
El Memorial del 3 de Marzo sigue sin avances. A falta de pocos meses para que se cumplan 50 años de la masacre de 1976, el proyecto continúa paralizado por una razón que, para muchas personas, resulta incomprensible: una colección privada de belenes ocupa todavía el interior de la iglesia de San Francisco de Asís, edificio que debe acoger el espacio memorialista.
“Nadie en esta ciudad entiende ni puede entender que la puesta en marcha de un memorial público con un valor simbólico y democrático incalculable se retrasa indefinidamente por la falta de acuerdo sobre la ubicación de unas figuras navideñas”, denunció este lunes la concejala de Elkarrekin, Garbiñe Ruiz, durante la Comisión de Políticas Sociales del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.
Críticas a la pasividad institucional
Ruiz puso el foco en lo que considera una falta de diligencia institucional prolongada en el tiempo, y recordó que si el proyecto ha seguido vivo “no ha sido gracias a la institucionalidad, sino al trabajo incansable de la sociedad civil y asociaciones memorialistas”.
A su juicio, el Ayuntamiento no debería asumir el coste ni la responsabilidad de buscar un nuevo espacio para esta colección, que pertenece a una familia vinculada a la Iglesia: “Esta institución dispone de inmuebles más que suficientes para reubicarla. Cualquier otra interpretación es retorcer el papel de lo público y subordinarlo al interés privado”.
Riesgo para el edificio
Más allá del retraso simbólico, Elkarrekin alertó también sobre el deterioro estructural del edificio, diseñado por Luis Peña Ganchegui y actualmente en estado de conservación muy delicado. “Cada día que pasa sin intervención, su deterioro se multiplica exponencialmente”, advirtió Ruiz, señalando que incluso “las plaquetas de pizarra del tejado vuelan con los temporales”.
Ruiz recordó que ya existen informes técnicos que apuntan a daños severos en la cubierta, y advirtió que la parálisis “no sólo perjudica al proyecto memorialista, también encarece y complica las futuras obras”.
Sin fecha para el inicio
Desde Elkarrekin preguntaron directamente qué gestiones se han hecho para reubicar los belenes, si ha habido propuestas formales al Obispado y a la familia propietaria, y si existe ya una fecha real para el comienzo de las obras.
“Todavía no estamos en marzo de 2026, pero todo parece apuntar a que las obras no habrán terminado para entonces”, lamentó Ruiz. “Sería imperdonable que medio siglo después, lo que la Policía Armada no consiguió con varas y fuego, lo logremos nosotros mismos retrasando el proyecto con burocracia y belenes”.
Respuesta del Gobierno municipal
El concejal de Políticas Sociales, Lucho Royero (PNV), reconoció que el espacio está “ocupado por estos belenes que necesariamente necesitan traslados” y aseguró que las instituciones están trabajando para solucionarlo.
Aunque no concretó qué espacios se han ofrecido ni cuál sería la solución provisional, insistió en que “la previsión sigue siendo que en marzo del 26 las obras estén finalizadas”, incluso si todavía no han comenzado.
Royero defendió que el objetivo común debe ser “colaborar para que finalmente todo lo que tenemos previsto se pueda llevar a cabo en la mayor brevedad posible” y puso en valor el papel de las asociaciones memorialistas, “que son las que principalmente van a aportar los materiales y el fondo documental”.
Un compromiso en el aire
Ruiz replicó que “el Memorial no está listo, ni han empezado las obras, ni se nos ha dado una estimación real”, y recordó que las asociaciones no quieren una inauguración improvisada, pero sí esperan que el aniversario de marzo de 2026 se conmemore con dignidad.
Desde el Gobierno se mantienen en que el cronograma sigue en pie y que la reubicación de los belenes no supondrá un obstáculo insalvable. Sin embargo, sin fecha concreta de inicio ni solución definitiva sobre la mesa, el proyecto del Memorial sigue atrapado en una paradoja: 50 años después, las víctimas del 3 de marzo siguen esperando justicia, memoria… y el traslado de un belén.