Nos encontramos a pocos días de la que tendría que ser la semana más importante de Vitoria-Gasteiz, las fiestas de La Blanca. Cinco días en los que se pone a prueba a la concejalía de cultura con centenares de actos, que se celebran durante prácticamente todo los días de la semana grande de la capital de Euskadi.
Este año no, «no toca». Pero las y los vitorianos no nos quedaremos con las manos vacías. Numerosos eventos organizados por el Ayuntamiento tendrán lugar durante las «no-fiestas». Con aforos reducidos, al aire libre y el resto de medidas de seguridad anti-pandemia. Además con la llegada del verano -y las festividades de la Blanca- se pone fin al curso político. Por ello, en GasteizBerri.com entrevistamos a la Concejala de Cultura de Vitoria-Gasteiz, Estibaliz Canto.
Sobre Kultura Bizia
Pregunta Gasteiz Berri – La Diputada Foral de Cultura y Deporte, Ana del Val, nos contó que la iniciativa ‘Kultura Bizia’ era el resultado de la colaboración de instituciones y agentes culturales, y mostraba con orgullo que ponía a Araba en el mapa… ¿Cuál es tu valoración del proceso que llevó a hacer realidad este espacio cultural?
Estíbaliz Canto – Fue un proceso que duró muchos meses. Nace de una iniciativa privada, que se presenta a las instituciones, a la Diputación, en concreto. Luego de ahí, pues se nos hace partícipes al resto de instituciones.
El proyecto en origen, en inicio, iba a las campas de Mendizabala. Ahí es donde se iban a montar una serie de carpas y tal. Pero aquello era inviable por unos temas de asfaltado, de ferias… Bueno, era inviable. Entonces, por parte del Ayuntamiento, se propuso el Iradier Arena.
Aquella propuesta fue bien acogida. El proyecto empezó a pivotar en torno al Iradier Arena. Se implicaron agentes privados, los agentes culturales de la ciudad, programadores principalmente, Diputación, Ayuntamiento y Gobierno Vasco.
A Ana [del Val], le tengo mucho cariño y es de justicia [reconocer] que ella ha tirado mucho del carro con esta iniciativa. Los demás hemos ido con ella, en este sentido.
El proyecto es de todos, por supuesto, pero hay que reconocer que ella ha sido la mayor impulsora del proyecto.
Y por supuesto que estoy orgullosa porque ha dado como resultado una asociación, Kultura Bizia, en la que están todos los agentes culturales de Álava, de Vitoria y también empresas de servicios culturales, que esto es muy importante.
A veces sólo pensamos en los artistas, pero rodeando al artista hay muchos técnicos y muchas empresas que también necesitan comer y necesitan dinero. Se ha generado un espacio de confluencia, generador de eventos culturales y dinamizador.
Evidentemente, hay que estar orgullosos, todos. Porque una cosa así, en Vitoria, es muy novedosa.
Has enumerado a los agentes implicados poniendo por delante el sector de la cultura: trabajadores, servicios… Al fin y al cabo, ese es el objetivo último de este proyecto, ¿verdad?
R – Llevamos año y medio de pandemia y todos estamos cansados. Estamos cansados, estamos más enfadados; todos tenemos ganas de salir de fiesta, de poder ir con nuestros amigos y hacer una buena comida entre 15… Pero todavía no se puede.
Pero, además, el sector cultural, con todas las limitaciones de aforos, se vio muy, muy resentido. El Teatro [Principal Antzokia] lo hemos llegado a tener con 300 butacas. Eso no es rentable. No es rentable, no es rentable para nada: espectáculos con solo 300 butacas [el Teatro Principal tiene 984 localidades].
Pero lo público se puede sostener [el Teatro Principal se sostiene con dinero público].
Y sobretodo, ¿qué es lo que se pedía? Que se mantuviera la programación. ¿Por qué? Porque si nosotros [el Departamento de Cultura del Ayuntamiento] quitamos la programación hay mucha gente que no cobra.
Si miramos a Pedro Sánchez, el Gobierno de España, también ha optado por mantener en vez de quitar.
Pero las salas privadas, evidentemente, no pueden hacer eso. Además, tenían unos aforos de 68, 38 personas… Con eso, y que el ocio nocturno está quitado por las limitaciones horarias, era inviable mantener actividad en lo privado en la ciudad.
Entonces ellos mismos se juntaron y dijeron «Necesitamos un espacio, que tenga mucho aforo y que nos permita poder desarrollar nuestro trabajo».
