El 25 de agosto se ha cumplido un año del inicio de una campaña militar de asesinatos extrajudiciales, violencia sexual e incendios provocados que expulsaron a más de 700.000 musulmanes rohinyás del estado occidental de Rakhine, en Myanmar.
Desde entonces, estos rohinyás apátridas han encontrado refugio y seguridad en el distrito Cox’s Bazar, un popular destino vacacional en el sur de Bangladesh, famoso por su playa, una de las más largas e ininterrumpidas del mundo. Pero a solo 16 kilómetros de la playa, se vive una realidad diferente.
Cerca de un millón de refugiados rohinyás pueblan los 34 campamentos emplazados en un área de 26 kilómetros cuadrados en Cox’s Bazar. Tan sólo en el asentamiento de Kutupalong-Balukhali viven más de 600.000 personas, lo que lo convierte en el asentamiento de refugiados más grande y más densamente poblado del mundo.
También es uno de los lugares que concentra una gran cantidad de dolor. Conforme han arribado, los sobrevivientes han narrado historias de terror que cargaron consigo desde que huyeron de sus hogares asolados por lo que los expertos de la ONU han calificado de “limpieza étnica”.
“La limpieza étnica de los rohinyás de Myanmar continúa. No creo que podamos sacar ninguna otra conclusión de lo que he visto y oído en Cox’s Bazar«, dijo Andrew Gilmour, subsecretario general de derechos humanos de la ONU, tras visitar Cox’s Bazar en marzo.
Gilmour destacó tres factores que hacen inconcebible esperar que los refugiados regresen pronto a Myanmar: la amenaza inmediata de asesinatos casi seguros, violación y otras formas de violencia; la imposibilidad de vivir allí, dado que todas las fuentes de alimentos y medios de vida han sido destruidas o declaradas fuera de los límites de la mayoría de los rohinyás restantes; y la aparente ausencia de voluntad para abordar las causas fundamentales de este problema, que ha sido el resultado de décadas de políticas de discriminación contra los rohinyás. Las autoridades de Myanmar se niegan a reconocer los derechos de los rohinyás y a otorgarles la ciudadanía.
«En última instancia, el mundo no puede permitir que los autores de este caso brutal de limpieza étnica, que muchos creen que puede constituir un genocidio, sean recompensados. Será necesaria la repatriación de los rohinyás a sus hogares y a su país, así como la rendición de cuentas por los crímenes de lesa humanidad que puedan haberse cometido contra ellos«, continuó Gilmour.
Ciclones a la vista
Pero además de estar en una de las regiones más densamente pobladas del mundo, los refugios de los rohinyás son propensos a inundaciones y ciclones. Con la temporada a punto de comenzar en septiembre, las agencias de las Naciones Unidas se lanzaron en una carrera contra el tiempo para acondicionar los asentamientos hechos de láminas de plástico y postes de bambú ubicados en valles empinados y laderas que han sido despojados de toda la vegetación, incluidas las raíces.
Ante este escenario, la agencia para refugiados ha llevado a cabo intensos preparativos en los últimos meses para alistar los campamentos de refugiados para enfrentar las fuertes lluvias monzónicas. Se han implementado trabajos masivos de ingeniería para ayudar a reducir el riesgo de deslizamientos de tierra e inundaciones. Miles de refugiados han sido movilizados y entrenados para servir como la primera línea de respuesta en caso de un desastre natural. Estos esfuerzos han resultado invaluables durante las lluvias sin precedentes de junio y julio, ya que los asentamientos de refugiados soportaron en gran medida el clima adverso, destacó ACNUR.
Por su parte, el doctor Peter Salama, director general adjunto de preparación y respuesta ante emergencias de la Organización Mundial de la Salud, dijo que se han logrado avances significativos en la protección de cientos de miles de refugiados rohinyás en Bangladesh en estos 12 meses.
Salama destacó que los brotes de enfermedades mortales también se han mantenido a raya en Cox’s Bazar a pesar de que «todas las condiciones están en su lugar para una epidemia masiva«, y señaló que los brotes de sarampión y difteria se han contenido.
«Necesitamos mantener la vigilancia para advertencias tempranas de enfermedades infecciosas. Ese sigue siendo un riesgo importante debido a la situación ambiental, el saneamiento deficiente, la sobrepoblación masiva, la forma en que estas personas se alojan y tenemos que mantener nuestra capacidad de aumentar la respuesta a los brotes cuando sea necesario«.
Un área clave de preocupación es la salud de unas 60.000 mujeres rohinyás embarazadas en los campamentos.
Muchas de ellas sufrieron violencia de género «antes o durante el curso de su huída» desde Myanmar, dijo Salama, y agregó que sólo una quinta parte de ellas dará a luz en un centro de salud adecuado.
La ONU acusa a militares birmanos de genocidio y crímenes de lesa humanidad
Establecida en marzo de 2017, la misión halló evidencias de graves violaciones de derechos humanos y abusos, cometidos por el ejército y otros cuerpos de seguridad birmanos, que «indudablemente equivalen a los crímenes más graves contra el derecho internacional«. Entre los crímenes de lesa humanidad perpetrados en Kachin, Shan y Rakáin, la misión enumera asesinatos, encarcelamientos, desapariciones forzadas, torturas, violaciones, esclavitud sexual y otras formas de violencia sexual, a lo que se suman los elementos de deportaciones ilegales y exterminio en Rakáin.
Los investigadores reprochan a la consejera de Estado birmana, Aung San Suu Kyi, por no haber utilizado su posición fáctica de jefa de Gobierno ni su autoridad moral para prevenir o detener los acontecimientos en Rakáin.
Facebook elimina decenas de cuentas de militares birmanos
La compañía estadounidense Facebook elimina decenas de cuentas y páginas web que pertenecen a militares de Birmania. Entre los afectados figuran el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Birmania, Min Aung Hlaing, y la televisión militar birmana Myawady.
«Queremos evitar que usen nuestro servicio para agravar las tensiones étnicas y religiosas«, señala el texto.