Pese a que el coronavirus puede crear problemas en los pulmones, está cargando de oxígeno al planeta. Una situación imaginable pero que ahora queda confirmada gracias a las imágenes que está mandando el satélite de la Agencia Espacial Europea Sentinel 5, tomadas entre el 14 y el 25 de marzo. La reducción masiva del tráfico rodado, la suspensión de viajes por aire, tierra y mar o la menor actividad económica han provocado un inevitable descenso en la emisión de gases a la atmósfera y llevando a que ciudades como Madrid o Barcelona estén teniendo cielos despejados y azules. Muchas ciudades de Europa han pasado de estar en rojo a un rosa mucho más suave.
La gama de rojos representa la concentración de dióxido de nitrógeno. Cuanto más intenso, mayor es su presencia en el aire. Un gas que proviene principalmente de la quema de combustibles fósiles en medios de transporte, industrias o calefacciones. Además, se trata de un compuesto que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias, además de fomentar el calentamiento del planeta mediante la concentración de gases de efecto invernadero.
Cierto es que con las fotografías no se puede saber cuánto ha caído exactamente la concentración de dióxido de nitrógeno. Pero, el líder de la misión Copérnico Sentinel 5-P, Claus Zehner, reconoce podría estar entre un 30% y un 40% de los valores medios de Europa.
Lo más parecido ocurrió hace 12 años en China, mucho antes de que el Sentinel 5 surcará los cielos, algo que empezó a hacer en 2017, aunque comenzará a enviar información a partir de abril de 2018. «Lo único comparable fue la drástica reducción que vimos en Pekín durante los juegos olímpicos de 2008, cuando las autoridades cerraron la ciudad al tráfico y pararon las centrales térmicas de carbón», resalta el director del proyecto espacial.
Excepto en Cúcuta, Colombia, donde el nivel de contaminación ha aumentado tanto, que no hay visibilidad a unos excasos metros