Vitoria no tenía eso, no tenía eso. Porque el mayor equipamiento cultural de la ciudad es el Teatro Principal, que tiene 900 butacas -en época de pandemia, 300, ahora 400- y no había más. No tenemos otro auditorio, un Euskalduna, una cosa de esas…
El caso es que fueron ellos los que nos propusieron buscar un espacio en el que, con unos aforos mayores -siempre cumpliendo las normas- pudieran programar y pudieran trabajar y pudieran, de alguna forma, ganar dinero para poder pagar nóminas.
Porque nadie se está haciendo rico con este proyecto, ni muchísimo menos. Al revés. Las instituciones han tenido que poner 200.000 euros para que salga adelante.
Pero hay mucha gente que está trabajando gracias al proyecto y yo creo que el sector cultural se merecía también sus propias subvenciones de rescate. Pues ha ido, ha ido ahí.
Iradier Arena como recinto cultural
Entonces, ¿está sobre la mesa mantener el Iradier Arena como lugar cultural tras la pandemia?
R – Sí, sí, sí. Ese es el objetivo. Queremos que el Iradier Arena sea un recinto que pueda albergar eventos culturales con una calidad mayor de la que lo hace ahora. Para eso necesitará una inversión.
Estamos trabajando en la fórmula de cómo invertir o cómo gestionarlo, pero el objetivo es que el Iradier Arena sea un espacio en el que dejemos de lamentarnos por lo mal que suena y lo mucho que estorba. Si no que nos demos cuenta que tenemos un equipamiento en el centro de la ciudad para 8.000 personas, tal vez más. Ahora en pandemia, evidentemente no, son 600, pero estamos hablando de una situación normalizada.
El Iradier Arena está en el centro de la ciudad, pueden entrar tráilers, tiene un parking debajo, está la parada del tranvía al lado… Yo creo que desaprovecharlo sería hacer mal mi trabajo.
Pero no sólo eso, sino que ahora mismo los comercios de la zona, los bares de la zona, ya notan la actividad del Iradier Arena.
Imagínate eso sostenido en el tiempo, y fuera de pandemia.
Estamos hablando de una reactivación económica de esa zona, que es algo muy importante también.
Hay que intentar que, cuando se hacen las cosas, se mejoren varios ámbitos a la vez. En este caso mejoraríamos el ámbito cultural, el ámbito de los artistas, el ocio para la ciudadanía y también la reactivación de la zona.
El Iradier es la clave del centro. En este sentido hay que ir a por él.
El Iradier Arena está en el centro de la ciudad, pueden entrar tráilers, tiene un parking debajo, está la parada del tranvía al lado… Yo creo que desaprovecharlo sería hacer mal mi trabajo.
Estibaliz Canto, Concejala de Cultura
Sobre el sonido, del que se ha hablado mucho… ya se ha celebrado Korterraza, el UsN, el Festival de Jazz… ¿Qué tal se está portando el Iradier?
Pues el Iradier se ha portado muy bien, ha sonado muy bien. Además, las instituciones hemos estado muy encima de cada cosa que se ha hecho en el Iradier, porque bueno, es un proyecto primigenio. Hemos estado muy encima de los grupos, de los promotores, de la propia organización y la seguridad de la plaza.
Y a nosotros, o por lo menos a mí, los promotores con los que yo he hablado me han dicho que algunos al principio venían con miedo, por la fama de la plaza pero que se les quitó en cuanto hicieron las primeras pruebas de sonido. Que aquello sonaba bien, que no entendían… Sí que ha habido que hacer una inversión, evidentemente, para que eso suene, pero suena a unos niveles decentes.
Nadie te dice que es excelente, acústicamente excelente, de 10, nadie te lo dice porque no sería verdad, pero sí para hacer conciertos para personas, para varios, varios cientos, incluso miles de personas. Perfectamente.
Sí que ha habido algo más de crítica con el Jazz sobre el sonido. Nosotros llevamos funcionando desde mayo. No ha habido críticas. Con el Jazz sí las ha habido.
Entiendo que es una disciplina musical que requiere de una calidad acústica mayor. Incluso el público está, tal vez, más entrenado de oído.
Pero insisto, los artistas que venían de fuera, la gente que no era de Vitoria, por así decirlo, y que no tiene el prejuicio con el Iradier, nos ha dicho que estaba “bien”. Que evidentemente no es lo ideal, pero que estaba bien, que no había ningún problema.
Hay que tener en cuenta que estamos en época de pandemia y se ha podido celebrar el Festival de Jazz, se ha podido celebrar Korterraza, se ha podido celebrar una regional de la UsN. Se ha podido celebrar, se ha podido celebrar… En otras circunstancias no se habría podido celebrar, con lo cual, yo creo, es importante no perder comba y, evidentemente, el año que viene muchísimo mejor todo.
