
“Desperté, corrí las cortinas… y vi los camiones cisterna. Vi el gas saliendo. Dije: aquí morimos todos”. Así lo recuerda José María Fernández de Ocáriz, uno de los vecinos que vivió de cerca la explosión en Portal de Arriaga el 26 de julio de 1974. Él tenía 24 años, dormía en su caserío familiar y, sin saberlo, estaba a punto de perderlo todo.
51 años después, José María ha regresado a aquel lugar junto a otras vecinas y vecinos del barrio para participar en un homenaje que ha querido sacar del silencio una de las mayores tragedias urbanas que ha vivido Vitoria-Gasteiz. En el acto se ha descubierto una placa conmemorativa impulsada por la Red Comunitaria del Pilar, justo en el punto donde explotaron los camiones cisterna.

“Nos dijeron que había dos muertos, pero fueron 14”
Carmina Fernández vivía en la calle Mendoza, muy cerca de donde ocurrió todo. Aquel día no estaba en casa. “Pensaban que estábamos en una boda en Palencia, porque soy de Palencia”, explica. Cuando regresó, todo había cambiado. “Recuerdo las pisadas de la niebla, de la gente que iba descalza… y de los muertos que luego hubo”.
Carmina también señala el olvido institucional que siguió a la tragedia: “Fue olvidado enseguida. Nos dijeron que había dos muertos y que se sepa fueron 14”.
“La casa se vino abajo con toda la familia dentro”
José María Fernández de Ocáriz recuerda perfectamente aquella madrugada. “Estaba en la cama y me desperté sobresaltado. Corrí las cortinas y vi el camión, el gas. Me levanté corriendo, desperté a toda mi familia. Cuando íbamos bajando las escaleras, explotó. Y se vino todo abajo”.
Su padre murió en el acto. El resto de la familia fue hospitalizada, algunos en el hospital de Cruces. “Mi hermano pequeño cumplió seis añitos allí. Yo pensaba que estaba muerto porque no se movía entre mis piernas. No oía nada, solo llamaba a mi madre, que la tenía cerca”.
Consiguieron sobrevivir gracias a que alguien vio movimiento entre los escombros. “Mi hermano pequeño fue el primero en ser rescatado. Así supieron que había gente viva dentro”.

“Aquel día se sembró mucho dolor, mucha tristeza”
El homenaje ha contado también con la presencia de la alcaldesa Maider Etxebarria. “Hoy rendimos tributo a las víctimas del trágico suceso del 26 de julio de 1974. Hubo un choque de dos camiones cisterna, una explosión que sembró mucho dolor, mucha tristeza y una profunda huella”, ha señalado durante su intervención.
Etxebarria ha agradecido a la Red Comunitaria del Pilar su trabajo para mantener viva la memoria: “Esta placa es un símbolo de reconocimiento. Que cada vez que alguien pase por aquí, recuerde a las personas que perdieron la vida. La memoria es un acto de justicia”.
“Recuerdo los árboles quemados, los camiones agujereados”
Miren Fernández de Landa, actual concejala de Gobierno Abierto, tenía 11 años cuando ocurrió la explosión. Vivía en un pueblo cercano. “Cogí mi bici roja y vine con otros niños a ver qué había pasado. Recuerdo la pared negra, los árboles quemados, los camiones con agujeros en la parte de atrás”.
Con el paso del tiempo, entendió que lo vivido era más que una anécdota de infancia. “No entendía la magnitud. Pero ese dolor sigue siendo patente. Medio siglo después, sigue aquí”.
También ha denunciado el silencio que rodeó a lo ocurrido: “Hubo miedo. Hubo gente que no hablaba por el dolor, y otra que no hablaba por responsabilidad. Eran finales del franquismo, y se intentó que esto no se supiera”.
“Una madrugada fatídica que dejó 13 víctimas”
La vecina Maribel también quiso dejar constancia de su memoria. “Este barrio siempre alegre y ahora vetusto… sufrió la dentellada macabra del destino cuando hace cinco décadas el diablo se apostó en el asfalto e hizo su cosecha en julio”.
Con emoción, agradeció la presencia del Ayuntamiento en el acto. “Es una gloria verlos aquí y recordar aquello”.
La madrugada del 26 de julio de 1974, a las 3:45, dos camiones cisterna cargados de combustible chocaron en el cruce de Portal de Arriaga. La explosión destrozó viviendas a cientos de metros, interrumpió servicios básicos como el agua y dejó una ciudad conmocionada.