de libertad y tolerancia”.
Artolazabal también reflexionó sobre el motivo por el que la pareja la eligió a ella para oficiar la ceremonia: “Como mujer, también pertenezco a un colectivo que ha luchado y que sigue luchando para avanzar en igualdad”.
Una fecha marcada en la historia
La boda se celebró tras el parón administrativo del mes de agosto. Aunque la primera boda homosexual del Estado tuvo lugar el 11 de julio de ese mismo año, la de Tito y Guillermo fue la primera en Euskadi y la primera en Vitoria-Gasteiz. Según explicó la concejala, los contrayentes no recibieron ningún trato de favor: “Han elegido un hueco de los existentes en el calendario de bodas del Ayuntamiento y en ningún momento se les ha dado un trato de favor”.
Desde el primer momento, la pareja pidió discreción a los medios de comunicación. Su objetivo era que su boda se celebrara en un clima de normalidad. Así lo expresó también Artolazabal, quien pidió evitar especulaciones y respetar los deseos de los novios: “No desean que su boda se convierta en un espectáculo”.