¿Haréis una inversión extra, si hay que hacerla, para mejorar la acústica?
R – Sí, sí. Nosotros estamos trabajando en mejorar. A ver, la excelencia, “excelencia” va a ser muy difícil de conseguir, eso no es un auditorio, ni se pretende que lo sea. Esto es muy importante: No se pretende que lo sea. Pero sí, evidentemente, mejorar un poco la calidad acústica. Sin problemas.
¿Qué puedes decirnos de la organización, la seguridad, producción… el equipo que saca adelante el Iradier?
Kultura Bizia nos hace un reporte semanal de todo lo que sucede dentro de la plaza. También EventoKIT, que es la empresa de servicios que lleva la apertura de la plaza y también Juegos y Espectáculos, que es quien vigila y fiscaliza todo lo que se hace en la plaza.
Recibimos esos feedbacks semanales y de momento todo va bien.
Todo va bien y nada que reprochar, al revés, felicitarles por el trabajo.
Sobre la Cultura, en Vitoria-Gasteiz
¿Qué te parecen unas declaraciones recientes de una artista de Vitoria en las que criticaba que en la ciudad no se arriesga a nivel cultural y que en las iniciativas que se apoyan siempre aparecen los mismos nombres, las mismas ideas, muchas veces, obsoletas y un tanto carcas? ¿Falta esa chispa para «nuevas creaciones»?
Yo la puedo entender, a cierto nivel. La puedo compartir muchas veces. Es la sensación que se puede tener. Cuando se dice que “siempre son los mismos” o que “siempre aparecen los mismos”, es verdad, porque el Festival de Jazz, el Azkena Rock, Korterraza, Antxiña Folk, Poetas en Mayo son eventos que suceden y se repiten todos los años. Magialdia también, Kaldearte también, por ejemplo.
Pero de ahí entender que están obsoletos, yo eso no lo comparto. Sí que es verdad que puedo entender que igual no nos atrevemos a arriesgarnos lo suficiente o apostar por lo nuevo. Pero justo, este año, que nos hemos arriesgado con lo del Iradier puedo estar un poco más en desacuerdo con esa afirmación.
Pero entiendo a lo que se refiere y evidentemente hay que arriesgar, por parte de una institución, con proyectos.
Es complicado, pero se intenta, siempre, innovar.
Nosotros en Kaldearte producimos obras (en el sentido de que contratamos obras hechas expresamente para Kaldearte) y eso siempre tiene un punto de riesgo; y un punto de innovación.
En el Teatro Principal ponemos lo clásico, pero, también, las vanguardias (que muchas veces no se entienden). Tenemos también Monte Hermoso con el arte contemporáneo. Hay algunas exposiciones que son arriesgadas, otras que no.
Puedo entender a lo que se refiere, puedo compartirlo, en parte, pero intentamos que lo que se va quedando obsoleto evidentemente se renueve.
La semana pasada firmasteis tres convenios de colaboración, por 67.000 euros, con tres asociaciones culturales de la ciudad, una de ellas la que organiza el World Press Photo. ¿La exposición del World Press Photo cuesta 40.000 € a Vitoria?
World Press Photo cuesta treinta y algo mil euros a la ciudad y el resto es por la instalación de la propia exposición, el personal específico que hay que contratar para la vigilancia de puertas… y tal. Y sí es lo que cuesta. Es, básicamente, el contrato que hay que pagarle a la a la empresa que gestiona World Press Photo. Hay que pagar un canon que son treinta y pico mil euros y luego lo demás, pues todo lo que conlleva tener una World Press Photo.
También habéis apoyado a Korterraza
Sí, este es el primer año que tenemos convenio. Korterraza ha ido siempre a convocatoria de subvenciones, y este es el primer año que tenemos convenio, por 17.000 euros, que es más de lo que se llevaba en años anteriores que se le daba 13, 14 [mil euros]. Es un saltito adelante.
Es verdad que año a año hay que ir mejorándolo [el apoyo institucional] para que también ellos se sientan más apoyados por las instituciones, tengan ganas de seguir, traigan grupos, etcétera.
Yo creo que eso es el el objetivo con Korterraza, acompañarles para que vayan creciendo.
En relación al FesTVal. Prensa estatal, que acude a él, suele comentar que le llama la atención el poco arraigo que, en su opinión, tiene el Festival en nuestra ciudad. «Lo desconectada que está la ciudad» del Festival de Televisión ¿Estás de acuerdo con esto? ¿Crees que tendrían que hacer más por conectar con la ciudad?
No, no creo que sea una cuestión de que la organización tenga que hacer o tenga que dejar de hacer. Yo creo que el Festival de Televisión [FesTVal] se mimetiza bien con la ciudad. Puede faltar arraigo, puede faltar eso. Creo que porque igual una parte de la ciudad se ha empeñado en verlo como una invasión ajena. O como algo que «no es cultura», sino que «es televisión«. Eso son críticas que a mí me han llegado alguna vez.
De hecho, cuando el Festival de Jazz se gestionaba desde Cultura, había muchas críticas, por parte del sector cultural, porque entendían que “eso no era una política cultural”. Yo estoy totalmente en desacuerdo, por supuesto.
El Festival de Televisión es uno de los mayores escaparates que tiene Vitoria, decenas de artistas de renombre vienen a Vitoria, pasan unos días, nos conocen, luego hablan de Vitoria… ya sólo por eso merece la pena muchísimo. Aparte, te da la posibilidad de vivir estrenos televisivos que de otra manera no podrías.
Son unos días en los que la ciudad “se viste de gala” con el Festival de Televisión. ¿Tal vez le falte algo más de arraigo?. No sé. No te sé decir.
Yo creo que está bien y, evidentemente, poco a poco, piano-piano, tiene que ir creciendo más y asentándose.
Y la pandemia no le viene bien. El año pasado se pudo hacer, cosa que ya fue un hito por parte de la organización y también del Departamento de Promoción Económica, que eso se pudiera llevar a cabo, ya fue un hito. Este año se va a volver a hacer y el año que viene iremos viendo cómo va.
Cuando dicen que «es una invasión» para la ciudad, no hay más que ver cómo «invade» Donostia el Festival de Cine Internacional de San Sebastián… y la ciudad no sería lo mismo sin él.
En Donosti todo el mundo sabe que el Festival de San Sebastián al final [compensa] ¿Qué rédito le da a la ciudad?. Pues inmediato, probablemente, ninguno. Son otro tipo de réditos, más sostenidos en el tiempo o con más visión de futuro.
Que se vincule el nombre de tu ciudad a una cosa concreta, prestigiosa e internacional es maravilloso. [para empezar] porque va a haber gente que va a ir a tu ciudad a gastarse dinero en tu ciudad.
Evidentemente eso son ventanas que sería un poco de cenutrio no aprovechar, ¿no? Me refiero a que la mirada hay que tenerla pa fuera, no pa adentro.
De hecho Buenafuente sigue contando anécdotas de cuando vino a Vitoria en sus programas…
Sí, y hay artistas que hacen chistes con cosas de Vitoria, de las fiestas, del Festival de Televisión. Creo que está bien, que son ventanas hacia fuera, que hay tener. Y ya está. Que las miradas padentro hay que hacerlas, pero sin perder la perspectiva de fuera.
La Blanca 2021
Quedan pocos días para la celebración de las «no fiestas». ¿Esta todo cerrado o pueden haber cambios en las actividades programadas?
Sí tenemos que cerrar algunas cosas. El LABI el jueves pasado sacó un decreto, el viernes a la mañana. Técnicamente se revisó con el calendario de No-fiestas. Hoy a la mañana, pues tengo que cerrarlo con el alcalde, dar el último visto y para adelante.
Parece que os adelantasteis al LABI porque ningún evento termina cerca de la 01:00h. También es de sentido común
Bueno, nosotros ya, desde hace tiempo, aunque se permita ir a las doce, a la una o a las dos, no nos vamos a esas horas ya. Desde hace tiempo. Incluso hemos cambiado el horario del Teatro para hacerlo antes. Normalmente el teatro solía empezar ocho, ocho y media ahora empezamos a las siete.
Esto se debe, primero, a que nos hemos dado cuenta de que llevar los horarios tan tarde no es beneficioso. Ni para los vecinos, ni para los artistas, ni para el propio público. Siempre hay alguien que dice no ponlo más tarde que salgo de trabajar… Bueno, eso va a pasar. Siempre va a haber alguien a quien le va a pillar trabajando y no puede ir. Pero el resto, cuando vas al teatro y sales a las 11, luego no puedes ir a cenar con tus amigos o no puedes ir a tomar algo… Entonces nosotros para las diez y media estamos terminando todo, como muy tarde. Las 22:00h suele ser la hora normal. A las 10, despachamos. Y entendemos que es lo responsable, que no hay que tirar los horarios muy atrás hasta que no se normalice todo. Y aún así espero que se nos queden parte de estos horarios. Que se queden, que vengan para quedarse.
Lo que sí que os habrá afectado son los aforos de los espacios ¿no?
No, tampoco ha afectado a los aforos porque son al aire libre. Permitía 1000 personas al aire libre, mil y pico. Nosotros tampoco hemos ido a esos aforos, porque, primero, mis técnicos, los técnicos de cultura, hacen programaciones que puedan controlar. Y si empezamos a programar en espacios abiertos para mil y pico personas, eso ya se nos escapa de las manos. Ahí ya habría que empezar a contratar una empresa externa y no queremos meternos ahí este año. Entonces se hacen aforo reducidos.
Ninguno de nuestros aforo superaba los 500 personas, con lo cual no nos afecta la reducción de aforos. También teníamos esa previsión de que íbamos a replegarnos, como el acordeón. Llegado el verano tampoco quisimos hacer planteamientos máximos.
Tampoco lo hicimos en el Iradier. En el Iradier podíamos haber cogido 1200 de aforo, pero lo dejamos en 800, con lo que la reducción luego se nota menos.
Estamos siendo muy cautos, muy prudentes. Queremos que la ciudadanía se sienta segura cuando va a los eventos en los que está el Ayuntamiento, que se sienta tranquila, que disfrute de la cultura, que no esté pensando «ay, esto…» No, no. Tranquilidad. Es todo seguro. Todos los protocolos funcionan. No hay ningún problema.
Llevamos más de un año programando en plena pandemia y no ha habido ni un solo repunte en ninguna cosa que hemos hecho del Ayuntamiento. Eso nos avala. Y la gente disfruta.
¿Puede haber cambios de última hora en la programación de las No-Fiestas de La Blanca 2021?
Bueno, pueden pasar cosas, pero no creo que pase nada reseñable. En cualquier caso, lo comunicaremos, claro. [El Ayuntamiento anunció ayer varios cambios en la programación de los próximos días]
Habéis programado 150 eventos este verano en Gasteiz, ¿150 ó 400? Me ha parecido entenderte antes [antes de comenzar la entrevista]
No, no. En Cultura, un año normal, se programan muchos más de 400. Y en fiestas solo, más de 300. Nosotros ahora hemos hecho 150 para todo el verano, cuando un año normal en fiestas son más de 300, y más de 350. Hay una diferencia de volumen reseñable y bastante notable.
No obstante, por la pandemia, organizar 150 eventos (aunque sean menos) será igual de difícil que los más de 300 que soléis organizar, ¿verdad?
Sí, o más. Porque hay que hacer un dispositivo de seguridad. Hay que vallar, hay que poner sillas, hay que controlar aforos… eso es gente vigilando… Hay que tener protocolos para los músicos… Bueno, todo en general.
¿Tenéis un «plan B» por si algún artista o artistas se contagian de la Covid?
Sí, claro. Eso nos ha pasado en Kaldearte, por ejemplo. Nos pasó que una de las compañías que hacía un bolo en Judizmendi, dieron positivo y no pudieron hacerlo. Entonces hubo que hacer «un apaño».
Pero bueno, llevamos un año y pico programando en Pandemia y ha pasado de todo, pero vamos para adelante.
Evidentemente, si hay un departamento flexible y capaz de de adaptarse de un día para otro a nuevas situaciones es el Departamento de Cultura; los habrá más en el Ayuntamiento, pero nosotros trabajamos día a día y pegados a la calle.
Esta experiencia está siendo positiva en el sentido de aprendizaje, [aunque] a nivel mental está siendo totalmente negativa.
Negativa… ¿arrolladora?
Pero vamos, como una apisonadora por encima.
Este nuevo modelo al que obliga la pandemia, de eventos más reducidos pero también más repartidos por toda la ciudad… ¿está aquí para quedarse? ¿ves algo positivo en esta manera de repartir los eventos a lo largo y ancho de la ciudad?
Sí. Nosotros, o por lo menos yo, desde hace tiempo ya veníamos insistiendo en que no es que haya que sacar la programación del centro, pero sí que hay que llevar programación a los barrios. Porque en los barrios también hay comercios, en los barrios también hay hostelería, en los barrios también hay personas que por lo que sea no se quieren mover hasta el centro. A esa ciudadanía también hay que atenderla, y darles servicios. Y Cultura también es un servicio que se da desde el Ayuntamiento.
Eso venimos haciendo, lluvia fina.
Antes se hacía todo en el centro, (antes de la pandemia estoy diciendo), ahora desde hace tiempo se puede ver: «el Concurso de pintura al aire libre», pues lo sacamos a un barrio. «Los Conciertos de la Banda» pues que los den también en algún barrio. Kaldearte, «vamos a intentar sacar, Kaldearte un poco del centro».
Sí que es verdad que hay mucha resistencia, pero, con lo que hemos hecho este año y el año pasado, de todo va a los barrios.
Evidentemente no va a ser así todo, porque el centro volverá a tener su actividad, volveremos a tener los conciertos grandes de Fueros, volveremos a tener todo, pero que quede una parte en los barrios de programación cultural eso es algo que sí que queremos mantener el verano que viene. Fuera de fiestas, durante el mes de julio y parte de septiembre que pueda haber una programación cultural en los barrios.
Eso es algo que sí que queremos mantener.
¿Dices que hay mucha resistencia? ¿Por parte de quién?
En general todo el mundo quiere ir al centro, a cualquier persona, empresa o lo que sea que le digas [que puede hacer el evento en otros espacios más allá del centro de Gasteiz] te dice «es que eso está muy lejos del centro». Hay que trabajar en ese sentido.
Sobre la pandemia y la Cultura
¿Cuándo recuperaremos la normalidad?. ¿Crees necesario que esté toda la población vacunada para recuperarla?
Yo creo que hasta que no estemos todos vacunados va a ser imposible tener normalidad. No, no veo la forma en la que, sin estar muchos vacunados, [vuelva la normalidad].
Dicen que la inmunidad de grupo es al 70 por ciento, pues si no llegamos al 70 por ciento va a ser muy difícil.
Y tampoco sabemos cómo va a evolucionar la pandemia, ni qué va a pasar. Parece que sí, que cuando estemos todos vacunados se podrá hacer vida normal. Pero no sé hasta qué punto.
O sea que el virus se va a quedar con nosotros parece que es bastante claro. No parece que sea estacional ni que vaya a desaparecer. ¿Y eso qué implica? ¿Qué puede implicar eso? ¿Que no podrá haber aglomeraciones? Es que, claro, no lo sé. No lo sé.
Como estamos en «incierto», yo creo que lo único que tenemos cierto es que las vacunas hacen que la gente no se muera y que las UCIs tengan unos niveles bajos de presión, porque tu vacunado puedes contraer el coronavirus, pero lo pasas en tu casa y no pasa nada, no te pasa «mucho». O sea la vacuna se demuestra eficaz.
Entonces, ¿a qué escenario vamos? No lo sé. Ojalá lo supiera, ojalá lo supiera [risas].
Galicia y Canarias han comenzado a exigir el pasaporte Covid para participar en varias actividades. ¿Lo ves factible?
Hombre, a mí me parece interesante que lo haya propuesto un gobierno del PP. Porque eso lo propone Pedro Sánchez y de «bolivariano, comunista, sectario…» todos los adjetivos que le queráis poner, no baja. «No hay libertad», ¿no? Cuando dicen «libertad». «Libertad» para hacer lo que quieran. «Libertad» para ir sin vacunar y contagiarte el Coronavirus. Eso también es libertad, ¿no?
Me hace gracia, o me parece interesante, que una propuesta de este tipo venga del propio Partido Popular.
Yo creo que desgraciadamente, o por mala suerte, o no sé qué término emplear, es hacia lo que vamos a ir, ¿no?
Porque al final ¿qué vale más? ¿Qué pesa más? ¿La libertad individual o la salud pública, colectiva?
Es un debate filosófico bastante interesante, porque, al final, tú tienes derecho a no vacunarte…. Pero claro, si no te vacunas vas a contagiar al resto. O va a ser peor. Entonces, ¿qué hacemos contigo? Vacuna, ¿no quieres? Bueno, pues, Francia ha optado por decir: «vale, no quieres vacunarte, pues no te vacunes. Pero entonces no puedes acceder a estos servicios, que son para gente que no supongan una amenaza para la salud pública». Es un debate que yo creo que vendrá. Lo vamos a tener aquí, seguro. Pronto, prontísimo.
Y me parece interesante que el primero en abrir la puerta haya sido un miembro del Partido Popular, porque si no, sería imposible abordar este debate.
Ya durante la pandemia se abrió este debate, de si es mejor anteponer a la libertad individual el bienestar colectivo.
Claro, claro. Evidentemente. Sí, la libertad de desplazamiento, de reunión… se quitó.
Bueno, al final, como dicen «es por tu bien».
Gasteiz Antzokia, Blusas y Neskas y más…
En relación a la moción que presentó el Ateneo Republicano sobre la paridad en los nombre de calles, durante tu intervención hablaste de una profesora que tuviste en la universidad. Dijiste que que no os enseñaba la historia de los libros, si no de la historia de las mujeres en el arte… Háblanos de esto.
Sí, me acuerdo, me acuerdo, porque además es algo que yo cuento mucho. Esa profesora, que se llama Ana Iriarte, nos dió Historia de Grecia en la carrera y ella, pues bueno, tenía una forma curiosa de enseñar esta asignatura. Había a quien le gustaba y había quien no, ojo, porque no todo el mundo lo percibía de la misma manera.
Ella nos dijo que las guerras y los conflictos políticos y los 300 espartanos y los persas y la guerra de El Peloponeso, que todo eso lo podíamos buscar en internet, que todo eso lo podíamos leer en los libros. Que ella nos iba a enseñar otro tipo de historia. Más centrada en la vida cotidiana y muy centrada en la mujer, en lo que suponía ser mujer ciudadana, no esclava, es decir, una mujer ciudadana griega.
Recuerdo que analizábamos las ánforas, los dibujos de la cerámica, que es donde se representaba mucho a la mujer.
Lo recuerdo como algo muy diferente de lo que estudiábamos normalmente y tengo un muy buen recuerdo de esa clase. Pero también tengo el recuerdo de que había compañeros míos a los que no les hacía mucha gracia esa clase.
Esta profesora también nos enseñó la historia de las mujeres, pero la asignatura de Historia era mucho más amplia por supuesto.
Otro recuerdo que tengo de ella es que en vez de enseñarnos las guerras ella analizaba las consecuencias de una guerra. Por ejemplo hubo una guerra civil entre Esparta y Atenas, una guerra entre griegos, por así decirlo. Y en Atenas hay un bando que es espartano y otro bando que es ateniense. Se van zurrando entre ellos y se van asesinando entre ellos. Hasta que termina la guerra. Y ahora ¿qué pasa? Ahora viene el problema, de cómo reconstruyes una ciudad en la que una mitad ha querido matar a la otra mitad, ¿no?
Ahí es cuando se crea la primera amnistía. Porque el que llega al poder se da cuenta de que no se puede gobernar esa ciudad y decide -por ley- establecer que no se recuerde lo que ha pasado. Cosa curiosa dice, «No vamos a recordar por lo que hemos pasado». La primera ley de amnistía. Amnistía en el sentido de lo que es la palabra amnistía.
¿De dónde viene la palabra amnistía?
Amnistía viene de la A- negativa y el verbo mimnêskein, que es recordar. También amnesia viene de ahí.
La amnistía es no recordar, de una forma literal. Es lo que significa la palabra.
[En Atenas] establecieron eso. Liberaron a todos los presos que había. Cuando un bando estaba en el poder metía al otro en la cárcel, luego [cuando el poder cambiaba de bando] metían al otro… Así estuvieron alternándose varios años. Quedó una ciudad para los arrastres. Generaciones, lastradas por el odio. Y entonces se decidió eso. Os diría quién es… pero no me acuerdo el nombre, aunque se puede buscar fácilmente… [Trasíbulo] fue el primero que hizo la amnistía. Y fue porque se dio cuenta de que no había forma humana de gobernar eso, salvo prohibir que se acordaran de lo que había pasado. Curioso.
Y luego esta profesora nos dijo que la historia es lo que un pueblo no quiere saber de sí mismo. Lo demás es propaganda, decía. Lo demás es propaganda. Historia es aquello que ves cuando te miras al espejo, lo que te duele ver, eso es historia. Lo bonito, lo guay, es propaganda.
Ella hacía hincapié en el trabajo del historiador. El historiador tiene que buscar más allá de la propaganda, de lo que pasó después.
En ese sentido, tengo muy buen recuerdo de esta profesora. A día de hoy, todavía cuando nos vemos, nos saludamos y tengo un muy buen recuerdo. Otros no, como digo, era conflictiva en ese sentido. Generaba opiniones muy diversas esta mujer [risas].
Que por cierto, yo saqué un 9. Pero bueno, eso no tiene nada que ver con la asignatura.
Siguiendo con la idea de hacer el callejero de Vitoria más paritario, ¿Qué mujer te gustaría que tuviera una calle?
Muchas, evidentemente muchísimas. Podría hacer el callejero de Vitoria solo de mujeres que se merecen una calle. Pero si tengo que elegir una, yo creo que esta ciudad tiene una deuda con la Marquesa de Monte Hermoso. Porque no sólo es decidir qué Mujer merece una calle, que son muchísimas, sino a la hora de priorizar ¿cómo priorizas?. Pues yo priorizaría a las que le debes algo.
Pues a la marquesa de Monte Hermoso esta ciudad le debe. Le debe mucho a nivel cultural, a nivel histórico. Pero también de deuda, de cómo se la trató, cómo se ha contado su historia, después de muerta. [Se la retrataba] de poco menos que ramera, suelta… Cualquier adjetivo descalificativo para una mujer, independiente y empoderada, que es lo que era ella. Se la vende como una amante, o como una traidora, incluso.
Yo creo que la ciudad tiene una deuda con ella y, entonces, si tuviera que elegir una, la elegiría a ella.
Y le pondría no sólo una calle, sino una plaza o lo que fuere. Ahora sí que hemos cambiado la forma de explicar la historia de esta mujer. Ya no se cuenta, por lo menos, que su hito principal es que fuera un amante o que fuera una traidora, sino que se habla de ella como ilustrada que fue, como literata que fue.
Cuando estuvo en París, cuando se fue al exilio, estuvo en el funeral de Napoleón. Fue invitada. También impulsó orfanatos. Se preocupó de que las niñas estudiaran. Tenía una mentalidad muy progresista para la época y usó su dinero para ponerlo al servicio de las causas en las que ella creía. Si eso lo hubiera hecho un hombre bueno: ¡Tendría una calle, dos calles, una fecha en el calendario y madre mía lo que tendría!.
Pero no como era mujer, pues vamos a contar encima que era una puta, ¿no? Que es lo que se ha contado en esta ciudad durante muchos años.
Creo que es una mujer que ya por sus propios hechos merece una calle. Y además se lo debemos. Tenemos una deuda con ella.
Antes de la pandemia, uno de tus objetivos era hacer de la La Blanca una fiestas igualitarias y respetuosas. ¿Sigues pensando igual? ¿Vas a seguir adelante con los cambios?
Bueno, no sé, ya han pasado dos años. Es verdad que se nos quedó ese camino pendiente por recorrer. Lo que pasa es que después de dos años en blanco, por así decirlo, vamos a ver qué pulso tiene cuando vuelvan, porque yo no quiero ser ceniza…ni quiero ser pesimista, pero a día de hoy no me atrevo a predecir qué puede pasar el año que viene.
Todo parece indicar que vamos a estar todos vacunados, que vamos a poder tener otra vez unas fiestas de Vitoria como las de 2019, o mejores incluso. Pero yo hasta que no me digan que eso puede ser… intentaré no generar expectativas que luego no se cumplan.
Eso también es una cosa que yo he aprendido con esto de la pandemia. Hay que tener muchísimo cuidado con las expectativas que generas cuando el ambiente está enrarecido. Todos estamos enfadados, todos estamos cansados. Hay que tener cuidado. Yo casi prefiero no generar expectativas y que digan «qué agorera» a que luego te las genere y te las tenga que quitar.
Pero bueno, habrá que ver en septiembre, octubre, noviembre. Vamos a ver cómo está el pulso de los agentes de fiestas. Y a ver también un poco la ciudadanía por dónde respira. Porque después de dos años sin Celedón es algo que para mucha gente es importante, importante a nivel personal, digo. A nivel sentimental. Es una cosa muy importante. Vamos a ver cómo nos recuperamos en 2022.
¿Qué se sabe del futuro del ‘Gasteiz Antzokia’?
Hace mucho que no hablo del Gasteiz Antzokia. Se habló mucho, pero una vez solicitaron las obras ya, pues bueno, hasta que no terminen las obras, pues está la cosa un poco tranquila, comunicativamente hablando.
El Gasteiz Antzokia lleva dando vueltas por Vitoria desde 2007, creo. Primero, sin sitio en el que hacerse. Luego -yo, que entré en el 2016 en el Ayuntamiento-, se barajaban tres opciones. Bueno, dio «mil» vueltas: iba a ubicarse en un lugar que tenía una muralla al lado y había que hacer unas excavaciones previas, había un depósito con fuel… Entonces eso se descartó. Y bueno, pues ahora está en el Palacio Ruiz de Vergara. Las obras se están haciendo ya. Además, a mí me pilla de de camino de mi casa al Ayuntamiento y veo las obras todos los días.
¿Lo hueles ya?
Sí huele, sí. Y «suena» también. [El Gasteiz Antzokia] va para adelante. Cuando se termine, Oihaneder Euskararen Etxea se trasladarán allí, harán su programación allí y entonces quedará un Monte Hermoso como centro cultural contemporáneo. Interesante.
Interesante.
Será un lugar para euskalzales pero también para los que no lo son, como un embajador del euskera ¿verdad?
Por supuesto. A ver, es un embajador y es un sitio para fomento del euskera como punto de encuentro, como punto de estar juntos, disfrutando de la cultura. Tendrá un Antzoki por supuesto no sólo para los euskalzales, sino para toda la ciudad.